Cosas de nada, naturales de la vida, insignificancias de lo usual y de lo vulgar, polvo que subraya con un rasgo apagado y grotesco la sordidez y la vileza de mi vida humana.
– el Libro de Caja abierto ante los ojos cuya vida sueña todos los orientes; el chiste inofensivo del jefe de la oficina que ofende a todo el universo; el avisar al patrón que telefonee, que es su amiga, por nombre y doña […] en medio de la meditación del período más asexual de una teoría estética y mental.
Todos tienen un jefe de oficina con el chiste siempre inoportuno [152] y el alma fuera del universo en su conjunto. Todos tienen un patrón y la amiga del patrón, y la llamada al teléfono en el momento siempre inoportuno en que la tarde admirable cae y las amantes […] se arriesgan a hablar al amigo que está haciendo pipí como sabemos los demás.
Pero todos los que sueñan, aunque no sueñen en oficinas de la Baja, ni delante de un escrito del almacén de tejidos, todos tienen un Libro de Caja delante de sí -sea la mujer con quien se han casado, sea la […] de un futuro que le viene por herencia, sea lo que sea siempre que positivamente [153] sea.
Después los amigos, buenos chicos, buenos chicos, tan agradable estar hablando con ellos, cenar con ellos, y todo, no sé cómo, tan sórdido, tan bajo, tan pequeño, siempre en el almacén de tejidos aunque en la calle, siempre delante del Libro de Caja aunque en el extranjero, siempre con el patrón aunque en el infinito.
Todos nosotros, que soñamos y pensamos, somos ayudantes de contabilidad de un almacén de tejidos, o de otra cualquier mercancía [154] en una Baja cualquiera. Inscribimos y perdemos; sumamos y pasamos; cerramos el balance y el saldo invisible está siempre en contra nuestra.
Escribo sonriendo con las palabras, pero mi corazón está como si se pudiese partir, partir como las cosas que se rompen, en fragmentos, en trozos, en basura, que el cajón se lleva con un gesto de por cima del hombro al carro de lo eterno [155] de todos los Ayuntamientos.
Y todo espera, abierto y adornado, al Rey que vendrá y ya llega, que el polvo del cortejo es una nueva niebla de oriente lento y las lanzas relucen ya en la distancia con una madrugada suya [156]