Los mandos están instalados desde hace largo rato en la sala de reunión, cada uno con una taza de té delante de él. Apenas sentado, me sirven también agua caliente. Es exactamente igual que cuando acompañaba a alguna delegación de escritores. La Asociación de Escritores organiza de tiempo en tiempo visitas a las fábricas, los cuarteles, los campamentos, las minas, los centros de investigación sobre artesanía popular, los museos conmemorativos de la Revolución, so pretexto de ayudar a los escritores a conocer la vida. En tales ocasiones, siempre había dirigentes de los escritores o escritores dirigiendo a los otros escritores que pronunciaban discursos en el sitio de honor. Los modestos escritores como yo, que no estaban allí más que para hacer bulto, siempre podían encontrar un lugar lejos de las miradas y esperar en un rincón tomando té, pero sin pronunciar una palabra. Pero hoy la reunión ha sido convocada por mí, no me queda más remedio que reflexionar acerca de lo que voy a decir.
Un mando responsable hace en primer lugar una reseña histórica de la zona forestal y de su edificación. Explica que, en 1907, un inglés llamado Wilson vino a recoger unas muestras. Por aquella época, la región estaba cerrada y no pudo pasar del lindero de la zona. Antes de 1960, había aquí un bosque virgen, la luz del sol no penetraba en absoluto y no se oía más que el murmullo de los arroyos. Durante los años treinta, el gobierno del Kuomintang tenía previsto emprender la tala de árboles, pero a falta de carreteras, nadie pudo penetrar en el bosque.
«En 1960 se levantó un mapa por parte de los servicios de fotogrametría aérea del Ministerio de los Bosques. En total, 3.250 kilómetros cuadrados de bosques montañosos.
»La explotación comenzó en 1962 por el norte y el sur y, en 1966, se abrió una línea de comunicación.
»En 1970 se estableció una división administrativa, que comprende en la actualidad más de cincuenta mil campesinos y alrededor de diez mil mandos y trabajadores en el silvicultura, con sus correspondientes familias. Hoy en día se proporciona al Estado más de novecientos mil metros cúbicos de madera.
»En 1976 los científicos hicieron un llamamiento para la protección de Shennongjia.
»En 1980 se propuso la idea de crear una reserva natural.
»En 1982 el gobierno provincial decidió delimitar una reserva de un millón doscientos mil mus de superficie.
»En 1983 el grupo de edificación de la reserva expulsó al equipo de silvicultura de la zona protegida y estableció cuatro puertas de acceso a cada uno de sus lados. Luego creó unas patrullas que controlaron más a los vehículos que a los hombres. El pasado año, en un mes, ascendió a trescientas o cuatrocientas el número de personas que se dedicaron a sacar rizonas de coptis, arrancar corteza de jazminero confundiéndola con la corteza de la Eucommia (utilizada en la farmacopea china), talar madera o cazar furtivamente. Y además, algunos vienen a acampar para ir en busca del hombre salvaje.
»En el ámbito de la investigación científica, un pequeño grupo ha replantado algunas hectáreas de árboles tong. La reproducción del Emmnopterys hemyi funcionó, consiguiéndose una reproducción asexuada. También se cultivan hierbas medicinales salvajes como la perla cabezona, el cuenco de los ríos, la caña pincel, la flor de las siete hojas, la hierba salvavidas (¿es éste realmente su nombre científico?).
»Existe asimismo un grupo de investigación de los animales salvajes, incluido el hombre salvaje. Han sido catalogados el mono de nariz respingona (Rhinopithecus roxellanae), el leopardo, el oso blanco, el gato de algalia, el ciervo, el carnero negro, el musmón, el faisán dorado, la salamandra gigante, así como animales aún desconocidos como los osos porcinos, los lobos de cabeza de asno que se comen a los cochinillos, según dicen los campesinos.
»A partir de 1980, regresaron los animales; el año pasado, se vio batirse a un lobo gris con un mono de nariz respingona, se oyó chillar a otro, y se vio al rey de los monos interceptar el camino al lobo gris. En el mes de marzo, se capturó sobre un árbol a un pequeño mono que murió al negarse a tomar alimento. El suimanga es un pájaro que se alimenta del néctar de las azaleas. Su cuerpo es rojo, tiene una cola como una orquídea y un pico puntiagudo.
»Problema: no todo el mundo entiende por un igual la protección de la naturaleza. Algunos trabajadores están furiosos porque no pueden obtener primas. Si la madera que se entrega es menos abundante, nos lo reprochan en las altas esferas. Los organismos financieros no quieren asignarnos dinero. En el interior de la reserva natural, hay todavía cuatro mil campesinos que plantean problemas. Los mandos y los trabajadores de la reserva natural son un total de veinte. Viven en unos refugios improvisados y no están tranquilos. No ha sido prevista ninguna instalación para ellos. El problema principal es que no se nos ha destinado créditos, hemos cursado numerosas reclamaciones…»
Y todos los mandos se ponen a hablar al mismo tiempo, como si yo pudiera intervenir para conseguirles dinero. Prefiero dejar de tomar notas.
¡No soy un dirigente de escritores ni tampoco un escritor que dirija a sus colegas o un escritor que pueda tomar la palabra con aplomo y dar indicaciones en el mismo momento abarcando el problema en su conjunto, y luego hacer toda una serie de promesas vanas, decir, por ejemplo, que podré hablar de esta cuestión a tal o a cual ministro, señalarla a tal o cual sector de dirección implicado, que lanzaré un gran llamamiento, que alertaré a la opinión pública para movilizar al pueblo entero a fin de que proteja el entorno natural de nuestra nación! Pero yo, que ni siquiera soy capaz de protegerme a mí mismo, ¿qué podría hacer yo? A lo sumo puedo decir que proteger el medio natural es muy importante, que eso afecta a nuestros nietos y a las generaciones venideras, que el Yangtsé se ha vuelto ya como el Huanghe, se acumula en él la arena y que, por si fuera poco, ¡en las Tres Gargantas se quiere construir una gran presa! Pero, por supuesto, no puedo decir tampoco eso y prefiero hacer preguntas sobre el hombre salvaje.
– Ese hombre salvaje -digo- del que se ha hablado en todo el país…
Se lanzan sobre el tema.
– ¡Y hasta qué punto! La Academia de las Ciencias de Pekín ha puesto en marcha varias investigaciones. La primera de ellas en 1967, y posteriormente en 1977 y 1980. Han venido cada vez a investigar. La expedición más importante fue la de 1977: ciento diez hombres en el equipo de prospección, militares en su mayoría, sin contar los mandos y los trabajadores que nosotros mismos enviamos. Estaba incluso el comisario político de una división…
Y reanudan su palabrería.
¿Qué clase de lenguaje debo encontrar para hablar con ellos con el corazón en la mano? Para preguntarles cómo transcurre aquí la vida. A buen seguro, van a seguir hablando del aprovisionamiento material, del precio de los artículos de uso corriente, de sus salarios, cuando mis propias finanzas dejan mucho que desear. Además, ¿es éste realmente un lugar para charlar? Tampoco puedo decirles que el mundo en el que vivimos resulta cada vez más difícil de comprender, que los actos humanos son cada vez más extraños, que los hombres no saben ni siquiera lo que quieren, al tiempo que desean encontrar al hombre salvaje. Pero ¿de qué hablar, si no del hombre salvaje?
Dicen que el año pasado un maestro de escuela lo vio. Era en la misma estación, en el mes de junio o julio, pero no se atrevió a decir una palabra de ello. Únicamente se lo explicó a su mejor amigo rogándole que no lo divulgara. Es cierto que, hace poco tiempo, un escritor publicó La triste historia del hombre salvaje de Shennong en una revista del Hunan, Dongting. La revista llegó hasta aquí, y todo el mundo la leyó. Fue a partir de esto que se inició el movimiento de búsqueda del hombre salvaje que ya se ha extendido hasta Hunan, Jiangxi, Zhejiang, Fujian, Sichuan, Guizhou, Anhui… (¡sólo falta Shanghai!). ¡Se habló de ello por todas partes! En Guangxi se capturó realmente un pequeño hombre salvaje -allí se les denomina los diablos de las montañas-, pero los campesinos creen que traen mala suerte y lo soltaron. (¡Qué lastima!) Luego están también aquellos que han comido carne de hombre salvaje. Di lo que tú quieras, no importa, bueno, por otra parte, el equipo de investigación ha llevado a cabo ya algunas comprobaciones, y obran en su poder unos documentos escritos. ¡Afirman que en 1971, una veintena de personas, entre ellas Zhang Renguan y Wang Liangcan, casi todos ellos trabajadores de nuestra reserva, se comieron en la cantina de la granja de Yangriwan la pantorrilla y el pie de un hombre salvaje! La planta del pie medía en torno a cuarenta centímetros de largo, el dedo gordo era de un grosor de cinco centímetros y tenía diez de largo, el propio pie medía veinte centímetros de grueso y pesaba quince kilos; todos estos documentos están debidamente atestiguados. Cada uno de ellos se comió de él un cuenco lleno hasta arriba. Fue un campesino de Banshui el que lo mató con su fusil y luego vendió una pierna a la cantina de Yangriwan. En 1975, en la carretera que lleva de la comuna popular Qiaoshang a la brigada Yusai, Zeng Xianguo recibió un bofetón de un hombre salvaje pelirrojo, de más de dos metros de alto. Se quedó un largo rato sin sentido en el suelo y no recuperó el habla hasta tres o cuatros días después de su vuelta a casa. Éstos son los informes que realizaron, a partir de testimonios orales, utilizando el método estadístico de análisis comparativo. Zhao Kuidian vio a un hombre salvaje comiendo moras en pleno día. ¿En qué año era? ¿1977 o 1978? Fue unos pocos días antes de la llegada del segundo equipo de investigación de la Academia de las Ciencias. Por supuesto, no hay por qué creérselo todo. Por otra parte, en su equipo de investigación había dos puntos de vista contrapuestos. Pero de dar crédito a lo que dicen los campesinos, el hombre salvaje sería extremadamente perverso. Afirman que persigue a las mujeres, que le gusta ir a divertirse con las chiquillas, que hace tonterías, o bien que es capaz de hablar, que cambia de voz según esté contento o furioso.