– Solamente tengo que volver al centro durante un segundo. L está cazando en la Quinta Calle. Ve con él. Nos encontramos en treinta minutos.
O no esperó una respuesta. Saltó al camión y se fue velozmente del pueblo, tomando la Ruta 22 a través de la extensión rural de Caldwell. Estaba a casi quince minutos del centro de persuasión cuando vio las luces del coche del polizonte delante. Maldijo y golpeó los frenos, esperando que fuese simplemente un accidente.
Pero no, en el tiempo desde que había salido, el maldito policía había establecido otro de sus puntos de control de alcoholemia. Dos coches patrullas estaban estacionados a cada lado de la Ruta 22, y los conos anaranjados y las luces estaban en el centro de la carretera. A la derecha, había un signo reflector anunciando el programa Seguridad Primero del Departamento de la Policía de Cadwell.
¿Dios Santo, por qué tenían que hacer esto aquí? ¿En medio de la nada? ¿Por qué no estaban en el centro, cerca de los bares? No obstante, las personas de la ciudad de mierda que había al lado de Caldwell tenían que conducir a casa después de ir al club en la gran ciudad…
Había un coche delante de él, una minivan, y O tamborileó encima del volante. Tenía en mitad de la mente sacar su Smith amp;Wesson y hacer estallar al polizonte y al conductor como recompensa. Solamente por frenar su marcha.
Un coche se acercó en dirección opuesta, y O miró a través de la carretera. El Ford Taurus poco notorio se detuvo con un chirrido de frenos, sus focos delanteros sucios y oscuros.
Amigo, esos coches de mierda eran muy baratos, pero eso U había escogido la marca y el modelo para él mismo. Integrarse con la población humana general era crítico para guardar en secreto la guerra con los vampiros.
Mientras el policía se acercaba a los PDM [6], O pensó que era extraño que la ventana del conductor estuviese bajada en una noche fría como esta. Luego tuvo un sobresalto por el tipo que había detrás del volante. Mierda santa. El bastardo tenía una cicatriz tan gruesa como un dedo bajando por su cara. Y un pendiente en su lóbulo. Tal vez el coche era robado.
El poli obviamente tuvo la misma idea, porque su mano estaba en la parte trasera sobre su pistola cuando se acercó para dirigir la palabra al conductor. Y la mierda realmente bajó cuando enfocó su linterna en el asiento trasero. Abruptamente su cuerpo se sacudió con fuerza como si le hubieran clavado algo entre los ojos, y alcanzó su hombro, yendo por lo que debía de ser su transmisor. Pero el conductor sacó la cabeza fuera de la ventana y se quedó mirando al oficial. Hubo un momento congelado entre ellos.
Luego el policía dejó caer su brazo y casualmente dejo pasar al Taurus sin siquiera comprobar la ID del conductor.
O miró al policía cumpliendo con su deber en el lado del camino de O. El jodido todavía retenía a la soccer-mom special [7] enfrente de la minivan como si estuviese llena de vendedores de drogas. En cambio, el camarada de enfrente dejaba pasar a lo que se parecía a un asesino en serie a través del control sin un hola cómo estás. Era como el que se ponía en la senda equivocada en una caseta de peaje.
Finalmente O se detuvo en el camino. Fue tan civilizado como pudo, y un par de minutos más tarde ya pisaba el acelerador. Había recorrido cinco millas cuando un destello de luz brillante se desató sobre el paisaje a la derecha. Cerca de donde estaba el centro de persuasión.
Pensó en el calentador de queroseno. El que goteaba.
O hundió el acelerador. Su mujer estaba insertada en la tierra… Si había un fuego…
Cortó por el bosque y aceleró bajo los pinos, traqueteando arriba y abajo, con la cabeza chocando contra el techo mientras trataba de controlar el volante. Se reconfortó a sí mismo con que por el camino no se veía ninguna incandescencia anaranjada de llamas. Si hubiese habido una explosión, entonces, habría llamas, humo.
Sus focos delanteros dieron media vuelta. El centro de persuasión se había ido. Eliminado. Cenizas.
O presionó el freno para evitar que el camión embistiera contra un árbol. Luego miró alrededor del bosque para asegurarse de que estaba en el lugar correcto. Cuando estuvo claro que lo estaba, salió y cayó hasta el suelo.
Agarrando puñados de polvo, miró cuidadosamente los residuos hasta que la mierda entró en su nariz y su boca y cubrió su cuerpo como una túnica. Encontró añicos de metal derretido, pero ninguna cosa mayor que su palma.
A través del rugido de su mente, recordó haber visto este polvo fantasmal antes.
O inclinó su cabeza hacia atrás y arrojó su voz hasta los cielos. No sabía que salía de su boca. Todo lo que sabía era que la Hermandad había hecho esto. Porque lo mismo había ocurrido en la academia de artes marciales del lesser seis meses atrás.
Se quito el polvo… las cenizas… Y se habían llevado a su esposa.
¿Oh, Dios mío había estado viva cuando la habían encontrado? ¿O se habían llevado su cuerpo con ellos? ¿Estaba muerta?
Esto era culpa suya; todo culpa suya. Había estado determinado a castigarla, se había olvidado de las implicaciones de la escapada de ese civil. El varón había ido a la Hermandad y les había dicho donde estaba ella, y habían llegado a las primeras horas de la noche y se la habían llevado.
O se secó las lágrimas desesperadas de sus ojos. Y luego dejó de respirar. Giró la cabeza, recorriendo el paisaje. El Ford Taurus plateado de U no estaba.
El punto de control. El jodido punto de control. Ese jodido hombre espeluznante detrás del volante de hecho no era un hombre. Era un miembro de la Hermandad de la Daga Negra. Tenía que serlo. Y la esposa de O había estado en el asiento trasero, apenas respirando o totalmente muerta. Eso era lo que había vuelto loco al polizonte. La había visto cuando investigaba la parte posterior del vehículo, pero el Hermano le había lavado el cerebro para que dejara pasar al Taurus.
O dio bandazos con el camión y chafó el acelerador, conduciendo al este, dirigiéndose hacia el lugar donde estaba U.
El Taurus tenía un sistema LoJack [8].
Lo cuál significaba que con el equipo correcto, podría encontrar a ese PDM dondequiera que estuviera.
CAPÍTULO 7
Bella tenía la vaga idea de encontrarse en un auto. Sin embargo ¿Cómo era eso posible? Debía estar alucinando.
No…, realmente sonaba como un auto, con el regular ronroneo del motor. Y se sentía como un auto, una sutil vibración que se veía interrumpida por una sacudida como si algo en el camino se hubiera metido debajo de las llantas.
Trato de abrir los ojos, se dio cuenta de que no podía, y lo intentó nuevamente. Como el esfuerzo la agotaba, se dio por vencida. Dios, estaba cansada… como si tuviera gripe. También le dolía todo, especialmente la cabeza y el estómago. Y tenía náuseas. Trató de recordar lo que había pasado, como se había liberado, si se había liberado. Pero todo lo que consiguió fue una imagen del Lesser que la amaba entrando por la puerta, cubierto de sangre negra. El resto era niebla.
Tanteando con la mano a su alrededor, encontró algo cubriendo sus hombros y tiró para acercarlo más. Cuero. Y olía a… para nada como la empalagosa dulzura de un Lesser. Era la esencia de un macho de su raza. Inspiró varias veces más por la nariz. Cuando captó el aroma del talco de bebé de los asesinos, se sintió confundida hasta que presionó la nariz contra el asiento. Si, en la tapicería. Este era el auto de un Lesser. Pero entonces ¿por qué había olor a macho vampiro en la prenda que traía puesta? Y había otra cosa, otro olor… un oscuro almizcle con un toque imperecedero.