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Cinco minutos después estaba maldiciendo. Maldita sea. No había dónde aparcar en Thorne sin ser demasiado evidente. La calle no era más que muros sin apenas arcén. Jodida gente rica.

O apretó el acelerador y miró a la izquierda. A la derecha. Quizás pudiera dejar el camión abajo, al fondo de la colina y subir por la avenida principal. Era casi media milla en pendiente, pero podía cubrir la distancia lo suficientemente rápido. Las farolas bajo las que tenía que pasar eran una putada, por supuesto, pero no era algo que nadie de los que vivía en ésta calle pudiera ver desde sus torres de marfil.

Su teléfono móvil sonó y contestó con un desagradable:

– Qué.

La voz de U, la que estaba empezando a odiar, era tensa.

– Tenemos un problema. Dos lessers han sido arrestados por la policía.

O cerró los ojos.

– ¿Qué demonios han hecho?

– Estaban capturando a un vampiro civil y un coche de policía sin marcar fue por ellos. Dos policías se ocuparon de los asesinos y más policías aparecieron. Los lessers están siendo llevados a prisión y tengo una llamada ahora de uno de ellos.

– Pues sácalos bajo fianza -estalló O- ¿Por qué me estás llamando?

Hubo una pausa. Entonces el tono de U tuvo el hedor de bueno, por supuesto eres idiota completamente.

– Porque necesitas saberlo. Escucha, ellos llevaban un montón de armas ocultas, para ninguna de las cuales tenían permiso, todas habían venido del mercado negro, sin número de serie en los cañones. No hay forma de que salgan bajo fianza por la mañana. Ningún abogado de oficio es tan bueno. Necesitas sacarlos.

O escudriñó a izquierda y derecha y entonces dio la vuelta en un camino de entrada del tamaño de un campo del fútbol. Sí, había definitivamente no había sitio para aparcar aquí. Tenía que bajar por la Avenida Thorne desembocar en la Calle Bellman y dejar el camión en esa pequeña villa.

– ¿O?

– Tengo cosas que hacer.

U tosió como si se atragantara con un gran cabreo.

– No te ofendas, pero no puedo imaginarme que nada sea tan importante como esto. ¿Qué tal si uno de esos asesinos se mete en una pelea general? ¿Quieres sangre negra fluyendo para que algún tipo de EMT resuelva que no son humanos? Tienes que contactar con Omega y conseguir que lleve a éstos dos a casa.

– Hazlo tú. -O aceleró aunque iba cuesta abajo ahora.

– ¿Qué?

– Extiéndete hacia afuera y alcanza a Omega. -Llegó a un stop al final de Thorne que no respetó y giró a la izquierda. Había toda clase tiendas de monerías y tonterías para el hogar en la calle y aparcó en frente de una llamada ‘El ático de Kitty’.

– O… Éste tipo de peticiones tienen que llegar del Lesser-Principal. Lo sabes.

O se detuvo antes de parar el motor.

Tremendo. Justo lo que él quería. Más tiempo de calidad con el maestro bastardo. Maldito fuera. No podía vivir sin saber el destino de su mujer durante más tiempo. No tenía tiempo para las mierdas de su Sociedad.

– ¿O?

Apoyó la cabeza en el volante. Lo golpeó un par de veces.

Por otra parte, si ese contacto con los humanos abajo en la comisaría le estallaba en la cara, Omega iba a venir a buscarle. Y entonces ¿dónde podría ir?

– Bueno. Iré a verlo ahora. -Maldijo cuando puso el camión en marcha. Antes miró hacia la Avenida Thorne de nuevo.

– Y O, tengo algo concerniente a la asociación. Necesitas encontrarte con los asesinos. Las cosas están desmadrándose.

– Tú manejas las facturaciones.

– Ellos quieren verte a ti. Se están cuestionando tu liderazgo.

– U, sabes lo que se dice de los mensajeros, ¿verdad?

– ¿Perdón?

– Demasiadas malas noticias harán que te disparen. -Apagó el teléfono y cerró la tapa.

Entonces apretó el acelerador.

CAPÍTULO 33

Mientras Phury se sentaba en la cama, estaba tan tenso por la necesidad de tener sexo, que apenas podía verter otro trago de vodka. La botella temblaba, el vaso temblaba. Infiernos, el colchón entero temblaba.

Miró a Vishous, quien estaba apoyado contra la cabecera a su lado. El hermano se sentía nervioso y desdichado mientras con la cabeza seguía el ritmo de The Massacre de 50 Cent’s.

Cinco horas de tiempo fértil de Bella y estaban hechos una mierda, sus cuerpos eran mayormente instinto, sus mentes empañadas. La compulsión de estar en la mansión no podía ser anulada, la necesidad empujando en ellos, paralizándolos. Gracias a Dios por los cigarrillos rojos y Grey Goose. El entumecimiento ayudaba mucho.

Aunque no con todo. Phury trataba de no pensar en lo que estaba sucediendo en la habitación de Z. Porque cuando hermano no había vuelto, era obviamente porque su cuerpo estaba siendo usado y no la morfina.

Dios querido… los dos. Juntos. Muchas veces…

– ¿Cómo lo llevas? -preguntó V.

– Lo combato igual que tu, amigo. -Tomó un trago del vaso, su cuerpo nadando, perdido, ahogándose en eróticas sensaciones atrapadas bajo su piel. Miró al cuarto de baño.

Estuvo a punto de levantarse y dirigirse a un poco de intimidad cuando Vishous dijo otra vez: -Creo que estoy en problemas.

Phury tuvo que reírse.

– Esto no durará para siempre.

– No, quiero decir… Creo que hay algo mal. Conmigo.

Phury estrechó los ojos. La cara de su hermano parecía tensa, pero por otra parte era la misma de siempre. Hermosas líneas, barbita de chivo alrededor de la boca, tatuajes en la sien derecha. Aquellos ojos de diamante eran agudos, intactos aún por el Grey Goose, directos, necesitados. Las pupilas negras brillaban con una inteligencia enorme, incomprensible, un genio tan poderoso que acobardaba.

– ¿Qué clase de problema, V?

– Yo, ah… -Vishous se aclaró la garganta-. Sólo Butch sabe esto. No se lo contarás a nadie mas, ¿verdad?

– Si. Ningún problema.

V acarició su perilla.

– Mis visiones se han secado.

– Quieres decir que no puedes ver…

– Lo que va a pasar. Sí. No estoy consiguiendo nada. La última cosa que recibí fue hace tres días, justo antes de que Z fuera detrás de Bella. Les vi juntos. En un Ford Taurus. Viniendo aquí. Después de eso, no ha habido… nada.

– ¿Te ha pasado esto alguna vez antes?

– No, y no consigo pensamientos de nadie tampoco. Es como si todo el asunto se hubiera secado.

Bruscamente la tensión del hermano parecía no tener nada que ver con la necesidad. Parecía rígido de… miedo. Mierda santa. Vishous estaba asustado. Y la anomalía era completamente discordante. De todos los hermanos, V era uno de que los que nunca tenía miedo. Era como si hubiera nacido sin los receptores del miedo en el cerebro.

– Tal vez es solo temporal -dijo Phury-. ¿O piensas que quizás Havers pueda ayudar?

– Esto no es fisiológico. -V terminó el vodka del vaso y tendió la mano-. No acapares el Goose, hermano.

Phury le pasó la botella.

– Quizás podrías hablar con…

Pero ¿Quién? ¿A dónde podría V, quien lo sabía todo, ir por respuestas?

Vishous sacudió la cabeza.

– No quiero… no quiero hablar de esto, en realidad, Olvida que dije algo. -Mientras vertía, su cara se cerró tensamente, una casa atrancada-. Estoy seguro de que volverá. Quiero decir, sí. Volverá.

Puso la botella en la mesa cerca de él y sostuvo su mano enguantada.

– Después de todo, este asunto dejado de la mano de Dios todavía brilla como una lámpara. Y hasta que pierda esta loca-luz-nocturna-mía, me figuro que soy todavía normal. Bien… normal para mí.

Durante un momento cayó el silencio, Phury mirando en su vaso, V mirando fijamente al suyo, el rap sonando de fondo, golpeando, cambiando a la unidad G.

Phury se aclaró la garganta.

– ¿Puedo preguntarte sobre ellos?

– ¿Sobre quien?

– Bella. Bella y Zsadist.

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