Toushan (amigo de Chin) dijo: "Quien mejor comprende el arte de viajar, en toda la historia, es Confucio, y el segundo es Wang Hsichih (reconocido como maestro de la caligrafía china)". Al pedírsele que se explicara, Toushan dijo: "Lo sé, en cuanto a Confucio, por las dos frases de que para él II. "LOS VIAJES DE MINGLIAOTSE" ( [56] )
a) la RAZÓN DE LA FUGA.
Mingliaotsé fue funcionario en un tiempo, y se cansó de las costumbres del mundo, de tener que decir cosas contra su corazón y de cumplir ceremonias contra las buenas formas. ¿Qué es "decir cosas contra su corazón"? Un huésped y su visitante se hacen una gran reverencia y después de unas pocas frases triviales acerca del tiempo no se atreven a hacer más comentarios. Personas que encontramos por primera vez nos estrechan la mano e insisten en que son nuestros amigos del alma, pero después de haberse separado de nosotros les somos y nos son completamente indiferentes. Cuando alabamos a una persona la comparamos al santo Poyi, y tan pronto como se marcha y nos da la espalda le comparamos al ladrón Cheh. Y cuando estamos sentados, cómodamente, gozando una conversación, tratamos de conservar una seca dignidad, aunque tenemos tanto que nos gustaría decir; y parloteamos acerca de nobles ideales, pero tenemos conductas inmorales. Por el temor de que abrirnos el pecho sería revelarla verdad, y que decir la verdad haría daño, echamos a un lado esos pensamientos y dejamos que la conversación derive sin objeto hacia temas triviales. A veces llegamos a ser actores y a suspirar o gritar para ocultar nuestros pensamientos, de manera que nuestros oídos, nuestros ojos, nuestra boca y nuestra nariz ya no son nuestros, y nuestro furor, nuestra alegría, nuestra risa y nuestras censuras ya no son auténticas. Tal es la convención establecida en la sociedad, y no hay manera de rectificarla. Y, ¿qué es "cumplir ceremonias contra las buenas formas"? Al tratar con nuestros semejantes, de cualquier rango que sean, hacemos reverencias y saludos el día entero, aunque sean viejos amigos nuestros. Sin razón nos disociamos de algunos, como si fuesen enemigos mortales, e igualmente sin razón tratamos de acercarnos a otros, aunque no tengan verdadera afinidad con nosotros. Apenas ha abierto la boca un noble cuando ya decimos: "¡Sí, señor!", vociferando, porque sólo necesita alzar una mano para que rueden nuestras cabezas. Observamos a dos personas que se visitan recíprocamente, y aunque les indigne verse las caras pasan los días ocupados en desmontar de sus caballos y dejarse sus tarjetas uno al otro. Pero visitar a un amigo para preguntar por su bienestar no debería ser solamente una fórmula vacía. ¿Quisieron que fuese así los reyes antiguos que establecieron estas ceremonias? Nos ponemos las túnicas y los cinturones, con la sensación de ser monos enjaulados, hasta el punto de que cuando un piojo nos pica en el cuerpo y sentimos comezón en la piel no podemos rascarnos. Y cuando marchamos ociosamente por las calles tememos desobedecer la ley. Inmediatamente, nuestros ojos miran a nuestra nariz, y no osamos dirigir la vista más allá de una breve distancia, y si miramos más allá de una breve distancia, otras personas nos mirarán para tratar de saber qué estamos haciendo. Cuando queremos acomodarnos, y la sensación es intensa, no nos atrevemos a detenernos sin alguna excusa. Los funcionarios superiores siempre tienen presente la espada por delante y la crítica de los demás por detrás. Las estaciones fría y cálida les causan molestias en el cuerpo, y el deseo de posesiones y el temor de la pérdida les causan molestias en el corazón. Así sufren pérdidas mayores que las que vienen del simple temor de ser incorrectos. Hasta los espíritus más nobles y caballerescos, que tienen cierto sentido de sabio desencanto y se complacen en ser lo que son, caen en la trampa una vez que son funcionarios. Por eso, por el deseo de emancipar su corazón y liberar su voluntad, Mingliaotsé se dispone a viajar por el País de los Indiferentes.
Acaso diga alguien: "He oído que el discípulo de Tao vive en la calma y no se siente solo, y vive en una muchedumbre y no siente el ruido. Vive en el mundo y no es del mundo, carece de esclavitud y no necesita la emancipación, y pronto crece de su axila izquierda un sauce, y un pájaro hace nido en la cima de su cabeza. Esto es lo más alto de la cultura de la quietud y la emancipación. Ser un sirviente en la cocina, o recoger desperdicios del suelo, es propio de las profesiones más bajas, pero el santo no se perturba por ellas. ¿No hace usted que su espíritu sea sirviente de su cuerpo, cuando teme las restricciones de la vida oficial, y cede al deseo de viajar por lugares inusitados?"
Y Mingliaotsé responde: "Quien ha logrado el Tao puede meterse en el agua sin mojarse, saltar a las llamas sin quemarse, caminar sobre la realidad como si fuera un vacío y viajar por un vacío como si fuera la realidad. Puede estar cómodo doquiera se encuentre, y solo en cualquier ambiente. Esto es natural en él. Pero yo no he logrado el Tao; yo soy solamente un amante del Tao. Quien ha logrado el Tao es dueño de sí, y para él se disuelve el universo. Arrojadle en la compañía de los ruidosos y los sucios, y será como una flor de loto que crece en agua fangosa, que es tocada por ella pero no sufre mácula. Por lo tanto, no tiene que elegir donde ir. No soy todavía competente para esto, porque soy como un sauce que sigue al viento: cuando está quieto el viento, quieto estoy yo, y cuando se mueve el viento, también me muevo. Soy como arena en el agua: limpia o fangosa según lo sea el agua. He logrado a menudo la pureza y la quietud por un día entero, y las he perdido luego en un momento; y a veces he logrado la pureza y la quietud por un año y las he perdido en un día. No me ha sido posible dejar todo, y no perturbarme por las cosas materiales que me rodean. Si un emperador pudiera seguir el Tao, ¿por qué tuvieron que ir Ch'ao Fu y Hsü Yu a la colina Chi y al río Ying? Si un príncipe pudiera seguir el Tao, ¿por qué tuvo que ir Sakyamuni a los Himalaya? Si un duque pudiera seguir el Tao, ¿por qué tuvo Chang Liang que pedir licencia como enfermo? Y si un funcionario de menor cuantía pudiera seguir el Tao, ¿por qué tuvo que renunciar T'ao Yüanming a su cargo? Voy a emancipar mi corazón y a liberar mi espíritu y a viajar por el País de los Indiferentes."
"Hazme saber de tus viajes", dice el amigo, y Mingliaotsé responde:
"Quien viaja lo hace para abrir los oídos y los ojos, y distender el espíritu. Explora los Nuevos Estados ( [57]) y viaja por los Ocho Países Bárbaros, con la esperanza de poder juntar la Esencia Divina y conocer grandes taoístas, y poder comer de la planta de eterna vida y encontrar el tuétano de las rocas ( [58]) Cabalgando en el viento y navegando en el éter, va fríamente por doquiera el viento le lleve. Después de estas andanzas vuelve, se encierra y se sienta a mirar una lisa pared, y de esta manera termina su vida. No soy yo uno de los que han logrado el Tao. Me gustaría alojar el espíritu dentro del cuerpo, nutrir mi virtud con dulzura y viajar por el éter convirtiéndome en un vacío. Pero no me es posible. Traté de alojar el espíritu dentro del cuerpo, pero de pronto desapareció fuera; traté de nutrir mi virtud con la dulzura, pero de pronto se convirtió.en intensidad de sentimientos; y traté de ambular por el éter manteniéndome en el vacío, pero de pronto surgió en mí un deseo. Y así, pues, incapaz de encontrar la paz dentro de mí, utilicé el ambiente externo para calmar el espíritu, e incapaz de encontrar deleite dentro del corazón, pedí al panorama que lo deleitara. Extraños, pues, fueron mis viajes."