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Reconocer la realidad como una forma de ilusión, y la ilusión como una forma de realidad, es igualmente necesario e igualmente inútil. La vida contemplativa, para siquiera existir, tiene que considerar los accidentes objetivos como premisas dispersas de una conclusión inalcanzable; pero tiene al mismo tiempo que considerar las contingencias del sueño como en cierto modo dignas de esa atención a ellas por la que nos volvemos contemplativos.

Cualquier cosa, conforme se la considera, es un asombro o un estorbo, un todo o una nada, un camino o una preocupación. Considerarla cada vez de un modo diferente es renovarla, multiplicarla por sí misma. Por eso es por lo que el espíritu contemplativo que nunca ha salido de su aldea tiene a pesar de todo a sus órdenes al universo entero. En una celda o en un desierto está el infinito. En una piedra se duerme cósmicamente.

Hay, sin embargo, ocasiones de la meditación -y a todos cuantos meditan les llegan- en que todo está gastado, todo viejo, todo visto, aunque esté por ver. Porque, por más que meditemos cualquier cosa, y meditándola la transformemos, nunca la transformaremos en algo que no sea substancia de meditación. Nos llega entonces el ansia de la vida, de conocer sin que sea con el conocimiento, de meditar sólo con los sentidos o pensar de un modo táctil o sensible, desde dentro del objeto pensado, como si fuésemos agua y él esponja. Entonces tenemos también nuestra noche, y el cansancio de todas las emociones se ahonda con ser emociones del pensamiento, ya de por sí profundas. Pero es una noche sin reposo, sin resplandor de luna, sin estrellas, una noche como si todo hubiera sido vuelto del revés -el infinito tornado interior y apretado, el día hecho forro negro de un traje desconocido.

Más vale, sí, más vale siempre ser limaza humana que ama y desconoce, la sanguijuela que es repugnante sin saberlo. ¡Ignorar como vida! ¡Sentir como olvido! ¡Qué episodios perdidos en la estela verde blanca de las naves idas, como una baba fría del timón alto que hace de nariz bajo los ojos de los camarotes viejos!

14-5-1930.

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