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Entonces se recogió las faldas y caminó hacia él con su arco, ansioso por cazarlo. En eso vio una cigarra que gozaba de la sombra, olvidada de todo lo demás. Y vio un cortón, un insecto mayor, que saltaba y la capturaba, olvidando en el acto su propio cuerpo, sobre el cual cayó inmediatamente el extraño pájaro, para hacerlo su presa. Y esto fue lo que hizo que el pájaro olvidara su propio ser.

– ¡Ay! -exclamó Tschnangtsé con un suspiro-. ¡Cómo se lastiman unas a otras las criaturas del mundo! La pérdida sigue a la búsqueda de la ganancia.

Entonces abandonó su arco y se marchó a su casa, echado por el guardián del jardín que quería saber qué estaba haciendo allí.

Durante tres meses, después de esto, Tschuangtsé no abandonó su casa; y por fin Lin Chü le preguntó:

– Maestro, ¿cómo es que no sales hace tanto tiempo?

– Mientras cuidaba de mi armazón física -respondió Tschuangtsé- perdí de vista a mi verdadero yo. Por mirar aguas enlodadas, perdí de vista el claro abismo. Además, he aprendido del Maestro lo que sigue:

"Cuando vayas al mundo, sigue sus costumbres". Pues cuando caminaba por el parque de Tiao-Ling olvidé mi verdadero yo. Ese extraño pájaro, que junto a mí voló hasta el bosquecillo de castaños, olvidó su ser. El cuidador del bosquecillo de castaños me tomó por ladrón. Por esto no he salido ( [12]).

Tschuangtsé era el elocuente discípulo de Laotsé, como Mencio fue el elocuente discípulo de Confucio, separados ambos de sus maestros por un siglo aproximadamente. Tschuangtsé fue contemporáneo de Mencio, como Laotsé fue probablemente contemporáneo de Confucio. Pero Mencio convino con Tschuangtsé en que hemos perdido algo y que corresponde a la filosofía descubrir y recobrar lo perdido: en este caso, "un corazón de niño", según Mencio. "Un gran hombre es aquel que no ha perdido el corazón de un niño", dice este filósofo.Mencio considera el efecto de la • vida artificial de la civilización sobre el corazón juvenil nacido en el hombre como algo similar a la deforestación de nuestras colinas:

Hubo una vez una época en que los bosques de la Montaña Níu eran hermosos. Pero ¿se puede considerar hermosa a la montaña desde que, por estar situada cerca de una gran ciudad, los leñadores han talado los árboles? Los días y las noches le dieron descanso, y las lluvias y el rocío siguieron nutriéndola, y continuamente surgía del suelo una nueva vida, pero luego las vacas y Izs ovejas comenzaron a pastar en ella. Por eso es que parece tan pelada la Montaña Niu, y cuando la gente ve su calvicie imagina que nunca hubo árboles en la montaña. ¿Es ésta la verdadera naturaleza de la montaña? ¿Y no hay también un corazón de amor y de rectitud en el hombre? Pero ¿cómo puede permanecer hermosa la naturaleza cuando es talada cada día, como derriba el leñador los árboles con su hacha? Es cierto que las noches y los días cicatrizan, y existe el aire nutricio de la primera alborada, que tiende a mantenerle sano y normal, pero este aire matinal es débil, y pronto le destruye lo que hace el hombre durante el día. Con este continuo talar del espíritu humano, el descanso y la recuperación que se obtienen durante la noche no son suficientes para mantener su nivel, y cuando la recuperación nocturna no basta para mantener su nivel, el hombre se degrada hasta un estado no lejano del de la bestia. La gente ve que procede como una bestia, e imagina que nunca hubo en él un verdadero carácter. Pero, ¿es ésta la verdadera naturaleza del hombre?

II. PASIÓN. SABIDURÍA Y VALENTÍA: MENCIO

El carácter ideal más capaz de gozar de la vida es un alma cálida, despreocupada e intrépida. Mencio enumeró las tres "virtudes maduras" de su "grande hombre" así: "sabiduría, compasión y valentía". Me gustaría tajar una sílaba y considerar que las cualidades de un alma grande son la pasión, la sabiduría y la valentía. Por fortuna, tenemos en este idioma la palabra "pasión", que en su empleo corresponde muy de cerca a la palabra china ch'ing. Ambas palabras comienzan con un significado más estrecho, de pasión sexual, pero ambas tienen una significación mucho más amplia. Como dice Chang Ch'ao: "Una naturaleza apasionada siempre ama a las mujeres, pero uno que ama a las mujeres no es necesariamente una naturaleza apasionada." Y también: "La pasión sostiene el fondo del mundo, mientras el genio pinta el techo". Porque a menos que tengamos pasión, no tendremos nada con qué comenzar la vida. La pasión es el alma de la vida, la luz de las estrellas, el tono de la música y de la canción, el júbilo de las flores, el plumaje de las aves, el encanto de la mujer y la vida en el estudio. Es imposible hablar de un alma sin pasión, como es imposible hablar de música sin expresión. Es lo que nos da calor interno y esa rica vitalidad que nos permite afrontar animosamente la vida.

O quizás me equivoque al elegir la palabra "pasión" cuando hablo de aquello a que se refieren los escritores chinos cuando dicen ch'ing. ¿Debería traducirla con la palabra "sentimiento", que es más suave y no sugiere tantas cualidades tumultuosa como una tormentosa pasión? O quizá significamos con esta palabra algo muy similar a lo que llamaron "sensibilidad" los primeros románticos, algo que hallamos en un alma cálida, generosa y artística. Es extraño que, entre los filósofos occidentales, tan pocos, salvo Emerson, Amiel, Joubert y Voltaire, tengan algo bueno que decir de la pasión. Quizá estemos discutiendo solamente por palabras que significan la misma cosa. Pero entonces, si pasión es diferente de sentimiento y significa algo tumultuoso y turbador, entonces no tenemos una palabra china que la iguale, y tendremos que volver a la vieja voz ch'ing. ¿Es éste un índice de diferencia en temperamentos raciales, o la ausencia, en el pueblo chino, de pasiones grandiosas y apremiantes, que devoran el alma de quien las siente y forman el material de la tragedia en la literatura occidental? ¿Es ésta la razón por la cual la literatura china no ha desarrollado la tragedia en el sentido griego, por la cual los personajes trágicos chinos, en el momento crítico, lloran, entregan sus amadas al enemigo o, como en el caso de Ch'u Pawang, apuñalan a sus amadas y se clavan luego el puñal en el pecho? Esta clase de final no satisfaría a un público occidental, pero tal como es la vida china es la literatura china. El hombre lucha con el destino, renuncia a la batalla, y la tragedia viene después, en un cúmulo de reminiscencias, de vanos lamentos y anhelos, como lo vemos en la tragedia del Emperador T'ang Minghuang, que después de conceder el suicidio de su amada reina para aplacar a un ejército rebelde, vive en un mundo de sueños, con el recuerdo de ella. El sentido trágico se muestra en la parte restante de la pieza de teatro, mucho después del desenlace, en un grave crescendo de pesar. Cuando viaja en su destierro, el rey oye la distante música de las campanitas de las vacas, en las colinas, un día lluvioso, y compone la "Canción de la lluvia en las campanitas de las vacas", en honor de su reina; todo lo que ve o toca, un chai perfumado que mantiene todavía el viejo aroma, o una vieja sirvienta de la corte, le recuerdan su amada reina, y la pieza termina cuando el rey busca el alma de su reina con la ayuda de sacerdotes taoístas en la morada de los Inmortales. Así, pues, tenemos una sensibilidad romántica, si no se nos permite hablar de ella como de una pasión. Pero es pasión dulcificada hasta que es un suave resplandor. Por eso es característico de los filósofos chinos que, si bien desdeñan los "deseos" humanos (en el sentido de las "siete pasiones"), jamás han desdeñado la pasión o el sentimiento mismo, sino que lo han convertido en base misma de una vida humana normal, tanto que consideran "la pasión entre marido y mujer como fundamento mismo de toda vida humana normal".

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[12] De la traducción del profesor H. A. Giles, Chuang Tzu (Quatrich»-' Londres), que es una traducción completa de las obra» de Tschuangtsé.

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