Cuando me encontré, me vi guardado. Pero no me importó. Estaba otro. Había convivido con Dios, siéndolo, y todo era fraterno para mí […] y yo era fraterno para todo [227] . Cuando beso las piedras y los árboles y los rayos de luz, ellos también me besan. Esos besos son oraciones que yo y las cosas rezamos juntos tan Diosmente fraternos y agradecidos de ser.
(Posterior a 1913.)