Nota del Autor
El avión presentado en las páginas precedentes, el Mariner L800, es ficticio, aunque algunos de los datos indicados en el libro se basan en verdaderos aviones comerciales. Sabiendo eso, los entusiastas de los aviones no tardarán en señalar que el sabotaje del vuelo 3223 está lejos de ser verídico. Los «errores» descritos fueron totalmente intencionados. Mi objetivo al escribir este libro no ha sido el de preparar un manual de instrucciones para causar daño a las personas.
Con respecto al Consejo de la Reserva Federal, será suficiente con decir que la idea de que el destino económico de este país estuviera controlado en buena medida por un puñado de personas que se reúnen en secreto, sin ser supervisados por nadie, fue irresistible para mí desde el punto de vista del narrador. En honor a la verdad, es muy probable que más bien haya atenuado el control de hierro que ejerce la Reserva Federal sobre las vidas de todos nosotros. Para ser justos, sin embargo, y con el transcurso de los años, hay que decir que la Reserva Federal ha permitido que este país navegue bastante bien a través de aguas muy bravas. Su trabajo no es fácil y dista mucho de ser una ciencia exacta. Aunque los resultados de las acciones de la Reserva Federal puedan ser dolorosos para muchos de nosotros, podemos estar razonablemente seguros de que esas decisiones se toman teniendo en cuenta el conjunto del bien del país. No obstante, y con tanto poder concentrado en una esfera tan pequeña y aislada, la tentación de obtener océanos de beneficios ilegales nunca puede estar muy lejos de la superficie. ¡Y las historias que uno podría escribir!
Por lo que se refiere a los aspectos tecnológicos de los ordenadores incluidos en Control total, todos ellos son perfectamente plausibles, al menos en la medida de mis capacidades de investigación, aunque no se hayan utilizado a plena escala o quizá incluso hayan quedado obsoletos, aunque cueste creerlo. No puede negarse la importancia de los numerosos beneficios de la tecnología de los ordenadores; no obstante, cuando se pueden obtener beneficios a tan gran escala, también existe inevitablemente la otra cara de la moneda. A medida que los ordenadores de todo el mundo queden vinculados en una red global, se corre el riesgo, que aumenta proporcionalmente, de que una sola persona pueda llegar a ejercer algún día el «control total» sobre ciertos aspectos importantes de nuestras vidas. Y, como se pregunta Lee Sawyer en la novela: «¿Qué pasará si el tipo es malo?».
David Baldacci
Washington, D. C.
enero de 1997
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