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CAPÍTULO 30

Zsadist pasó el día en el centro de entrenamiento. Trabajó contra el saco de boxeo. Levantó pesas. Corrió. Levantó más pesas. Practicó con las dagas. Cuando volvió a la casa eran casi las cuatro y estaba listo para salir a cazar.

En el momento que puso un pie en el vestíbulo, se paró. Algo iba mal.

Miró alrededor del vestíbulo. Levantó la vista hacia el segundo piso. Escuchó los misteriosos sonidos. Cuando olió el aire, todo lo que pudo oler era que el desayuno que se estaba sirviendo en el comedor y fue hacia allí, convencido de que algo estaba mal, pero incapaz de encontrar qué era. Encontró a los Hermanos sentados y demasiado quietos, a pesar de que Mary y Beth estaban comiendo y hablando tranquilamente. Bella no estaba a la vista.

Le interesaba poco la comida, pero se dirigió al asiento vacío junto a Vishous de todas formas. Mientras se sentaba sintió el cuerpo tenso, y supo que era del ejercicio duro que había hecho durante el día.

– ¿Se ha movido el Explorer? -le preguntó a su hermano.

– No hasta que he venido a comer. Lo comprobaré tan pronto como vuelva, pero no te preocupes. El ordenador puede rastrear cualquier ruta que tome incluso si no estoy allí. Seremos capaces de ver el rastro.

– ¿Estás seguro?

Vishous le envió una mirada seca.

– Sí, lo estoy. Yo mismo diseñé el programa.

Z asintió, entonces se puso una mano bajo la barbilla y crujió el cuello. Tío, estaba tieso.

Un segundo después, Fritz llegó con dos lustrosas manzanas y un cuchillo. Después de darle las gracias al mayordomo, Z empezó a trabajar en una de las Granny Smiths. Mientras la pelaba, se acomodó en la silla. Mierda… sentía las piernas raras, y también la parte baja de la espalda. ¿Quizás había empujado demasiado? Se movió de nuevo en el asiento, y se volvió a centrar en la manzana, girándola una y otra vez en la mano, manteniendo la hoja apretada contra la carne blanca. Casi la traspasa cuando se dio cuenta de que estaba cruzando y descruzando las piernas bajo la mesa como una jodida Rockette.

Miró a los otros hombres. V estaba lanzando al aire el mechero, abriéndolo y cerrándolo y golpeando con el pie. Rhage estaba masajeándose los hombros. Ahora la parte de arriba del brazo. Ahora su pectoral derecho. Phury hacía círculos con la taza de café y se mordisqueaba el labio inferior mientras tamborileaba los dedos. Wrath estaba haciendo girar la cabeza, derecha, izquierda, adelante, atrás, tenso como una línea de alta tensión. Butch parecía estar nervioso también.

Ninguno de ellos, ni siquiera Rhage, había comido.

Pero Mary y Beth estaban lo suficientemente normal cuando se levantaron a vaciar sus platos. Empezaron a reírse y a discutir con Fritz que deberían ayudarlo a traer más fruta y café.

Las mujeres acababan de dejar la habitación cuando la primera ola de energía pulsó a través de la casa. La oleada invisible fue directamente a la cosa entre las piernas de Zsadist, endureciéndola instantáneamente. Se tensó y vio como los Hermanos y Butch se habían quedado helados también, como si cada uno de ellos se preguntara si realmente lo había sentido.

Un momento más tarde una segunda ola golpeó. La cosa en los pantalones de Z se tensó incluso más rápido, rápida como la maldición que le salió de la boca.

– Sagrada mierda -dijo alguien con un gruñido.

– Esto no puede estar pasando -otro gruñido.

La puerta del mayordomo se balanceó y Beth entró, con una bandeja de fruta cortada en las manos.

– Mary trae más café…

Wrath se levantó tan rápido que su silla se inclinó y cayó al suelo. Acechó a Beth… le quitó la bandeja de las manos y la dejó descuidadamente sobre la mesa. Mientras fresas cortadas y trozos de melón saltaban de la planta y caían en la caoba, Beth lo fusiló con la mirada.

– Wrath, ¿qué es…

Él la apretó contra su cuerpo, besándola tan dura y profundamente, inclinándola hacia atrás como si fuera a reptar por ella en frente de la Hermandad. Sin separar las bocas la cogió por la cintura y la levanto por el trasero. Beth se rió suavemente y le rodeó las caderas con las piernas. La cara del Rey estaba enterrada en el cuello de su leelan mientras salía a zancadas de la habitación.

Otra ola retumbó por la casa, estremeciendo los cuerpos masculinos de la habitación. Zsadist se agarró al borde de la mesa, y no fue el único. Los nudillos de Vishous se pusieron blancos de lo duro que estaba sujetándose a la cosa.

Bella… debía de ser Bella. Tenía que ser. Bella había entrado en su necesidad.

Havers se lo había advertido, pensó Z. Cuando el doctor le hizo el examen interno, dijo que parecía estar próxima a su época fértil.

Sagrado infierno. Una mujer en su necesidad. En una casa con seis hombres.

Sólo era cuestión de tiempo antes de que uno de los Hermanos diera rienda suelta a sus instintos sexuales. Y el peligro para todos era muy real.

Cuando Mary atravesó la puerta del mayordomo, Rhage fue tras ella como un tanque, arrancándole la cafetera de las manos y soltándola en el aparador de tal forma que patinó y salpicó. La levantó contra la pared y la cubrió con su cuerpo, bajando la cabeza, su ronroneo erótico fue tan fuerte que hizo tintinear el cristal de la lámpara de araña. El sobresaltado boqueo de Mary fue seguido de un suspiro muy femenino.

Rhage la cogió en brazos y salió de la habitación como un rayo.

Butch bajó la mirada hacia su regazo y después la levantó hacia el resto de ellos.

– Escuchad, no es por ser desagradable, pero está alguien más… ah…

– Si -dijo V con los labios apretados.

– ¿Quieres decirme qué demonios está pasando aquí?

– Bella está teniendo su necesidad -dijo V, tirando su servilleta-. Cristo. ¿Cuánto falta para el anochecer?

Phury miró su reloj.

– Casi 2 horas.

– Para entonces estaremos en un aprieto. Dime que tienes algo de humo rojo.

– Si, un montón.

– Butch, hazte un favor y lárgate de la finca rápidamente. El Pit no estará lo suficientemente lejos de ella. No creía que los humanos pudieran responder, pero ya que tú lo haces, mejor que te vayas antes de que te absorba.

Otro golpe los asaltó, y Z se desplomó contra la silla, sus caderas ondularon involuntariamente. Escuchó los gemidos de los otros y se dio cuenta que estaban hundidos en la mierda. No importaba lo civilizados que pretendieran ser, los hombres no podían evitar responder a una mujer en su periodo fértil, y sus urgencias sexuales se incrementarían a medida que la necesidad progresara y se hiciera más fuerte.

Si no fuera por la luz del sol, ellos se podrían haber salvado marchándose. Pero estaban atrapados en el recinto, y para el momento en que estuviera lo suficientemente oscuro para poder salir, podría ser demasiado tarde. Después de una exposición prolongada, los hombres instintivamente se resistían a alejarse de la mujer. No importaba lo que sus cerebros les dijeran, sus cuerpos lucharían contra la llamada al alejamiento, y si ellos se apartaban de ella, sufrirían las punzadas de la retirada que serían peor que sus anhelos. Wrath y Rhage tenían salida a su respuesta, pero el resto de los Hermanos estaban en problemas. Su única esperanza era drogarse.

Y Bella… Oh, Dios… A ella iba a dolerle más que a todos ellos juntos.

V se levantó de la mesa, apoyándose en el respaldo de la silla.

– Vamos, Phury. Necesitamos empezar a fumar. Ahora. Z, ¿vas a ir con ella, no?

Zsadist cerró los ojos.

– ¿Z? Z, vas a servirla… ¿no?

John levantó la vista de la mesa de la cocina cuando el teléfono sonó. Sal y Regin, los doggen de la familia, estaban fuera comprando comida. Respondió a la llamada.

– John, ¿eres tú? -Era Tohr en la línea de abajo.

John silbó y tomo otro bocado de arroz blanco con salsa de jengibre.

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