Sawyer se apoyó en la pared y se pasó la mano por la frente.
– ¿Te das cuenta de que no hay ninguna prueba que relacione a Archer con el atentado del avión?
– Quizás Archer utilizó a Lieberman para cubrir su rastro, pero tampoco hay ninguna prueba de que lo hiciera. Si es así, Archer es un tipo con mucha suerte por no haber subido a aquel avión.
– En ese caso, algún otro se encargó de derribar aquel avión.
Sawyer estaba a punto de apretar el botón del ascensor cuando Hardy le tocó el brazo.
– Oye, Lee, en mi humilde opinión, no creo que tu mayor problema sea probar que Archer está involucrado en el sabotaje.
– Entonces, ¿cuál es mi gran problema, Frank?
– Encontrarlo.
Hardy se marchó. Mientras Sawyer esperaba el ascensor, oyó una voz que lo llamaba.
– Señor Sawyer, ¿tiene un minuto?
Sawyer dio media vuelta y vio a Quentin Rowe, que venía hacia él.
– ¿Qué puedo hacer por usted, señor Rowe?
– Por favor, llámeme Quentin. -Rowe hizo una pausa y miró a un lado y a otro del pasillo-. ¿Le gustaría acompañarme a un breve recorrido por las instalaciones de producción?
– Claro, faltaría más -contestó el agente.
Capítulo 33
El edificio de quince pisos de Tritón estaba pegado a una construcción de tres plantas que ocupaba una superficie de unas dos hectáreas. Sawyer se enganchó en la solapa el distintivo de visitante en la entrada principal, y siguió a Quentin Rowe a través de una serie de controles de seguridad. Al parecer, Rowe era muy conocido y apreciado, porque no dejaba de recibir cordiales saludos de las personas con las que se cruzaban. Se detuvieron para contemplar a través de una pared de cristal, a un grupo de técnicos de laboratorio que trabajaban con batas blancas, guantes y mascarillas.
– Vaya, esto se parece más a un quirófano que a una fábrica.
– En realidad -dijo Rowe, con una sonrisa-, esta sala está mucho más limpia que el quirófano de cualquier hospital. -Miró divertido la expresión de sorpresa del agente-. Estos técnicos están probando una nueva generación de chips. El entorno debe ser completamente estéril, sin nada de polvo. Cuando estos prototipos sean operativos, podrán transmitir dos TIPS.
– Caray -exclamó Sawyer, distraído, sin tener la menor idea del significado de las siglas.
– Eso significa dos trillones de instrucciones por segundo.
Sawyer miró a su acompañante boquiabierto.
– ¿Qué coño necesita moverse tan rápido?
– Se quedaría sorprendido. Una lista interminable de aplicaciones de ingeniería. El diseño por ordenador de coches, aviones, barcos, lanzaderas espaciales, edificios, procesos de fabricación de todo tipo. Mercados financieros, operaciones bursátiles. Piense en una compañía como la General Motors: millones de piezas de inventario, centenares de miles de empleados, miles de locales. Todo suma. Les ayudamos a realizar su trabajo con mayor eficacia. -Señaló otro sector de la zona de producción-. Allí están probando una nueva línea de discos duros. Serán mucho más potentes y eficaces cuando salgan al mercado el año que viene. Sin embargo, dentro de dos serán obsoletos. -Miró a Sawyer-. ¿Qué sistema utiliza en el trabajo?
Sawyer se metió las manos en los bolsillos.
– Quizá no haya oído hablar de él: Smith Corona.
– ¿Me toma el pelo? -replicó Rowe, asombrado.
– Si le pone una cinta nueva, va de coña -dijo Sawyer a la defensiva.
– Un consejo de amigo. Cualquiera que no sepa utilizar un ordenador en los años venideros no podrá funcionar en sociedad. No se asuste. Los sistemas actuales no sólo son amigos del usuario, son amigos de los idiotas, y no se ofenda.
– Los ordenadores son cada vez más rápidos. Eso del Internet, sea lo que sea, crece como un loco las redes informáticas, los buscapersonas, los teléfonos móviles, los faxes… ¿Cuándo se acabará?
– Ya que es mi negocio, espero que nunca se acabe.
– A veces los cambios ocurren demasiado deprisa.
– Este cambio no será nada comparado con el que veremos dentro de cinco años. Estamos a las puertas de una renovación tecnológica que hubiese parecido impensable diez años atrás. -Los ojos de Rowe brillaron-. Lo que hoy conocemos como Internet será dentro de poco algo soso y aburrido. Tritón Global será el responsable de gran parte del cambio. De hecho, si las cosas salen correctamente, estaremos a la cabeza del cambio. La educación, la medicina, el trabajo, los viajes, los entretenimientos, nuestros hábitos de comida, de relación, de consumo y de producción, todo lo que los seres humanos hacen será transformado. La pobreza, los prejuicios, los crímenes, las injusticias, las enfermedades desaparecerán aplastadas por el peso de la información, del descubrimiento. Se acabará la ignorancia. El conocimiento almacenado en miles de bibliotecas, la suma del conocimiento humano, será accesible a cualquiera. Al final, el mundo de los ordenadores tal como lo conocemos en la actualidad se transformará en una red global interactiva de un potencial ilimitado. -Se acomodó las gafas-.Todo el conocimiento del mundo, la solución a cualquier problema, estará a su disposición con sólo tocar una tecla. Es el siguiente paso natural.
– ¿Una persona podrá conseguir todo eso de un ordenador? -El tono del agente era escéptico.
– ¿No le parece una visión conmovedora?
– Me causa pavor.
– ¿Cómo es posible que le dé tanto miedo? -preguntó Rowe, incrédulo.
– Quizá me he vuelto un poco cínico después de veinticinco años de trabajar en lo que trabajo para ganarme la vida. Pero usted me dice que un tipo puede conseguir toda esa información y ¿sabe qué es lo primero que se me ocurre?
– No, ¿qué?
– ¿Qué pasará si el tipo es malo? -Rowe no reaccionó-. ¿Qué pasará si aprieta una tecla y borra todo el conocimiento del mundo? -El agente chasqueó los dedos-. ¿Lo destruye todo? O sencillamente estropea el invento. Entonces ¿qué demonios haremos?
– Los beneficios de la tecnología superan con mucho cualquier riesgo potencial. Quizá no esté de acuerdo conmigo, pero los años venideros me darán la razón.
Sawyer se rascó la coronilla.
– Supongo que es demasiado joven para saberlo, pero allá en los cincuenta, nadie creía que las drogas ilegales llegarían a ser un problema grave.
Los dos hombres continuaron la visita.
– Tenemos otras cinco instalaciones como éstas por todo el país.
– Debe ser bastante caro.
– Desde luego. Gastamos más de diez mil millones de dólares al año en investigación y desarrollo.
– Habla de cifras que ni siquiera puedo imaginar. Claro que sólo soy un burócrata que se pasa el día rascándose la nariz a costa del erario público.
– A Nathan Gamble le encanta criticar a la gente -señaló Rowe, sonriente-. Creo que con usted se llevó una sorpresa. Por razones obvias, no aplaudí su actitud, pero consideré seriamente que se merecía una ovación.
– Hardy me dijo que tenía usted su propia compañía, y que era de primera fila. Si no le molesta que le pregunte, ¿cómo es que se asoció con Gamble?
– Dinero. -Rowe hizo un gesto que abarcó el recinto donde estaban-. Esto cuesta miles de millones de dólares. A mi compañía le iba bien, pero había montones de compañías a las que les iba bien en la bolsa. Lo que la gente no parece entender es que si bien el precio de las acciones de mi compañía pasaron a valer de los diecinueve dólares la acción el día que salieron al mercado a los ciento sesenta dólares seis meses después, nosotros no vimos ni un duro. El dinero fue para la gente que compró las acciones.
– Pero usted tendría un buen paquete.
– Sí, pero siendo las leyes de valores lo que son, y los fondos de garantía, no podía vender ni una. Sobre el papel era una fortuna. Sin embargo, la empresa tenía que luchar para salir adelante. Las inversiones en investigación y desarrollo nos estaban comiendo vivos, no teníamos ganancias -explicó Rowe con tono amargo.