La más vil de todas las necesidades: la de la confidencia, la de la confesión. Es la necesidad del alma de ser exterior.
Confiesa, sí; pero confiesa lo que no sientes. Libra a tu alma, sí, del peso de sus secretos, diciéndolos; pero qué bien que el secreto que dices nunca lo hayas dicho. Miéntete a ti mismo antes de decir esa verdad. Expresar(se) es siempre equivocarse. Sé consciente: decir sea, para ti, mentir.