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Está mal, pues, hablar de un pagano como de un hombre irreligioso; irreligioso es solamente como hombre que se niega a creer en una variedad especial de la revelación. Un pagano cree siempre en Dios, pero no le gusta decirlo, por temor a que no se le comprenda. Todos los paganos chinos creen en Dios, y la designación más común que se le da en la literatura china es el término chaowa, o sea, el Creador de las Cosas. La única diferencia consiste en que el pagano chino es tan honesto que deja al Creador de las Cosas en una aureola de misterio, y siente por él una especie de pasmada piedad y reverencia. Lo que es más, este sentimiento le basta. Tiene conocimiento también de la belleza de este universo, de la habilidad artística de las mil cosas de esta creación, el misterio de las estrellas, la grandeza del cielo, y la dignidad del alma humana. Pero también esto le basta. Acepta la muerte como acepta el dolor y el sufrimiento, y los pesa contra el don de la vida y la fresca brisa campestre y la clara luna de la montaña, y no se queja. Considera que doblegarse ante la voluntad del Cielo es la actitud verdaderamente religiosa y pía, y la llama "vivir en el Tao". Si el Creador de las Cosas quiere que muera a los setenta años, muere complacido a los setenta años. Cree también que "el camino del cielo siempre da la vuelta",-y que no hay una injusticia permanente en el mundo. No pide más.

CAPITULO XIV. EL ARTE DE PENSAR

I. LA NECESIDAD DEL PENSAMIENTO HUMANIZADO

Pensar es un arte, no una ciencia. Uno de los mayores contrastes entre el estudio chino y el occidental es que en Occidente hay un conocimiento tan especializado, y un conocimiento tan poco humanizado, en tanto que en China preocupan más los problemas de vivir, y no hay ciencias especializadas. Vemos en Occidente una invasión del pensamiento científico en el reino del conocimiento humanizado, que se caracteriza por una alta especialización y por el profuso empleo de terminologías científicas o semicientíficas. Hablo de pensamiento "científico" en su sentido vulgar, y no del verdadero pensamiento científico, que no se puede divorciar del sentido común por un lado y de la imaginación por otro. En su sentido común, este pensamiento "científico" es estrictamente lógico, objetivo, sumamente especializado y "atómico" en su método y visión. El contraste entre los dos tipos de estudio, el oriental y el occidental, se remonta a la oposición entre la lógica y el sentido común. La lógica, privada del sentido común, se hace inhumana, y el sentido común, privado de la lógica, es incapaz de penetrar en los misterios de la naturaleza.

¿Qué encuentra uno al recorrer el terreno de la literatura y la filosofía chinas? Comprueba que no hay ciencias, ni teorías extremas, ni dogmas, y en realidad no hay escuelas de filosofía muy divergentes. El sentido común y el espíritu razonable han aplastado todas las teorías y todos los dogmas. Como el poeta Po Chüyi, el sabio chino "utilizó el confucianismo para ordenar su conducta, utilizó el budismo para limpiar su mente, y después utilizó la historia, la pintura, las montañas, los ríos, el vino, la música y las canciones para calmar su espíritu". ( [77]) Vivía en el mundo, pero estaba fuera del mundo.

China, por lo tanto, llega a ser una tierra donde nadie trata mucho de pensar, y todos tratan mucho de vivir. Se convierte en una tierra donde la filosofía misma es una cosa tan sencilla y llena de sentido común que puede ponerse tan convenientemente en dos versos como en un pesado volumen. Se convierte en una tierra donde no hay sistema de filosofía, en términos generales, ni lógica, ni metafísica, ni jerga académica; donde hay mucho menos dogmatismo académico, menos fanatismo intelectual o práctico, y menos términos abstractos y palabras extensas. No es posible jamás ninguna suerte de racionalismo mecanicista, y se odia profundamente la idea de la necesidad lógica. Se convierte también en una tierra donde no hay abogados en la vida de negocios, ni lógicos en filosofía. En lugar de sistemas de filosofía muy ponderados, sólo tienen un íntimo sentimiento de la vida, y en lugar de un Kant o un Hegel sólo tienen ensayistas, epigramistas y escritores de acertijos budistas y de parábolas taoístas.

La literatura de China, en conjunto, nos presenta un desierto de poemas breves y ensayos cortos, al parecer interminables para quien no los aprecia, pero tan llenos de variedad y de inagotable belleza como un panorama silvestre. Sólo tenemos ensayistas y escritores de cartas que tratan de poner sus sentimientos de la vida en una breve nota o en un ensayo de trescientas o quinientas palabras, por lo común mucho más corto que una composición escolar en Occidente. En estos escritos al descuido, cartas, diarios, notas literarias y ensayos, se encuentran, aquí un breve comentario sobre las vicisitudes de la fortuna, allí la historia de una mujer que se suicidó en la aldea vecina, o el relato de una placentera fiesta primaveral, o un festín en la nieve, o un paseo en bote durante una noche de luna, o un atardecer pasado en un templo mientras fuera brama la tormenta, y generalmente con la inclusión de las frases cruzadas en la conversación, que hicieron memorable la ocasión. Encontramos una hueste de ensayistas que a la vez son poetas, y poetas que son a la vez ensayistas, y que nunca escriben más de quinientas o setecientas palabras, en que toda la filosofía de la vida se expresa en realidad por una sola línea. Encontramos escritores de parábolas y epigramas y cartas de familia que no intentan coordinar sus pensamientos en un sistema rígido. Esto ha impedido el surgimiento de escuelas y sistemas. El intelecto es mantenido siempre a distancia por el espíritu de lo razonable, y aun más por la sensibilidad artística del escritor. En verdad, se desconfía del intelecto.

Apenas es necesario señalar que la facultad lógica es un arma muy poderosa de la mente humana, que hace posibles las conquistas de la ciencia. También sé que el progreso humano en Occidente sigue esencialmente controlado por el sentido común y por el espíritu crítico, que es mayor que el espíritu lógico y que, creo, representa la forma más alta de pensar, en Occidente. Me es innecesario añadir que hay un espíritu crítico mucho más desarrollado en Occidente que en China. Al señalar las debilidades del pensamiento lógico sólo me refiero a una deficiencia particular del pensamiento occidental, y a veces de la política occidental también, como por ejemplo, la Machtpolitik de los alemanes y los japoneses. La lógica también tiene su encanto, y considero el desarrollo de la novela policial como un producto sumamente interesante de la mente lógica, una forma de literatura que no ha podido desarrollarse en China. Pero también tiene sus inconvenientes la pura preocupación por el pensamiento lógico.

La característica sobresaliente del estudio occidental es su especializacíón y su división del conocimiento en departamentos diferentes. El exceso de desarrollo del pensamiento lógico y la especialización, con su fraseología técnica, ha producido un hecho curioso de la civilización moderna: el de que la filosofía ha sido tan relegada a un segundo plano, muy atrás de la política y la economía, que el hombre común puede pasarla por alto sin un resquemor de conciencia. El hombre común, y aun el hombre educado, siente que la filosofía es una "materia" sin la cual se puede pasar muy bien. Es por cierto una extraña anomalía de la cultura moderna, porque la filosofía, que debería estar junto al pecho y a la actividad de los hombres, es lo que se ha alejado más de la vida. No ocurría así en la civilización clásica de los griegos y los romanos, y no fue así en China, donde el estudio de la sabiduría de la vida formaba la principal ocupación de los estudiosos. O el hombre moderno no se interesa en los problemas de la vida, que son el tema propio de la filosofía, o nos hemos apartado mucho del concepto original de la filosofía. Se ha ensanchado tanto el alcance de nuestro conocimiento, y tenemos tantos "departamentos" de conocimiento celosamente guardados por sus respectivos especialistas, que la filosofía, en lugar de ser el primero de los estudios del hombre, sólo tiene ahora como campo aquel en que nadie quiere especializarse. Típico del estado de la educación moderna es el anuncio hecho por una universidad norteamericana: "El Departamento de Psicología se ha servido abrir las puertas del cuarto curso de Psicología a los estudiantes del tercer curso de Economía." El profesor del tercer curso de Economía, pues, encarga el cuidado de sus alumnos al profesor del cuarto curso de Psicología, con su cariño y bendición, mientras que, como canje de cortesías, permite que los alumnos del cuarto curso de Psicología pisen el sagrado recinto del tercero de Economía. En tanto, la Filosofía, Reina del Conocimiento,

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[77] Del epitafio que Po Chiiyí compuso para si mismo.

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