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– Zsadist, para. -Se apartó pero él la cogió-. No estoy sucia… Zsadist, para. No necesito ser limpiada porque tú…

Él cerró los ojos.

– Por favor… Tengo que hacerlo. No puedo dejarte toda… cubierta de ésta porquería.

– Zsadist -estalló ella-. Mírame. -Cuando él lo hizo le dijo- Esto no es necesario.

– No se qué más hacer.

– Vuelve a la cama conmigo. -Ella cerró el grifo-. Abrázame. Déjame abrazarte. Es la única cosa que necesitas hacer.

Y francamente, ella también lo necesitaba. Ella estaba estremecida hasta su corazón.

Ella se puso una toalla alrededor y lo empujó hacia el dormitorio. Cuándo estuvieron juntos bajo las mantas, ella se plegó junto a él, pero estaba tan tensa como él. Había pensado que la proximidad podía ayudar. No.

Después de un largo rato su voz le llegó a través de la oscuridad.

– Si hubiera sabido cómo tenía que ser, nunca hubiera permitido que pasara.

Ella giró la cara hacia él.

– ¿Es la primera vez que te corres?

El silencio no fue una sorpresa. Entonces finalmente le contestó.

– Si.

– ¿Nunca te has… dado placer a ti mismo? -susurró, incluso aunque conocía la respuesta. Dios… Lo que debían de haber sido aquellos años como esclavo de sangre. Todos aquellos abusos… Quiso llorar por él pero sabía que le haría sentirse incómodo.

Él exhaló.

– No me gusta tocarlo en absoluto. Francamente, odio el hecho de que haya estado dentro de ti. Me gustaría que estuvieras en una bañera ahora, rodeada de desinfectante.

– He amado estar contigo. Estoy contenta de que hayamos follado. -Sólo tenía dificultades con lo que había venido después-. Pero sobre lo que ocurrió en el cuarto de baño…

– No quiero que seas parte de eso. No te quiero haciéndome eso que hace que yo… me haga todo eso sobre ti.

– Me gustó darte un orgasmo. Es sólo que… me preocupó mucho hacerte daño. Quizás podríamos intentar…

Él se alejó.

– Lo siento… Tengo que… Voy a ver a V. Tengo trabajo que hacer.

Ella lo cogió por los brazos.

– ¿Qué pasa si te digo que yo pienso que eres hermoso?

– Te diría que estás montada en una ola de compasión y eso me cabrearía.

– No te tengo lástima. Desearía que hubieras acabado dentro de mí, y creo que eres magnífico cuando estás excitado. Eres grueso y largo, y yo esta muriéndome por tocarte. Todavía lo estoy. Y quiero tomarte en mi boca. ¿Qué tal con eso?

Él se encogió de hombros para soltarse y se puso de pie. Con rápidos, bruscos movimientos se vistió.

– Si necesitas proyectar una luz diferente sobre éste acto sexual para que puedas tratarlo, está bien. Pero ahora te estás mintiendo a ti misma. En algún momento despertarás al hecho de que todavía eres una hembra de valor. Y entonces vas a lamentar ésta mierda de follar conmigo.

– No lo haré.

– Espéralo.

Él salía por la puerta antes de que ella pudiera encontrar las palabras apropiadas para hacerlo regresar.

Bella se cruzó de brazos y farfulló con frustración. Entonces pateó las mantas. Maldición, qué calor hacía en ésta habitación. O quizás ella estaba demasiado estimulada, estaba oprimida por su química interior.

Incapaz de estar en la cama, se vistió y bajó por el pasillo de las estatuas. No le importaba dónde acabara; sólo quería salir y alejarse de ése calor.

CAPÍTULO 28

Zsadist se detuvo en el túnel subterráneo, a medio camino entre la casa principal y el área de Vishous y Butch.

Cuando miró tras él no vio nada salvo una hilera de luces en el techo. En frente había más de lo mismo, una hilera de placas resplandecientes que seguían y seguían. Las puertas, por la que había entrado y por la que debía salir, eran invisibles para él.

Bueno, no era eso una jodida perfecta metáfora de la vida.

Se sentó contra el muro de acero del túnel, sintiéndose atrapado a pesar del hecho de no estar retenido por nada y por nadie.

Oh, pero qué sandeces. Bella estaba atrapándolo. Encadenándolo. Atándolo con su hermoso cuerpo y su corazón amable y esa extraviada quimera del amor que resplandecía en sus ojos color zafiro. Atrapado… Estaba tan atrapado.

Con un repentino cambio, su mente se cerró en la noche en la que Phury finalmente lo sacó de la esclavitud.

Cuando la Mistress apareció con otro macho, el esclavo se había mostrado desinteresado. Después de diez décadas los ojos de otros machos ya no le molestaban, y las violaciones y las invasiones no tenías nuevos horrores que enseñarle. Su existencia era un tramo de constante caída hacia el infierno, el único reposo real en la infinita naturaleza de su cautiverio.

Pero entonces había sentido algo extraño. Algo… diferente. Había girado la cabeza y mirado al extraño. Lo primero que pensó era que el hombre era enorme y vestido con lujo, así que tenía que ser un guerrero. Lo siguiente fue que esos ojos amarillos lo estaban mirando con una vergonzosa pena. En verdad, el extranjero que permanecía en la puerta había palidecido hasta que su piel pareció de cera.

Cuando el olor del ungüento asaltó su nariz de esclavo, volvió a mirar el techo, poco interesado en lo que ocurriría a continuación. Aun así, cuando su masculinidad fue manipulada una oleada de emoción surgió en la habitación. Volvió a mirar al hombre que estaba justo dentro de la celda. El esclavo frunció el ceño. El guerrero estaba buscando una daga y mirando a la Mistress como si fuera a matarla…

La otra puerta se abrió de golpe y uno de los cortesanos habló con pánico. De repente la celda se llenó de guardias, armas y furia. La Mistress fue asida bruscamente por el macho al frente del grupo y abofeteada tan duramente que se golpeó contra el muro. Entonces el macho fue hacia el esclavo desenvainando un cuchillo. El esclavo gritó mientras la hoja iba hacia su cara. Un ardiente dolor cortó la frente, la nariz y la mejilla; entonces oscuridad lo reclamó.

Cuándo el esclavo recobró el conocimiento, colgaba por el cuello, el peso de sus brazos, piernas y torso lo estrangulaban quitándole el derecho a la vida. Su reaparición mental fue como si su cuerpo supiera que era su último aliento y lo había despertado por si acaso su cerebro podría ayudar. Una penosa tentativa de rescate, pensó él.

Querida Virgen, ¿no debería sentir dolor? Y se preguntó si había sido salpicado con agua, porque su piel estaba húmeda. Entonces se dio cuenta de algo grueso le goteaba a los ojos. Su sangre. Estaba cubierto por su propia sangre.

¿Y qué era todo ese ruido alrededor de él? ¿Espadas? ¿Luchas?

Mientras se asfixiaba levantó los ojos, y por una fracción de segundo todo tipo de sofoco lo abandonó. El mar. Estaba mirando al vasto océano. La alegría se elevó durante un momento… y entonces su visión se anegó por la falta de aire. Sus párpados vacilaban y él cedió, pensando que estaba agradecido de haber visto en mar una vez más antes de morir. Ponderó vagamente si el Fade sería algo como éste vasto horizonte, una expansión infinita que era a la vez inconquistable y un hogar.

Justo mientras veía una brillante luz blanca ante él, la presión en su garganta cedió y su cuerpo fue tratado bruscamente. Hubo gritos y sacudidas, entonces una trepidante, robusta cabalgata que terminó abruptamente. Durante el camino, la agonía floreció por todas sus partes, asaltando sus huesos, golpeándole como torpes puños que lo machacaban.

Dos disparos de un fusil. Un gruñido de dolor que no era suyo. Y entonces un chillido y una explosión de viento en su espalda. Caer… él estaba en el aire, cayendo…

Oh, Dios, el mar. El pánico se extendió por él. La sal…

Sintió la dura amortiguación del agua sólo por un momento antes de que la sensación del mar tocando su piel en llagas sobrecargara su mente. Se desmayó.

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