Nos convertimos en esfinges, aunque falsas, hasta llegar al punto de no saber ya quién somos. Porque, de verdad [363] , lo que nosotros somos es esfinges falsas, y no sabemos lo que somos realmente. El único modo de estar de acuerdo con la vida es estar en desacuerdo con nosotros mismos. Lo absurdo es (lo) divino.
Establecer teorías, pensándolas paciente y honestamente, sólo para proceder después contra ellas -proceder y justificar nuestras acciones con teorías que las condenan-, abrirse un camino en la vida y proceder en seguida de manera contraria a seguir por ese camino. Tener todos los gestos y todas las actitudes de algo que no somos ni pretendemos ser, ni pretendemos ser tomados como siéndolo.
Comprar libros /para/ no leerlos; ir a conciertos, no para oír música ni para ver quién está allí; dar largos paseos por estar harto de andar e ir a pasar unos días en el campo porque el campo nos aburre.