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– ¿Qué te dijo?

– Muchísimas cosas. Al parecer, su padre estuvo muy nervioso durante las últimas dos semanas. No quería que ellos le visitaran. Había comenzado a llevar un arma, cosa que no había hecho en años. De hecho, Lee, llevó un revólver en el viaje a Nueva Orleans. Lo encontraron en la maleta junto al cadáver. El pobre desgraciado no tuvo ocasión de utilizarlo.

– ¿Por qué dejó Nueva York y se vino aquí, si su familia seguía allí?

– Ese es un punto interesante -señaló Jackson-. La esposa no quiso opinar. Sólo dijo que el matrimonio se había hundido y nada más. En cambio, la hija cree otra cosa.

– ¿Te dio alguna razón?

– El hermano menor de Ed Page también vivía en Nueva York. Se suicidó hará cosa de unos cinco años. Era diabético. Se inyectó una sobredosis de insulina después de emborracharse. Los dos hermanos estaban muy unidos. Según la muchacha, su padre nunca volvió a ser el mismo después de aquello.

– Entonces, ¿lo único que quería era cambiar de ciudad?

– Por lo que deduje de la charla con la hija, Ed Page estaba convencido de que la muerte de su hermano no fue un suicidio o accidental.

– ¿Creía que le habían asesinado?

Jackson asintió.

– ¿Por qué?

– He pedido una copia del expediente a la policía de Nueva York. Quizás encontremos algunas respuestas, aunque cuando hablé con el inspector que se encargó del caso, me dijo que todas las pruebas señalaban hacia el suicidio o un accidente. El tipo estaba borracho.

– Si se suicidó, ¿alguien sabe por qué?

– Steven Page era diabético, así que no gozaba de mucha salud. Según la hija de Page, su tío nunca conseguía normalizar la insulina. Aunque sólo tenía veintiocho años cuando murió, sus órganos internos habían sufrido un desgaste de una persona mucho mayor. -Jackson hizo una pausa para mirar sus notas-. Para colmo, Steven Page acababa de descubrir que era seropositivo.

– Mierda. Eso explica la borrachera -exclamó Sawyer.

– Es probable.

– Y quizás el suicidio.

– Eso es lo que cree la policía de Nueva York.

– ¿Se sabe cómo se contagió?

– Nadie lo sabe; al menos, oficialmente. Aparece en el informe del forense pero no pueden determinar el origen. Se lo pregunté a la ex esposa de Ed, que no sabía nada. En cambio, la hija me dijo que su tío era gay. No con todas las letras, pero estaba bastante segura y cree que así pilló el Sida.

Sawyer se rascó la cabeza y resopló, intrigado.

– ¿Hay algún vínculo entre el presunto asesinato de un homosexual cometido en Nueva York hace cinco años, la traición de Jason Archer a su empresa y un avión que se estrelló en un campo de Virginia?

– Quizá, por alguna razón que desconocemos, Page sabía que Archer no estaba en aquel avión -respondió Jackson.

Por un instante, Sawyer se sintió culpable. Por su conversación con Sidney -una conversación que no había compartido con su compañero- estaba enterado de ese hecho.

– Por lo tanto -dijo-, cuando Jason Archer desapareció, pensó en seguirle la pista a través de la esposa.

– Eso parece bastante lógico. Puede ser que los de Tritón contrataran a Page para que investigara las filtraciones, y el tipo descubrió a Archer.

– No lo creo -señaló Sawyer-. Entre el servicio de seguridad de la compañía de Hardy y el personal propio tienen gente de sobra para ese trabajo.

Una mujer entró en la sala con una carpeta y se la dio a Jackson.

– Ray, esto lo acaba de enviar por fax la policía de Nueva York.

– Gracias, Jennie.

La mujer se marchó, y Jackson comenzó a leer el expediente mientras Sawyer hacía un par de llamadas.

– ¿Es el expediente de Steven Page? -preguntó Sawyer.

– Sí, y es muy interesante.

Sawyer se sirvió una taza de café y se sentó junto a su compañero.

– Steven Page estaba empleado en Fidelity Mutual en Manhattan -le informó Jackson-. Una de las compañías de inversiones más grandes del país. Vivía en un bonito apartamento; tenía la casa llena de antigüedades, pinturas, un armario lleno de trajes de Brooks Brothers; un Jaguar en el garaje. Además, tenía una magnífica cartera de inversiones: acciones, bonos, fondos, cédulas. Más de un millón de dólares.

– No está mal para un jovencito de veintiocho años. Son los tipos metidos en inversiones los que se llevan el gato al agua. Mocosos que ganan millones haciendo Dios sabe qué. Supongo que jodiendo a la gente como tú y yo.

– Sí, pero Steven Page no era un banquero. Trabajaba de analista financiero, estudiaba el mercado. Cobraba un sueldo, y según este informe, tampoco cobraba mucho.

– Entonces ¿cómo es que tenía esa cartera de inversiones? -Sawyer frunció el entrecejo-. ¿Utilizó fondos de Fidelity?

– La policía lo investigó. No faltaban fondos de Fidelity.

– Entonces, ¿a qué conclusión llegaron?

– Creo que a ninguna. A Page lo encontraron solo en el apartamento, con la puerta y las ventanas cerradas desde el interior. Y en cuanto el informe del forense mencionó el posible suicidio con una sobredosis de insulina, se despreocuparon del asunto. Por si no lo sabes, Lee, en Nueva York se les amontonan los casos de homicidios.

– Gracias por la información, Ray. ¿Quién fue el heredero?

Jackson echó una ojeada al informe.

– Steven Page no dejó testamento. Sus padres habían muerto, era soltero y no tenía hijos. Su hermano, Edward, como único pariente, lo heredó todo.

– Eso es interesante.

– No creo que Ed Page se cargara a su hermano menor para pagar la educación de sus hijos. Por lo que averigüé, él fue el primer sorprendido cuando se enteró de que su hermano era millonario.

– ¿Hay algo en el informe de la autopsia que te parezca raro?

Jackson cogió dos páginas de la carpeta y se las pasó a Sawyer.

– Steven Page murió como consecuencia de una sobredosis de insulina. Se inyecto a sí mismo en el muslo. Es el lugar habitual para los diabéticos. Había marcas anteriores que lo confirman. En la jeringuilla sólo había sus huellas digitales. El informe de toxicología señala que el nivel de alcohol en sangre era de uno coma ocho. Esto no le ayudó mucho cuando se inyectó la sobredosis. El algor mortis indicó que llevaba muerto unas doce horas cuando lo encontraron; la temperatura del cuerpo era de unos veintiséis grados. El rigor mortis era total, cosa que corrobora la hora de la muerte señalada por la temperatura corporal e indica que ocurrió entre las tres y las cuatro de la mañana. El tipo murió donde lo encontraron.

– ¿Quién lo encontró?

– La mujer de la limpieza. Seguramente, no fue un espectáculo agradable.

– La muerte nunca lo es. ¿Dejó alguna nota?

Jackson meneó la cabeza.

– ¿Page hizo alguna llamada antes de palmarla?

– La última llamada que hizo Steven Page desde su apartamento fue a las siete y media de la tarde anterior.

– ¿A quién llamó?

– A su hermano.

– ¿La policía habló con Ed Page?

– Desde luego. En cuanto se enteraron de que Steven Page era rico.

– ¿Ed Page tenía una coartada?

– Una muy buena. Como sabes, en aquel tiempo era policía. Estaba trabajando en una operación antidroga con otros agentes en el Lower East Side a la hora de la muerte de su hermano.

– ¿Le preguntaron sobre la conversación telefónica?

– Declaró que su hermano parecía desesperado. Steven le dijo que era seropositivo. Page señaló que por el tono le pareció que estaba borracho.

– ¿No fue a verlo?

– Dijo que lo intentó, pero que su hermano no quiso saber nada. Al final acabó por colgarle el teléfono. Ed Page lo llamó un par de veces sin resultado. Entraba de servicio a las nueve. Decidió dejar tranquilo a su hermano e ir a verlo a la mañana siguiente. Acabó el turno a las diez de la mañana. Se fue a casa a dormir unas horas, y a eso de las tres de la tarde fue a la oficina de su hermano en el centro. Allí le dijeron que no había ido a trabajar y, entonces, se dirigió al apartamento de Steven. Llegó casi con los de homicidios.

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