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En el alto yermo de los montes naturales tenemos, cuando llegamos, la sensación del privilegio. Somos más altos, de toda nuestra estatura, que lo alto de los montes. Lo máximo de la Naturaleza, por lo menos en aquel lugar, nos queda bajo las plantas de los pies. Somos, por posición, reyes del mundo visible. En torno a nosotros todo es más bajo: la vida es una cuesta que baja, una planicie que yace ante la elevación y la cima que somos.

Todo en nosotros es accidente y malicia, y esta altura que tenemos, no la tenemos; no somos más altos, en lo alto, que nuestra altura. Aquello mismo que pisamos nos eleva; y si somos altos, es por aquello mismo de lo que somos más altos.

Se respira mejor cuando se es rico; se es más libre cuando se es célebre; el propio tener un título de nobleza es un pequeño monte. Todo es artificio, pero el artificio ni siquiera es nuestro. Subimos a él, o nos han llevado hasta él, o nacemos en la casa del monte.

Grande, sin embargo, es el que considera desde el valle al cielo o desde el monte al cielo; la distancia que es diferencia no crea diferencia. Cuando el diluvio creciese estaríamos mejor en los montes. Pero cuando la maldición de Dios fuese de rayos, como la de Júpiter, de vientos, como la de Eolo, el abrigo sería el que no hubiéramos subido, y la defensa el arrastrarnos.

Sabio de veras es el que tiene la posibilidad de la altura en los músculos y la negación de subir en el conocimiento. Él tiene, por visión, todos los montes; y tiene, por posición, todos los valles. El sol que dora las cimas, las dora para él más [que] para quien allí lo sufre; y el palacio alto entre florestas será más bello para el que lo contempla desde el valle que para el que lo olvida en las salas que le hacen de prisión.

Con estas reflexiones me consuelo, puesto que no puedo consolarme con la vida. Y el símbolo se me funde con la realidad cuando, transeúnte de cuerpo y alma por estas calles bajas que van a dar al Tajo, veo las alturas claras de la ciudad resplandecer, como la gloria ajena /de las luces variadas de un sol que ya no está en el poniente./

14-4-1930.

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