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En el momento de tomar el desayuno en la planta baja, sólo oyes los «buenos días» llenos de deferencia en alemán; es un grupo de hombres y de mujeres de mediana edad, o de tercera edad, altos y robustos, turistas alemanes. Se sirven en el buffet platos llenos de salchichas, jamón asado y todos comen mucho, sin que les importe engordar. Estas mujeres no deben de gritar mucho en la cama, piensas. Comen sin parar, hablan poco y hacen poco ruido con los cuchillos y tenedores. En una mesa que hay cerca de la ventana, una joven está frente a un hombre maduro; acaban de tomar el desayuno y beben café. Se quedan callados los dos mirando hacia la calle. El buen tiempo de ayer ha cambiado, el suelo está mojado, pero ha parado de llover. No parecen amantes, más bien un padre que lleva de vacaciones a su hija, que aún depende de él económicamente. Los que reían y gritaban sin parar deben de estar durmiendo tranquilamente en su cuarto.

Órgano y coro. En las habitaciones del hotel abundan los muebles antiguos muy refinados: una pesada mesa de roble, un armario esculpido de color marrón oscuro, una cama de madera con barras redondas, decorada. En las pantallas de las farolas no hay más reflejos; no pasa ningún coche por la calle, es domingo, casi mediodía. Esperas que un amigo venga a buscarte para llevarte al aeropuerto. Vuelves a París con el avión de las doce y pico.

Escrito en Francia de 1996 a 1998

Epilogo

No he leído ningún poema de Gao Xingjian, pocas veces los ha publicado. Pero después de leer El Libro de un hombre solo, me ha quedado claro que Gao Xingjian es un poeta; no sólo porque muchos de los capítulos de esta obra son realmente prosas poéticas filosóficas llenas de una comprensión completa de la vida, sino también porque la obra entera rebosa un sentido poético de la tragedia de una época importante. Esta novela es una tragedia poética y una poesía trágica. Quizá porque soy de la misma generación que Gao Xingjian y he vivido la misma época de pesadillas que describe, mientras leía este libro suspiré a menudo y muchas veces no conseguí contener las lágrimas. Ahora creo firmemente que ha salido a luz una gran obra china que constituye un jalón en la historia.

El Libro de un hombre solo y La Montaña del Alma se deben considerar como dos novelas gemelas, y la primera tiene un contenido tan amplio y tan profundo como la segunda. Sin embargo, el protagonista de La Montaña del Alma parte de la búsqueda del origen de las culturas, del espíritu y de la propia personalidad para volver a la realidad; mientras que en esta novela, el argumento comienza por el encuentro fortuito del protagonista con una chica judía alemana en Hong Kong -poco antes de que la isla volviera a depender de China- y los recuerdos que surgen, a partir de ese instante, de la vida que llevó en el continente en diferentes épocas de su vida. Las sucesivas evocaciones del protagonista vuelan desde su infancia, antes de 1949, pasan por los sucesivos cambios políticos y el estallido de la Gran Revolución Cultural, hasta su huida y luego sus andanzas por Occidente. La estructura de la triple encarnación del protagonista en «yo», «tú» y «él» que caracteriza La Montaña del Alma se ha convertido en esta novela en la homología entre «tú» y «él». El «yo» ha sido estrangulado y eliminado por la crueldad de la realidad, y sólo quedan el «tú» del presente y el «él» de aquella época y de aquellas circunstancias, esto es, la realidad y el recuerdo, la existencia y la historia, la conciencia y la escritura.

Las obras de Gao siempre han sido originales, tienen una gran conciencia moderna. Su ensayo Búsqueda inicial de la técnica de la novela moderna, publicado en 1981, provocó en el mundo literario del continente un debate sobre el problema del «modernismo y realismo» e impulsó a los escritores chinos a prestar atención a la literatura modernista y a su forma de expresión. Mientras se desarrollaba ese debate, sus obras de teatro La estación y La señal absoluta fueron muy criticadas e incluso se prohibió su representación. Hasta ahora ha publicado dieciocho obras de teatro, que forman parte de las primeras obras modernistas de China del siglo XX y representan una contribución muy valiosa. A los ojos de la gente (yo incluido), Gao Xingjian siempre ha sido un escritor modernista, tanto por su papel de vanguardista en el movimiento literario contemporáneo de China como por el color modernista de sus obras. Pero El Libro de un hombre solo me ha sorprendido, ya que es una novela muy «realista». Nunca habría imaginado que Gao pudiera escribir un libro tan pegado a la realidad, a la realidad excepcionalmente amarga que vivimos los de nuestra generación durante unos cuarenta años. La realidad era cruda, y todavía lo era más la política dentro de esa realidad. No obstante, sin intentar en absoluto evadir el problema, Gao no sólo ha enfocado directamente la política, sino que, además, ha descrito con todo detalle y sin tapujos la debilidad de la naturaleza humana y el temor interior que sienten las personas bajo la opresión política. La obra ha revelado cómo fue posible que se propagaran las calamidades políticas como una epidemia y cómo esta peste envenenó a la gente, transformándola hasta hacerle perder su propia naturaleza. A pesar de que he vivido y sufrido personalmente esos desastres, la lectura de esta novela no dejó de conmocionarme enormemente en cuerpo y alma. Son muchos los libros que han descrito la realidad del continente chino de la segunda mitad del siglo XX y que han hablado de los diversos disturbios políticos, del movimiento de las guardias rojas y de la campaña que obligaba a los jóvenes instruidos a instalarse en el campo durante la Gran Revo lución Cultural, pero ninguno me ha impresionado tan profundamente como El Libro de un hombre solo. Aunque en este momento no puedo explicar claramente la razón, intuyo que para mostrar aquella realidad tan absurda y tan abigarrada es muy difícil conseguir un buen resultado si se recurre al método del realismo clásico; o sea, al método general de la teoría del reflejo. El método del realismo clásico tiene ciertas limitaciones, ya que permite deslizarse sólo por la superficie de la realidad y no penetrar en las capas profundas de ella, y le cuesta librarse de un modelo de escritura basado en acusar, censurar, desenmascarar, quejarse, etcétera. La utilización de este método para escribir novelas se puso de moda durante los primeros años de la década de los ochenta en la China continental, pero al final de aquella década y en la de los noventa, los escritores chinos ya despreciaban esta técnica y muchos jóvenes escritores se dedicaban a dar una nueva definición de la historia y a redactar de nuevo los cuentos históricos. Sin embargo, aunque estos autores tienen el mérito de experimentar y un cierto talento para librarse de la mediocridad de «reflejar la realidad», la «historia» que muestran casi siempre parece «inventada». Y esta «invención» hace vacías sus obras, porque eluden una época real, no tienen un conocimiento profundo de lo que ocurrió en aquel tiempo, tampoco lo critican, y como es lógico les falta una plena comprensión y exposición de la naturaleza humana. Gao Xingjian parece tener una clara visión de aquel modo de pensar deficiente, y ha trazado a solas su propio camino. A este camino lo llamo provisionalmente «camino de realismo extremo». Por «extremo» se debe entender en primer lugar rechazar cualquier invención, exponer la historia de manera absolutamente cruda y exacta hasta dar a conocer una realidad viva, una exactitud precisa y una rigurosidad casi cruel. Gao es muy inteligente y sabe que la época real que ha vivido estaba llena de cuentos que nos hacen reflexionar, y basta con escribirlos tal como son para que nos impacten profundamente. Por otra parte, la palabra «extremo» también significa no limitarse a la capa superficial y mostrar un gran empeño en explorar las capas profundas de la naturaleza humana. Esta novela de Gao Xingjian no sólo describe con total realismo la mayor catástrofe que tuvo lugar en la historia actual de China, sino que también expone con una gran destreza la debilidad de la naturaleza humana.

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