Un símbolo igualmente común es el del "Valle", que representa el hueco, la entraña y la madre de todas las cosas, la yin o la Hembra.
El Espíritu del Valle nunca muere,
Se llama la Hembra Misteriosa,
Y el Umbral de la Hembra Misteriosa
Es la base de donde surgieron el Cielo y la Tierra.
Asi está, dentro de nosotros, siempre;
Bebed de ella a voluntad, jamás se agotará.
No sería aventurado decir que la civilización oriental representa el principio femenino, en tanto que la civilización occidental representa el principio masculino. De todos modos, hay algo terriblemente parecido a la entraña materna, o al valle, en la fuerza pasiva de China que, en lenguaje laotseano, "recibe en sí a todas las cosas bajo el cielo, y por ser un valle tiene todo el tiempo un poder que basta".
Contra el deseo de Julio César de ser el primer hombre en una aldea, Laotsé da el consejo opuesto: "Nunca seas el primero en el mundo." Esta idea del peligro de ser eminente es expresada por Tschuangtsé en la forma de una sátira contra Confucio y sus muestras de conocimiento. Hubo muchas de estas difamaciones de Confucio en los libros de Tschuangtsé, porque Confucio había muerto cuando Tschuangtsé los escribió, y no había ley contra las calumnias en China.
Cuando Confucio quedó encerrado entre Ch'en y Ts'ai, pasó siete días sin alimento.
El ministro Jen fue a condolerse, y le dijo:
– Estuvisteis cerca de la muerte, señor.
– Por cierto que sí -respondió Confucio.
– ¿Teméis la muerte, señor? -inquirió Jen.
– Sí -dijo Confucio.
– Entonces trataré de enseñaros -dijo Jen- la forma de no morir. En el mar oriental hay ciertas aves llamadas i-erh. Se conducen en la forma más modesta y sin pretensiones, como si no tuvieran habilidades. Vuelan simultáneamente; anidan en conjunto. Al avanzar, ninguna procura ser la primera; al retirarse, ninguna se aventura a ser la última. Al comer, ninguna será la primera en empezar; se considera atinado tomar las sobras de los demás. Por lo tanto, en sus propias filas están en paz, y el mundo externo es incapaz de dañarlas. Y así escapan al mal.
– Los árboles rectos -agregó Jen- son los primeros que se derriban. Los pozos dulces quedan exhaustos más pronto. Y vos, vos hacéis exhibición de vuestros conocimientos a fin de sorprender a los tontos. Os cultiváis en contraste con la degradación de los demás. Y vais luciendo como si el sol y la luna estuvieran bajo vuestros brazos; por consecuencia, no podéis evitar el mal…
– ¡Bien, por cierto! -respondió Confucio, y sin trepidar se despidió de sus amigos, y despidió a sus discípulos, y se retiró a las selvas, donde se vistió con pieles y se alimentó de bellotas y castañas. Pasó por entre las bestias y los pájaros, y no se fijaron en él.
He hecho un poema que para mí resume el mensaje del pensamiento taoísta:
Hay una sabiduría del tonto,
Hay la gracia del torpe,
Hay sutileza de la estupidez,
Hay ventaja en ser pasivo.
Esto debe parecer a los lectores cristianos como el Sermón de la Montaña, y quizá les resulte igualmente inefectivo. Laotsé dio a las Beatitudes un toque astuto cuando agregó: "Benditos sean los idiotas, porque son los más felices sobre la tierra". Luego de la famosa frase de Laotsé de que "La mayor sabiduría parece estupidez; la mayor elocuencia semeja tartamudez", Tschuangtsé dice: "Escupe de tu interior la inteligencia." Liu Chungyüang, en el siglo VIII, llamó a una colina vecina: "la Colina Estúpida", y a un río cercano: "el Río Estúpido". Cheng Panch'iao, en el siglo XVIII, hizo la famosa frase: "Es difícil ser torpe de espíritu. Es difícil ser hábil, pero aun más difícil progresar de la habilidad a la torpeza." El elogio de la locura no se ha interrumpido jamás en la literatura china. La sabiduría de esta actitud puede ser comprendida en seguida, a través de expresiones occidentales como: "No se haga el vivo", o Don't be too smart. El hombre más sabio es a menudo el que finge ser "un maldito estúpido".
En la literatura china, por lo tanto, vemos el curioso fenómeno de un alto intelecto que empieza a sospechar de sí mismo y desarrolla, por cuanto yo sé, el único evangelio de la ignorancia y la más antigua teoría del disfraz, del camou-flage, como arma superior en la batalla de la vida. Desde el consejo de Tschuangtsé de "escupir la inteligencia", no hay más que un breve paso a la glorificación del idiota, que vemos constantemente reflejada en las pinturas y en los esbozos literarios del mendigo, o del inmortal disfrazado, o del monje loco, o del recluso extraordinario, según se muestran en Los viajes de Mingliaotsé (capítulo XI). El sabio desencanto con la vida recibe un toque religioso o romántico y entra en el reino de la fantasía poética, cuando el monje pobre, harapiento y medio loco llega a ser para nosotros el símbolo de la suprema sabiduría y nobleza de carácter.
La popularidad de los locos es un hecho innegable. No dudo que el mundo, sea de Oriente o de Occidente, odia al hombre que es demasiado listo en sus relaciones con los semejantes. Yüan Chunglang escribió un ensayo para demostrar por qué él y sus hermanos decidieron mantener a cuatro sirvientes extremadamente estúpidos y extremadamente leales. Cualquiera puede recorrer los nombres de sus amigos y allegados y verificar el hecho por sí mismo: aquellos que nos gustan no son los que respetamos por su distinguida capacidad, y aquellos a quienes respetamos por su distinguida capacidad no son los que nos gustan, y nos gusta un sirviente estúpido porque podemos confiar mejor en él, y porque en su compañía estamos más cómodos y no tenemos que establecer una condición de defensa contra su presencia. Casi todos los hombres sabios deciden casarse con una esposa no muy lista, y casi todas las jóvenes sabias eligen a un marido no muy listo como compañero de la vida.
Ha habido buen número de locos famosos en la historia china, todos ellos sumamente populares y queridos por sus chifladuras reales o fingidas. Entre ellos, por ejemplo, está el famoso pintor de la dinastía Sung, Mí Fei, llamado "Mi Tien" ("Mi el Chiflado"), que obtuvo este título porque una vez apareció con túnica de ceremonias para venerar un trozo de mellada roca a la «que llamaba su "suegro". Tanto Mi Fei como el famoso pintor yüan, Ni Yünlín, tenían una débil forma de polvo-fobia, o de extremada limpieza. Hubo también el famoso poeta-monje Hanshan, que ambulaba con los cabellos despeinados y descalzo, haciendo menesteres de cocina en distintos monasterios, comiendo las sobras, y grabando poesías inmortales en las paredes del templo o de la cocina. El más grande monje loco que ha atraído la imaginación del pueblo chino es indudablemente Chi Tien ("Chi el Chiflado"), o Chi Kung ("Maestro Chi"), que es el héroe de una novela popular que se va alargando siempre con añadidos hasta que tiene ya el triple del tamaño de Don Quijote, y aun parece no terminar. Porque Chi vive en un mundo de magia, medicina, bribonería y ebriedad, y posee el don de aparecer el mismo día en ciudades diferentes, separadas varios centenares de kilómetros. El templo en su honor se levanta todavía hoy en Hupao cerca del Lago Occidental de Hangchow. En menor grado, los grandes genios románticos de los siglos XVI y XVII, aunque decididamente tan normales como nosotros, tendieron, por lo inconvencional de su aspecto y su conducta, a dar a la gente la impresión de que eran locos, como Hsü Wench'ang, Li Chowu y Chin Shengt'an (literalmente, "el Suspiro del Sabio", un nombre que se dio porque dijo que, al nacer él, se oyó un misterioso suspiro en el templo de Confucio que había en la aldea).