– Para ti es una novela, pero para mí es la vida misma. De hecho, no podré escribir nunca la novela.
– Tan pronto como se habla de piojos, todo el mundo, temiendo serlo, quiere atraparlos, ¿qué se le puede hacer?
– ¿Y si a todo el mundo le importa un bledo?
– La gente tiene miedo de que la detengan, eso es todo.
– Pero tú, precisamente, ¿no quieres atraparlos, verdad?
– Y por dicha razón quieren atraparme a mí.
– ¿Es por eso por lo que vas a seguir corriendo mundo por esas carreteras?
– En cualquier caso, es mejor así, ¿no? ¿Me habría atrevido, de lo contrario, a venir a tomar algo contigo? Me hubiera largado hace ya tiempo, como el hombre salvaje.
– Y tampoco yo te daría protección en mi casa. O bien, ¿nos largamos los dos como unos hombres salvajes?
Y se sienta entre risas en la hamaca.
– Este final es mejor dejarlo correr -dice a su vez tras un momento de reflexión.