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La culata. La culata rajada, que se había roto cuando se le había caído al intentar sacarla del armario de su casa. El asesino tenía su pistola. Había asesinado a dos hombres con su pistola.

Otra visión apareció en su cerebro. La cinta con la conversación de Jason con ella. La cinta también estaba allí, con los dos cadáveres. La razón por la que le habían dejado vivir estaba muy clara. Le habían dejado viva para que se pudriera en la cárcel por asesinato. Como una niña asustada, corrió hasta un rincón de la oficina y se sentó en el suelo. Temblaba incontroladamente mientras lloraba y gemía con auténtica desesperación.

Capítulo 47

Sawyer todavía miraba la foto de Steven Page. Tenía la impresión de que el rostro del muerto se hacía cada vez más grande y llegó un momento en que tuvo que volverle la espalda antes de que le engullera.

– Di por hecho que era la foto de uno de los hijos de Lieberman. Estaban todas juntas sobre una mesa. En ningún momento recordé que él tenía dos hijos y no tres. -Jackson se dio una palmada en la frente-. No me parecía importante. Entonces fue cuando la investigación pasó de Lieberman a Archer -Jackson meneó la cabeza, desconsolado.

Sawyer se sentó en el borde de la mesa. Sólo sus más allegados habrían advertido que el veterano agente se había llevado una sorpresa mayúscula.

– Lo siento, Lee. -Jackson echó otra ojeada a la foto y se encogió compungido.

– No es culpa tuya, Ray. -Sawyer le palmeó la espalda-. A mí tampoco me hubiera parecido importante. -El agente se apartó de la mesa y comenzó a pasearse por la sala-. Pero ahora sí que lo es. Tendremos que verificar que efectivamente es Steven Page, aunque no tengo la menor duda. -Se detuvo bruscamente-. Eh, Ray, la policía de Nueva York nunca consiguió averiguar cómo Page consiguió todo ese dinero, ¿verdad?

– Quizá Page chantajeaba a Lieberman -señaló Jackson más animado-. Quizá le amenazó con revelar que tenía una amante. Los dos se movían en los mismos círculos profesionales y financieros. Eso explicaría el dinero de Page.

– Al parecer mucha gente conocía la historia de la amante. -Sawyer meneó la cabeza-. No creo que el tema diera mucho para un chantaje. Además, la gente no acostumbra a tener la foto del chantajista junto con las de los hijos -Jackson mostró una expresión compungida-. No, creo que esto es algo más profundo. -Sawyer se apoyó contra la pared, cruzó los brazos y hundió la barbilla en el pecho-. Por cierto, ¿qué has averiguado de la escurridiza amante?

Jackson se tomó un momento para consultar un expediente.

– Nada de nada. Hablé con varias personas que habían oído rumores, aunque todos se apresuraron a señalar que carecían de fundamentos. Tenían pánico a que se les mencionara o a verse involucrados. El trabajo fue mío para tranquilizarlos. La cuestión es que parece un asunto endiablado: todos habían oído hablar de ella, incluso me la describieron bastante bien aunque cada descripción era una poco distinta a las demás. Pero…

– Pero nadie te dijo que había conocido personalmente a la dama.

– Sí, así es. -Jackson hizo una mueca-. ¿Cómo lo sabes?

– Ray, ¿alguna vez has jugado a ese juego en el que alguien te dice una cosa y tú se la cuentas a otro, y éste al siguiente? Cuando el último recibe la información, ésta no se parece en nada a lo que dijo el primero. Otro tanto pasa con los rumores. Se difunden y todo el mundo se lo cree a pies juntillas, llegan a jurar que han visto con sus propios ojos lo que sea, y sin embargo no es verdad.

– Coño, sí. Mi abuela lee el Star. Se cree todo lo que lee y es capaz de jurar que vio a Liz Taylor y a Elvis subir al transbordador espacial.

– Eso es. No es verdad en absoluto, pero la gente te dirá que sí, lo creen con los ojos cerrados, sólo porque lo leyeron o alguien se lo dijo, sobre todo si lo oyen de más de una persona.

– ¿Estás diciendo…?

– Digo que no creo que la amante rubia existiera, Ray. En cambio, sí creo que la inventaron con un propósito específico.

– ¿Cuál?

Sawyer inspiró con fuerza antes de responder.

– Para ocultar el hecho de que Arthur Lieberman y Steven Page eran amantes.

Jackson se sentó mientras miraba a su compañero, boquiabierto.

– ¿Lo dices en serio?

– ¿Qué me dices de la foto de Page junto a la de sus hijos? ¿De las cartas de amor que encontraste en el apartamento? ¿Por qué no estaban firmadas? Te apuesto la paga de la semana a que la escritura coincide con la de Steven. Y para acabar, ¿cómo llegó Steven Page a millonario con el sueldo de empleado? En cambio, es algo muy factible si por una de esas tú estás durmiendo con el tipo que convierte a mucha gente en millonaria.

– Vale, pero ¿a qué viene inventarse una amante? Podría haberle costado el cargo de presidente.

– En estos tiempos, Ray, ¿quién sabe? Si ése fuera el criterio, una buena parte de los líderes políticos de este país tendrían que hacer las maletas y volverse a casa. Y la cuestión es que no le impidió ser el presidente de la Reserva. Pero ¿cuál crees que hubiera sido el resultado si se descubría que Lieberman era homosexual y que tenía un amante veinteañero? No olvides que la comunidad financiera de este país es una de las más conservadoras del mundo.

– De acuerdo, le hubieran dado por el culo, eso está claro. Es la historia de la doble moral. No pasa nada si cometes adulterio siempre que sea con alguien del sexo opuesto.

– Eso es. Te inventas un ligue heterosexual falso para tapar el homosexual verdadero. Solían hacerlo en Hollywood con los grandes actores que no se sentían atraídos por el sexo opuesto. Los estudios organizaban falsos matrimonios. Un montaje de lo más complicado para preservar una carrera lucrativa. La historia de Lieberman no era perfecta, pero le consiguió el puesto. No sabemos si la esposa estaba enterada o no, pero él le dio una pasta, así que no creo que esté dispuesta a hablar del asunto. Los dos implicados están muertos. Por lo tanto, ¿quién dirá algo?

– Joder. -Jackson se enjugó el sudor de la frente mientras miraba a Sawyer, intrigado-. Si ese es el caso, entonces la muerte de Steven Page fue un suicidio; no había ningún motivo para asesinarle.

– Había todos los motivos del mundo para matarle, Ray -replicó Sawyer.

– ¿Por qué?

Sawyer hizo una pausa, se miró las manos por un momento, antes de responder a la pregunta en voz baja.

– ¿Quieres que intente adivinar cómo contrajo el Sida Steven Page?

– ¿Lieberman? -dijo Jackson, atónito.

– Me gustaría saber si Lieberman era seropositivo.

La confusión de Jackson se aclaró en el acto.

– Si Page sabía que era un enfermo terminal, no tenía ningún motivo para mantenerse callado.

– Eso es. Que tu amante te contagie una enfermedad mortal no es algo que inspire lealtad. Steven Page tenía en sus manos el destino profesional de Arthur Lieberman. A mi modo de ver eso equivale a un motivo de asesinato.

– Por lo que parece, tendremos que enfocar este caso desde una perspectiva absolutamente nueva.

– Correcto. Ahora mismo tenemos un montón de sospechas, pero ni una sola cosa concreta que presentar a un fiscal.

Jackson se levantó de la silla y comenzó a ordenar los expedientes.

– ¿Entonces crees que Lieberman mandó matar a Page?

Jackson se volvió al ver que Sawyer no le respondía. Su compañero miraba al vacío.

– ¿Lee?

– Yo nunca dije eso, Ray.

– Pero…

– Nos veremos por la mañana. Vete a dormir, te vendrá bien descansar un poco. -Sawyer caminó hacia la puerta-. Tengo que hablar con alguien.

– ¿Con quién?

– Con Charles Tiedman, presidente del banco de la Reserva Federal en San Francisco -le respondió Sawyer por encima del hombro-. Lieberman no tuvo la oportunidad de hablar con él. Creo que es hora de que alguien lo haga.

Sawyer salió mientras Jackson continuaba ordenando los expedientes.

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