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Cuando el Hermano miró hacia atrás, Butch sintió una rara sensación… una obligación que fluía entre ellos, algo más tangible que el aire entre sus cuerpos. Forjado en el calor de lo que acababa de pasar, profundamente como la sangre en sus venas… una unión, una conexión milagrosa.

Mi hermano, pensó Butch.

– No voy a dejar que algo te pase, policía.

Y Butch sabía que era absolutamente cierto, aunque realmente no apreciara ser atacado en sus puntos flacos. Si hubiera sabido lo que había en esa copa de cristal, nunca habría tragado la mierda, por ningún motivo.

– ¿Qué me hace esto? -preguntó suavemente.

– Nada que no fueras antes. Todavía eres sólo un humano.

Butch suspiró con alivio.

– Escucha, amigo, hazme un favor. Adviérteme antes de que me hagas un truco así. Prefiero elegir. – Entonces sonrió un poco-. Y todavía no pasamos de moda.

V se rió en un estallido corto.

– Duerme novato. Puedes darme una patada en mi trasero más tarde.

– Lo haré.

Cuando el Hermano de amplio trasero desapareció bajo su saludo. Butch cerró los ojos.

Todavía sólo… humano. Sólo… un… humano.

El sueño lo reclamó como un premio.

CAPÍTULO 48

La tarde siguiente Zsadist se colocó un par de pantalones de cuero. Estaba tieso, pero se sentía increíblemente fuerte, sabia que era la sangre de Bella que todavía lo alimentaba, dándole poder, convirtiéndolo en un hombre sano.

Limpió su garganta cuando abrochó el botón, tratando de no llorar por ella como un marica.

– Gracias por traérmelos, policía.

Butch saludó con la cabeza.

– No hay problema. ¿Estas tratando de ir a casa? Porque puedo llevarte en la Escalade.

Z dio un tirón sobre su cabeza, a su cuello de cisne negro; empujando sus pies dentro de las botas, se paró.

– ¿Z? ¿Z, tío?

Revisó al policía. Parpadeó algunas veces.

– ¿Lo siento, qué?

– ¿Quieres irte conmigo?

Z enfocó la mirada en Butch por primera vez aunque el macho había entrado en el cuarto hacía diez minutos. Estuvo a punto de contestar la pregunta del humano cuando sus instintos se encendieron. Golpearon su cabeza, olió un poco. Contemplo al hombre. Que joder…?

– Policía, ¿dónde has estado desde la última vez que te vi?

– En ninguna parte.

– Hueles diferente.

Butch se sonrojó.

– Nueva loción para después de afeitar.

– No. No, eso no es…

– ¿Entonces quieres irte de paseo conmigo? -Los ojos avellana de Butch se endurecieron, no le iba a dar una sola pulgada de ventaja sobre la cuestión.

Z se encogió de hombros.

– Bien, sí. Y ve por Phury. Ambos iremos contigo.

Quince minutos más tarde partían de la clínica. En el camino a la casa grande Z estaba sentado atrás en el Escalade y contemplaba el paisaje de invierno. Nevaba otra vez, los copos rayaban horizontalmente cuando la SUV se apresuró por la Ruta 22. Podía oír, en los asientos delanteros, a Phury y la conversación en tonos bajos de Butch, pero parecían lejanos, muy lejanos. Realmente, todo el camino se sintió… desenfocado, fuera de contexto…

– Hogar dulce hogar, señores -dijo Butch cuando entraron al patio del complejo.

Jesús. ¿Ya habían llegado?

Los tres se dirigieron a la mansión, la nieve fresca chillaba bajo sus botas. Tan pronto como estuvieron en el vestíbulo las hembras de la casa corrieron hacia ellos. O mejor dicho, hacia Phury. Mary y Beth lanzaron sus brazos alrededor del Hermano, sus voces fueron un encantador coro de bienvenida.

Cuando Phury envolvió a las hembras en sus brazos, Z retrocedió a las sombras. Miró discretamente, preguntándose que sentiría al estar en aquel nudo de miembros, deseando que también hubiera una bienvenida a casa para él.

Hubo una pausa incómoda, tanto Mary como Beth lanzaron un vistazo sobre el brazo de Phury. Las hembras rápidamente miraron hacia lo lejos, evitando sus ojos.

– Bien, Wrath está arriba -dijo Beth-, esperándolos con los Hermanos.

– ¿Alguna palabra sobre Tohr? -preguntó Phury.

– No, y esto está matándolos. A John, también.

– Iré ver al niño más tarde.

Mary y Beth dieron a Phury un apretón final, entonces él y Butch se dirigieron hacia la escalera. Z los siguió.

– ¿Zsadist? -

Hecho un vistazo sobre su hombro hacia la voz de Beth. Ella estaba tensa de pie con los brazos sobre su pecho, y Mary a su lado, de forma similar.

– Nos alegramos que hayas vuelto -dijo la reina.

Z frunció el ceño, sabiendo que no podía ser cierto. No se imaginó que les gustara tenerlo alrededor.

Mary habló.

– Encendí una vela por ti. Recé para que vinieras a casa sin peligro.

¿Una vela… encendida para él? ¿Sólo para él? Cuando la sangre golpeó su cara, se sintió patético al darse cuenta lo que significaba para él tanta bondad.

– Gracias. -Él se inclino ante ellas y luego se precipitó hacia arriba, seguro que tenia el color de un rubí. Dios…Tal vez mejoraría en la cosa de las relaciones. Algún día.

Excepto que cuando entró al estudio de Wrath y sintió los ojos de sus Hermanos por todas partes, pensó, Tal vez no. Él no podía soportar el escrutinio; era demasiado cuando era tan crudo. Cuando sus manos comenzaron a temblar, las empujó en sus bolsillos y fue a su esquina habitual, lejos de los demás.

– No quiero que nadie salga esta noche y luche-anunció Wrath-. Ahora mismo tenemos demasiado en nuestras cabezas para ser eficaces. Y quiero que estén en la casa a las cuatro de la mañana. Tan pronto como el sol se eleve estaremos todo el día de luto por Wellsie, quiero que se alimenten antes de que empecemos eso. En cuanto a la ceremonia para Desvanecerse, no podremos realizarla sin Tohr, entonces la pospondremos.

– No puedo creer que nadie sepa donde ha ido -dijo Phury.

Vishous hizo girar su mano.

– Voy a su casa cada noche, y todavía no hay ninguna señal de él. Su doggen no lo ha visto o ha tenido noticias de él. Dejó sus dagas. Sus armas. Su ropa. Los coches. Podría estar en cualquier parte.

– ¿Y el adiestramiento? -Preguntó Phury-. ¿Lo mantenemos?

Wrath sacudió su cabeza.

– Me gustaría, pero maldición, estamos faltos de personal, y no quiero abusar. Sobre todo porque necesitas tiempo para recuperarte.

– Puedo ayudar -interpuso Z.

Todas las cabezas voltearon en su dirección. La incredulidad en sus caras habría sido motivo de burla si no los hubiera afectado tanto como lo hizo.

Él limpió su garganta.

– Quiero decir, Phury sería responsable, y tendría que dar la mierda de clase porque no puedo leer. Pero soy bueno con un cuchillo, saben. Puños, también. Armas. Explosivos. Yo podría ayudar con la formación física y la parte de las armas. -Cuando no hubo ninguna respuesta, miró hacia abajo-. Sí, o tal vez no. Este bien. Lo que sea.

El silencio que siguió le pico como el infierno. Moviendo sus piernas de un lado a otro. Observando la puerta.

Jódanme, pensó. Debería haber mantenido la boca cerrada.

– Pienso que sería grandioso -dijo Wrath despacio-. ¿Pero estás seguro que podrás?

Z se encogió de hombros.

– Podría intentarlo.

Otra vez una calma incómoda.

– Bien… así sea. Y gracias por contribuir.

– Seguro. No hay ningún problema.

Cuando media hora mas tarde terminaron, Z fue el primero en abandonar el estudio, no quiso hablar con sus Hermanos sobre lo que había ofrecido hacer o como se sentía. Sabía que ellos sentían curiosidad, probablemente buscaban signos de lo que lo había redimido o alguna mierda.

Volvió a su cuarto para armarse. Tenía por delante una tarea difícil, una tarea larga, difícil, y quería terminarla pronto.

Excepto que cuando fue al gabinete de armas dentro del armario, sus ojos se volvieron al traje de satén negro que Bella tan a menudo había llevado puesto. Hacía días, él lo había lanzado en la basura del cuarto de baño, pero obviamente Fritz lo había recogido y lo había colgado. Z avanzó y tocó el vestido, luego lo tomó del gancho, lo cubrió con su brazo, y acarició la tela lisa. Lo atrajo a su nariz y respiró profundamente, sintiendo tanto su aroma como el olor del lazo que compartían.

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