– Bien.
El juez golpeó una vez con el mazo y atrajo la atención de la sala. Todos los periodistas se habían inclinado hacia adelante en la tribuna de prensa. Sabían que algo importante iba a ocurrir.
– Haremos una pausa hasta las diez en punto -anunció el juez-. Ahora veré a las partes en privado.
Houghton se levantó y rápidamente bajó los tres escalones hasta la puerta trasera antes de que el ayudante tuviera tiempo de decir.
– En pie.
46
McCaleb permaneció alejado del Following Sea incluso después de que el último detective y técnico forense hubieron terminado su trabajo en el barco. Desde primera hora de la tarde hasta que anocheció, el barco se mantuvo vigilado por periodistas y equipos de televisión. Los disparos producidos a bordo sumados a la detención de Tafero y la inesperada declaración de culpabilidad de David Storey habían convertido el barco en la imagen central de unos acontecimientos que se habían desarrollado con rapidez durante el día. Todos los canales locales y nacionales grababan sus reportajes en el puerto, con el Following Sea y su cinta policial amarilla extendida por la puerta del salón sirviendo de telón de fondo.
McCaleb se escondió durante la mayor parte de la tarde en el barco de Buddy Lockridge, permaneciendo bajo cubierta y poniéndose uno de los sombreros de pescador de Buddy si asomaba la cabeza por la escotilla para ver lo que sucedía fuera. Los dos habían vuelto a hablarse. Poco después de que los agentes del sheriff se fueran, y llegando al puerto antes que los medios de comunicación, McCaleb había buscado a Buddy y se había disculpado por haber pensado que su socio en las excursiones de pesca había filtrado la investigación. Buddy se disculpó a su vez por haber utilizado el Following Sea -y el camarote de McCaleb- como punto de encuentro con masajistas eróticas. McCaleb acordó decirle a Graciela que se había equivocado en que la filtración hubiera surgido de Buddy y también aceptó no mencionar a las masajistas. Buddy había explicado que no quería que Graciela lo tuviera en peor concepto del que probablemente ya lo tenía.
Mientras se escondían en el barco, estuvieron mirando la tele de doce pulgadas y permanecieron al corriente de los acontecimientos del día. Channel 9, que había estado cubriendo en directo el juicio de Storey, seguía siendo la cadena más informada, con noticias en directo desde el juzgado de Van Nuys y el Star Center del sheriff.
McCaleb se había quedado asombrado y sobrecogido por los sucesos del día. David Storey, de repente, se había declarado culpable en Van Nuys de dos asesinatos, al tiempo que era acusado en el tribunal central de Los Ángeles de conspiración en el caso Gunn. El director de cine había evitado la pena capital en los primeros casos, pero todavía podía enfrentarse a ella en el caso Gunn si no llegaba a algún otro acuerdo con los fiscales.
Jaye Winston había sido la protagonista de la conferencia de prensa televisada desde el Star Center. Ella respondió las preguntas de los periodistas después de que el sheriff, flanqueado por los mandamases del Departamento de Policía de Los Ángeles y el FBI, leyera una declaración anunciando los sucesos del día desde el punto de vista de la investigación. El nombre de McCaleb se mencionó en numerosas ocasiones en la explicación de la investigación y el tiroteo subsiguiente a bordo del Following Sea. Winston también lo mencionó al final de la conferencia de prensa, cuando le expresó su agradecimiento, diciendo que había sido su trabajo voluntario en el caso lo que había permitido resolverlo.
Bosch también fue mencionado y destacado, pero no participó en las conferencias de prensa. Después de los veredictos de culpabilidad de Storey en Van Nuys, Bosch y los letrados involucrados en el caso fueron empujados por la multitud hasta las puertas de la sala. Sin embargo, McCaleb había visto a Bosch en un canal, abriéndose paso entre los periodistas y cámaras y negándose a hacer declaraciones mientras avanzaba hacia una salida de incendios y desaparecía por la escalera.
El único periodista que contactó con McCaleb fue Jack McEvoy, que todavía tenía su número de móvil, McCaleb habló brevemente con él, pero rehusó hacer comentarios acerca de lo sucedido en el camarote principal del Following Sea y sobre el hecho de que había estado a punto de morir. Sus ideas al respecto eran demasiado personales y no pensaba compartirlas nunca con un periodista.
McCaleb también había hablado con Graciela, llamándola para informarle de los acontecimientos antes de que los viera en las noticias. Le dijo que probablemente no volvería a casa hasta el día siguiente, porque estaba seguro de que los periodistas continuarían vigilando el barco hasta bastante después de que anocheciera. Ella dijo que estaba contenta de que todo hubiera terminado y regresara a casa. McCaleb sintió que todavía había un elevado grado de tensión en la voz de su mujer y sabía que eso era algo que tendría que afrontar cuando llegara a la isla.
Más tarde, McCaleb logró salir del barco de Buddy sin ser visto cuando la turba de la prensa estaba distraída con la actividad en el aparcamiento del puerto deportivo. Una grúa del Departamento de Policía de Los Ángeles estaba llevándose el viejo Lincoln Continental que los hermanos Tafero habían usado la noche anterior, cuando habían ido al puerto deportivo con la intención de matar a McCaleb. Mientras el equipo de noticias grababa y observaba la mundana tarea de enganchar un coche y arrastrarlo con la grúa, McCaleb consiguió llegar a su Cherokee sin ser visto. Puso en marcha el coche y se alejó del aparcamiento antes de que saliera la grúa y sin que lo siguiera ni un solo periodista.
Estaba completamente oscuro cuando llegó a la casa de Bosch. La puerta principal se hallaba abierta, como la vez anterior. La puerta mosquitera estaba en su lugar. McCaleb dio un golpe en el marco de madera y miró a través del desorden hacia la oscuridad de la casa. Había una única luz -la luz de lectura- en la sala de estar. Oía la música y pensó que era el mismo cede de Art Pepper que había estado sonando durante su última visita. Pero novio a Bosch.
McCaleb desvió la mirada de la puerta para observar la calle y, cuando se volvió de nuevo, se sorprendió al ver a Bosch de pie ante la mosquitera. Bosch descorrió el pestillo y abrió la puerta mosquitera. Llevaba el mismo traje que McCaleb le había visto en las noticias y sostenía una botella de Anchor Steam a un costado.
– Terry, pasa. He pensado que sería algún periodista. Me saca de quicio cuando vienen a casa. Tendría que haber algún sitio al que no puedan ir.
– Sí, sé a qué te refieres. Han rodeado el barco. He tenido que huir.
McCaleb pasó junto a Bosch en el recibidor y entró en la sala.
– Entonces, periodistas al margen, ¿cómo va, Harry?
– Nunca he estado mejor. Ha sido un buen día para nuestro lado. ¿Cómo está ese cuello?
– Duele un montón, pero estoy vivo.
– Sí, eso es lo importante. ¿Quieres una cerveza?
– Eh, eso estaría bien.
Mientras Bosch traía la cerveza, McCaleb salió a la terraza trasera.
Bosch tenía las luces apagadas, lo cual hacía que las de la ciudad parecieran más brillantes en la distancia. McCaleb oía el sonido omnipresente de la autovía en el fondo del paso. Los reflectores atravesaban el cielo desde tres puntos diferentes del fondo del valle de San Fernando. Bosch salió y ofreció una cerveza a su visitante.
– Sin vaso, ¿no?
– Sin vaso.
Ambos contemplaron la noche y bebieron en silencio durante un rato. McCaleb pensó en cómo decir lo que quería decir. Todavía estaba trabajando en ello.
– Lo último que estaban haciendo antes de irme fue llevarse el coche de Tafero -dijo al cabo de un rato.