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252 Pastoral de Pedro [255]

No sé dónde te he visto ni cuándo. No sé si ha sido en un cuadro o si ha sido en el campo real, al lado de los árboles y hierbas contemporáneas del cuerpo; ha sido quizás en un cuadro, tan idílica y legible es la memoria que conservo de ti. No sé cuándo ha sucedido esto, o si realmente ha sucedido -porque puede ser que no te viese ni en un cuadro- pero sé con todo el sentimiento de mi inteligencia que ése ha sido el momento más sosegado de mi vida.

Venías, boyerita leve, al lado de un buey manso y enorme, calmosos por el trazo ancho de la carretera. Desde lejos -me parece- os vi, y llegasteis junto a mí y pasasteis. Pareciste no reparar en mi presencia. Ibas lenta y guardadora descuidada del buey grande. Tu mirada se había olvidado de recordar y tenía un gran claro de vida del alma; te había abandonado la conciencia de ti misma. En aquel momento no eras nada más que un (…)

Al verte, recordé que las ciudades cambian pero los campos son eternos. Llaman bíblicos a las piedras y a los montes porque son los mismos, del mismo modo que debieron ser los de los tiempo bíblicos.

Es en la silueta pasajera de tu figura anónima donde pongo toda la evocación de los campos, y toda la calma que nunca he tenido me llega al alma cuando pienso en ti. Tu andar tenía un balanceo leve, un ondular indefinible, /en cada gesto tuyo se posaba la idea de un ave [256] /-; tenías enredaderas invisibles enroscadas al (…) de tu busto. Tu silencio -era la caída de la tarde, y balaba un cansancio de rebaños, cencerreando, por las cuestas /pálidas/ de la hora-, tu silencio era el canto del último pastor que, por olvidado de una égloga nunca escrita por Virgilio, se quedó eternamente encantado, y se eterniza en los campos, silueta. Era posible que estuvieses sonriendo; para ti tan sólo, para tu alma, viéndote a ti en tu idea, sonriendo. Pero tus labios estaban tranquilos como el perfil de los montes; y el gesto, que no recuerdo, de tus manos rústicas enguirnaldado con flores de los campos.

Ha sido en un cuadro, sí, donde te he visto. ¿Pero de dónde me viene esta idea de que te vi acercarte y pasar a mi lado y yo seguir, sin volverme para atrás para estar viéndote siempre todavía? Se detiene el Tiempo para dejarte pasar, y yo te amo cuando quiero colocarte en la vida -o en la semejanza de la vida.

[255] Pessoa, según nota al original de este fragmento, dudó en escribir «Égloga» en lugar de «pastoral».


[256] «uma ave» (un ave).


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