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– ¿Tú qué crees? Quiso que la verdad saliera a la luz. Quiso venganza y exoneración.

– ¿Y por qué Larue no se lo contó a nadie?

– Sí lo contó. -Vespa sonrió-. Adivina a quién.

Grace lo adivinó.

– Se lo contó a su abogada.

Vespa tendió las manos.

– Premio para la señora.

– Pero ¿cómo hizo Sandra Koval para convencerlo de que se callara?

– Ah, ahí estuvo brillante. De algún modo, y en eso reconozcamos el mérito, se las ingenió para hacer lo que más convenía a su cliente y también a su hermano.

– ¿Cómo?

– Le dijo a Larue que tendría más posibilidades de salir en libertad condicional si no contaba la verdad.

– No lo entiendo.

– No sabes gran cosa acerca de la libertad condicional, ¿verdad?

Ella se encogió de hombros.

– Verás, la comisión de la libertad condicional no desea oír que eres inocente. Quieren oírte entonar el mea culpa. Si quieres salir, tienes que agachar la cabeza, avergonzado. Obraste mal, les dices. Aceptas tu responsabilidad: ése es el primer paso hacia la rehabilitación. Si insistes en tu inocencia, acabas mal.

– ¿Y MacKenzie no podía declarar?

– Para entonces estaba demasiado enfermo. Verás, la inocencia de Larue no era competencia de la comisión de libertad condicional. Si Larue elegía esa vía, tenía que pedir otro juicio. Tardaría meses, tal vez años. Según Sandra Koval, y en eso no mentía, Larue tenía más posibilidades de salir si reconocía su culpabilidad.

– Y tenía razón -dijo Grace.

– Sí.

– ¿Y Larue nunca supo que Sandra y Jack eran hermanos?

Vespa extendió de nuevo las manos.

– ¿Cómo iba a saberlo?

Grace meneó la cabeza.

– Pero verás, para Wade Larue la historia no acababa ahí. Quería venganza y exoneración. Sabía que tenía que esperar a salir de la cárcel. La cuestión era cómo. Sabía la verdad, pero ¿cómo iba a demostrarla? ¿Quién, y perdona la expresión, iba a sentir su ira? ¿Quién era realmente culpable de lo sucedido esa noche?

Grace asintió al encajar otro detalle.

– Así que fue a por Jack.

– Fue a por el que sacó la navaja, sí. De modo que Larue le pidió a su viejo colega de la cárcel Eric Wu que secuestrara a tu marido. Larue tenía planeado reunirse con Wu en cuanto saliera en libertad. Conseguiría que Jack contara la verdad, lo filmaría y luego, no lo sabía muy bien, pero probablemente lo mataría.

– ¿Se exoneraría y luego cometería un asesinato?

Vespa se encogió de hombros.

– Estaba furioso, Grace. Quizás al final sólo le habría dado una paliza o roto las piernas. ¿Quién sabe?

– ¿Y qué pasó?

– Wade Larue cambió de parecer.

Grace frunció el entrecejo.

– Tenías que haberlo oído hablar del tema. Tenía una mirada tan clara. Yo acababa de asestarle un puñetazo en la cara. Le había dado patadas y amenazado con matarlo. Pero la paz en su cara… siguió allí. En cuanto quedó libre, se dio cuenta de que podía dejarlo todo atrás.

– ¿Qué podía dejar atrás?

– Pues eso. Su castigo quedaba atrás. Nunca podría ser realmente exonerado porque no estaba libre de culpa. Él disparó la pistola en medio de la multitud, y eso aumentó el nivel de histeria. Pero sobre todo fue por lo que me dijo: estaba realmente libre. Ya no quedaba nada que lo atara al pasado. Él ya no estaba en la cárcel, pero mi hijo siempre estaría muerto. ¿Lo entiendes?

– Creo que sí.

– Larue sólo quería vivir su vida. También tenía miedo de lo que yo pudiera hacerle. Así que quiso llegar a un acuerdo conmigo. Me contó la verdad. Me dio el número de teléfono de Wu. Y a cambio, yo lo dejaría en paz.

– ¿O sea que fuiste tú quien llamó a Wu?

– De hecho, fue Larue quien llamó. Pero sí, yo hablé con él.

– ¿Y le dijiste a Wu que nos llevara a donde estabas?

– No sabía que también te tenía a ti. Creía que sólo era Jack.

– ¿Y qué pensabas hacer, Carl?

No contestó.

– ¿También habrías matado a Jack?

– ¿Acaso eso importa ahora?

– ¿Y qué habrías hecho conmigo?

Tardó en contestar.

– Hubo cosas que me hicieron dudar -dijo.

– ¿Sobre qué?

– Sobre ti.

Transcurrieron varios segundos. Se oyeron pasos fuera. Una camilla con una rueda chirriante pasó junto a la puerta. Grace oyó alejarse el ruido. Intentó respirar más despacio.

– Resulta que por poco te mueres en la Matanza de Boston, y luego acabas casándote con el responsable de todo. También sé que Jimmy X fue a tu casa después de que lo viéramos en aquel ensayo. Eso no me lo contaste. Y luego está el hecho de que recuerdes tan poco de lo sucedido. No sólo esa noche, sino casi una semana antes.

Grace intentaba respirar con regularidad.

– Pensaste…

– No sabía qué pensar. Pero ahora es posible que ya lo sepa. Creo que tu marido es un buen hombre que cometió un error espantoso. Creo que huyó después de la desbandada. Creo que se sintió culpable. Por eso quiso conocerte. Vio los artículos de prensa y quería saber si estabas bien. A lo mejor incluso pensaba disculparse. Así que te encontró en la playa en Francia. Y entonces se enamoró de ti.

Grace cerró los ojos y se reclinó.

– Ya se ha acabado, Grace.

Se quedaron callados. Ya no había nada más que decir. Minutos después, Vespa salió, silencioso como la noche.

53

Pero no se había acabado.

Pasaron cuatro días. Grace se encontraba mejor. Volvió a casa esa primera tarde. Cora y Vickie se quedaron con ellos. También pasó Cram por su casa ese primer día, pero Grace le pidió que se marchara. Él asintió y obedeció.

Los medios enloquecieron, por supuesto. Sólo conocían retazos, pero el hecho de que el famoso Jimmy X hubiera vuelto a aparecer para ser asesinado bastó para sumirlos en un estado de auténtico delirio. Perlmutter apostó un coche patrulla frente a la casa de Grace. Emma y Max siguieron yendo a la escuela. Grace se pasaba casi todo el día en el hospital con Jack. Charlaine Swain le hizo mucha compañía.

Grace pensó en la foto que lo había desencadenado todo. Dedujo que uno de los cuatro miembros de Allaw había encontrado la manera de meterla en el paquete con las demás. ¿Por qué? Eso costaba más saberlo. Tal vez uno de ellos se dio cuenta de que los dieciocho fantasmas no descansarían nunca.

Pero estaba también la cuestión del momento en que sucedió. ¿Por qué entonces? ¿Por qué después de quince años?

Posibilidades había muchas. Pudo deberse a la puesta en libertad de Wade Larue, a la muerte de Gordon MacKenzie, a la cobertura del aniversario en los medios. Pero lo más probable, lo que tenía más sentido, era que el retorno de Jimmy X lo hubiera desencadenado todo.

¿Quién tenía realmente la culpa de lo sucedido aquella noche trágica? ¿Fue Jimmy por robar la canción? ¿Jack por atacarlo? ¿Gordon MacKenzie por disparar un arma en esas circunstancias? ¿Wade Larue por llevar un arma sin permiso, dejarse llevar por el pánico y disparar más veces en medio de una multitud frenética? Grace no lo sabía. Pequeñas ondas. Toda esa carnicería no se había iniciado a partir de una gran conspiración. Se había iniciado a partir de dos grupos de rock sin importancia que tocaban en un tugurio de Manchester.

Todavía quedaban lagunas, por supuesto. Muchas. Pero tendrían que esperar.

Hay cosas más importantes que la verdad.

En ese momento, en ese preciso momento, Grace miraba a Jack. Permanecía inmóvil en la cama del hospital. Su médico, un hombre llamado Stan Walker, estaba sentado a su lado. El doctor Walker cruzó las manos y habló con su tono de voz más solemne. Grace escuchó. Emma y Max esperaban en el pasillo. Querían estar allí. Grace no sabía qué hacer. ¿Qué se suponía que era lo correcto en una situación así?

Deseaba poder preguntárselo a Jack.

No quería preguntarle por qué le había mentido durante tanto tiempo. No quería una explicación de lo que él había hecho esa terrible noche. No quería preguntarle cómo la había encontrado en la playa ese día, si la había buscado intencionadamente, si se habían enamorado por eso. No quería preguntarle a Jack nada de eso.

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