La leve embriaguez de la fiebre ligera, cuando un desconsuelo suave y penetrante y frío por los huesos doloridos y caliente en los ojos bajo las sienes que laten -a ese desconsuelo quiero como un esclavo a un tirano amado. Me da esa vencida pasividad [278] trémula en la que entreveo visiones, vuelvo esquinas de ideas y entre interpolaciones de sentimientos /me desconcierto/.
Pensar, sentir, querer, se vuelven una sola cosa confusa. Las creencias, las sensaciones, las cosas imaginadas y las reales [279] están desordenadas, son como el contenido mezclado en el suelo de varios cajones volcados.
¿1915?