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La había querido, sin embargo.

Le parecía que la había querido, era algo también vago. En cualquier caso, pensaba haber tenido relaciones con una mujer.

Y no sólo con una.

Eso le parecía, sí. En su vida, debían de haberse producido algunos acontecimientos maravillosos, pero era algo tan lejano, que tan sólo le quedaban de ello algunas vagas impresiones, como un cliché expuesto insuficientemente que no deja aparecer más que los contornos, sea cual sea el tiempo que ha pasado en el revelador.

Sin embargo, alguna muchacha debía de haberle emocionado, dejado algunos pequeños recuerdos.

Sólo sus labios finos, bien dibujados, de un rojo vivo cuando decían que no, le volvían a la memoria. Y cuando ella decía que no, su cuerpo debía obedecerle.

¿Y qué más?

Ella ha querido que él apagara la lámpara, ha dicho que temía la luz…

Ella no lo ha dicho.

Lo ha dicho.

Bueno, dejemos estar si ella lo ha dicho o no, a continuación, ¿ha acabado encontrando esa dichosa llave?

De repente se ha acordado de que no estaba obligado a ir a aquella cita. Todo el mundo iba allí a charlar de sus cosas y de los demás, de gente que conocían, de tal que se había divorciado y de cual que estaba bien con tal otra, de tal libro, de tal obra de teatro o de tal película que acababan de estrenarse. Y más tarde, esos nuevos libros y películas, esas nuevas obras de teatro le parecían siempre igual de insípidos. O bien también hablarían de tal o cual mandamás que había pronunciado tal o cual discurso innovador que se demostraría que, en realidad, había sido dicho un número incalculable de veces. Siempre la misma cantinela. Si iba allí era únicamente porque no soportaba ya la soledad, pero a continuación tendría que regresar a su desordenada habitación.

¿Estaba abierta la puerta de su habitación?

Sí, ha empujado la puerta y se ha detenido delante de los libros y las revistas que tapizaban el suelo. Ha visto entonces su llave sin el llavero en el borde de la estantería, cerca de la ventana. Estaba oculta bajo el sobre de una carta pendiente de respuesta, puesta sobre el pie de la lámpara del escritorio. Y, salvando el montón de libros, se ha introducido en la habitación.

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