McCaleb no podía competir con los ojos de Bosch. Bajó la mirada a la pistola que sostenía.
– ¿Qué te hizo pensar que te escucharía, que haría esto? -preguntó.
– Te he dicho que tomas la medida de alguien. Yo he tomado la tuya, McCaleb. Tú lo harás. O el monstruo al que liberarás te acechará durante el resto de tu vida. Si Dios está en los ojos de tu hija, ¿cómo vas a poder volver a mirarla?
McCaleb asintió de manera inconsciente e inmediatamente se preguntó qué estaba haciendo.
– Recuerdo que una vez me dijiste algo -dijo Bosch-. Dijiste que Dios está en los detalles y el diablo también. Quenas decir que la persona que estás buscando suele estar ahí mismo, enfrente de nosotros, escondiendo constantemente los detalles. Yo siempre recuerdo eso. Todavía me ayuda.
McCaleb asintió otra vez. Bajó la vista a los documentos del suelo.
– Escucha, Harry, has de saberlo. Estaba convencido de esto cuando se lo llevé a Jaye. No estoy seguro de que pueda verlo de otra forma. Si quieres ayuda, probablemente yo no soy la persona adecuada.
Bosch negó con la cabeza y sonrió.
– Por eso precisamente eres la persona adecuada. Si tú puedes convencerte, el mundo puede convencerse.
– Sí, ¿dónde estuviste en Nochevieja? Por qué no empezamos por ahí.
Bosch se encogió de hombros.
– En casa.
– ¿Solo?
Bosch volvió a encogerse de hombros y no respondió. Se levantó para irse. Metió las manos en los bolsillos de la cazadora. Pasó por la estrecha puerta y luego subió la escalera hasta el salón. McCaleb lo siguió, esta vez con la pistola a un costado.
Bosch abrió la puerta corredera con el hombro. Al salir al puente de mando, miró hacia la catedral de la colina. Luego miró a McCaleb.
– ¿Así que toda esa charla en mi casa acerca de encontrar la mano de Dios era una mentira? ¿Técnicas de investigación o algo así? ¿Una declaración pensada para obtener una respuesta que encajara en un perfil?
McCaleb negó con la cabeza.
– No, ninguna mentira.
– Bien. Tenía la esperanza de que no lo fuera.
Bosch pasó por encima del espejo de popa hasta la bovedilla. Desató su lancha alquilada, se subió y se sentó en el banco de atrás. Antes de poner en marcha el motor, miró una vez más a McCaleb y señaló la parte de atrás del barco.
– Following Sea. ¿Qué significa?
– Mi padre le puso el nombre al barco. Era suyo. Se refiere a la ola que te viene por detrás, que te da antes de que la veas venir. Creo que le puso el nombre al barco como una especie de advertencia. Ya sabes, cúbrete siempre las espaldas.
Bosch asintió.
Se quedaron un momento en silencio. Bosch puso la mano en el tirador del motor, pero no lo puso en marcha.
– ¿Conoces la historia de este lugar, Terry? Me refiero a antes de que llegaran los misioneros.
– No, ¿tú sí?
– Un poco. De niño me gustaba leer libros de historia. Lo que hubiera en la biblioteca. Me gustaba la historia local, de Los Angeles sobre todo, y de California. Simplemente me lo pasaba bien leyendo. Una vez hicimos un viaje aquí desde el orfanato. Así que leí algo sobre la isla.
McCaleb asintió.
– Los indios que vivían aquí (los gabrielinos) adoraban al sol -dijo Bosch-. Los misioneros llegaron y cambiaron todo eso; de hecho fueron ellos quienes los llamaron gabrielinos. Ellos se llamaban de otra manera, pero no me acuerdo. Pero antes de que todo eso ocurriera ellos estaban aquí y adoraban al sol. Era tan importante para la vida de la isla que supongo que creyeron que tenía que ser un dios.
McCaleb se fijó en los ojos de Bosch barriendo el puerto.
– Y los indios del continente -continuó Bosch- pensaban que los de aquí eran brujos feroces que podían controlar el tiempo y las olas mediante su adoración y los sacrificios a su Dios. Lo que quiero decir es que tenían que ser feroces y fuertes para poder cruzar la bahía y vender sus vasijas y pieles de foca en el continente.
McCaleb examinó a Bosch, tratando de captar el mensaje que sin duda el detective quería mandarle.
– ¿Qué estás diciendo, Harry?
Bosch se encogió de hombros.
– No lo sé. Supongo que la gente encuentra a Dios donde necesita que esté. En el sol, en los ojos de un bebé… en un nuevo corazón.
Miró a McCaleb, con los ojos tan oscuros e inescrutables como los de la lechuza pintada.
– Y alguna gente -empezó McCaleb- encuentra la salvación en la verdad, en la justicia, en la honradez.
Esta vez Bosch asintió y ofreció de nuevo su sonrisa torcida.
– Eso suena bien.
Se volvió y puso en marcha el motor a la primera. Luego saludó ostensiblemente a McCaleb y se alejó, orientando la embarcación alquilada hacia el muelle. Desconocedor de la etiqueta del puerto, cortó por el carril entre las boyas no usadas. No miró atrás. McCaleb no dejó de mirarlo en todo el camino. Un hombre completamente solo en el agua en una vieja lancha de madera. Y en ese pensamiento surgió una pregunta. ¿Estaba pensando en Bosch o en sí mismo?
30
En el trasbordador de regreso, Bosch se compró una Coca-cola en el puesto y confío en que calmara su estómago y le ahorrara el mareo. Preguntó a uno de los camareros cuál era el mejor lugar para viajar en el barco y lo enviaron a uno de los asientos de en medio en la parte interior. Se sentó y bebió un poco de Coca-cola, luego sacó del bolsillo de la cazadora las hojas dobladas que había impreso en el despacho de McCaleb.
Había impreso dos archivos antes de ver a McCaleb aproximarse en la Zodiac. Uno se llamaba «Perfil de la escena» y el otro «Perfil del sujeto». Los había doblado en su cazadora y había desconectado la impresora portátil del ordenador antes de que McCaleb entrara en el barco. Sólo había tenido tiempo de verlos por encima en el ordenador y esta vez empezó a leerlos a conciencia.
Empezó por el perfil de la escena. Constaba de una sola página. Estaba incompleto y parecía una simple lista de las notas e impresiones de McCaleb al ver el vídeo de la escena del crimen.
Aun así, le dio una idea de cómo trabajaba McCaleb. Mostraba el modo en que sus observaciones de la escena se transformaban en observaciones sobre un sospechoso.
ESCENA
1. Ligadura
2. Desnudo
3. Herida en la cabeza
4. Cinta/mordaza – «¿Cave?»
5. ¿Cubo?
6. Lechuza – ¿observando?
altamente organizado
minucioso con los detalles
declaración – la escena es una declaración
estuvo allí – ¿observó? (¿lechuza?)
exposición = humillación de la víctima = odio a la víctima, desprecio
cubo – ¿remordimiento?
asesino – conocimiento previo de la víctima conocimiento personal – interacción previa odio personal asesino en su círculo
¿cuál es la declaración?
Bosch releyó la página y luego pensó en ello. Aunque no tenía un conocimiento completo de la escena del crimen a partir de la cual habían sido tomadas las notas de McCaleb, estaba impresionado por los saltos lógicos que había hecho el ex agente del FBI. Había bajado cuidadosamente la escalera hasta llegar al punto en el que había concluido que el asesino de Gunn era alguien al que la víctima conocía, que era alguien que podía encontrarse en el perímetro que rodeaba la existencia de Gunn. Ésta era una importante distinción a hacer en cualquier caso. Las prioridades de la investigación solían establecerse sobre la determinación de si el sospechoso al que se buscaba se había cruzado con la víctima sólo en el punto del asesinato o también antes. La interpretación de McCaleb de los matices de la escena era que de algún modo Gunn conocía a su asesino, que existía un preludio a este final y fatal cruce de asesino y víctima.
La segunda página continuaba con la lista de notas que Bosch supuso que McCaleb planeaba convertir en un perfil desarrollado. Mientras lo leía cayó en la cuenta de que algunas de las agrupaciones de palabras eran frases que McCaleb había tomado de él.