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El caos estalló. El guarda privado fue tras Phury. El hellren fue tras Zsadist con un cuchillo. Matar a los soldados de la corte fue un proceso largo y sangriento, y en cuanto Phury consiguió librase del mano a mano, no había señal de Zsadist, sólo un rastro sangriento saliendo de la celda.

Phury se lanzó por el pasillo, corriendo a través del subsuelo del castillo, siguiendo las rayas rojas. Cuando emergió del corredor casi había amanecido, por lo que supo que tenía que encontrar Zsadist con prontitud… Cuando se detuvo brevemente para orientarse, escuchó un ruido rítmico cortando a través del aire.

Latigazos.

A la derecha, Zsadist había sido colgado de un árbol en el acantilado, y contra el vasto telón de fondo del mar, estaba siendo azotado con crueldad.

Phury atacó a los tres guardias que estaban azotando a su gemelo. Aunque los machos lucharon arduamente, él tenía una furia salvaje. Los mató y después liberó a Zsadist, sólo para ver a más guardias salir de la mampara en bloques de cinco.

Con el sol a punto de levantarse y el resplandor quemándole la piel, Phury supo que no quedaba tiempo. Lanzó a Zsadist sobre los hombros, cogió una de las pistolas de los guardias y la colocó en su cinturón. Entonces observó el acantilado y el océano abajo. No era la mejor ruta a la libertad, pero mucho mejor que intentar abrirse camino luchando de vuelta al castillo. Empezó a correr, esperando lanzarse lo suficientemente lejos como para caer en el océano.

Una daga que lanzaron lo cogió en el muslo, y tropezó.

No perdió su equilibrio ni su ímpetu. Él y Zsadist cayeron sobre el borde del acantilado y resbalaron por la cara de la roca hasta que la bota de Phury se enganchó en una grieta. Como su cuerpo se paró de un tirón, se revolvió para aferrarse a Zsadist, sabiendo condenadamente bien que el macho estaba inconsciente y que se ahogaría si caía desmayado al agua.

La piel llena de sangre de Zsadist resbaló del agarre de Phury, se deslizó libre…

Phury cogió la muñeca de su gemelo en el último segundo y apretó con fuerza. Hubo un tirón masivo cuando el cuerpo pesado del varón se detuvo, y el dolor se extendió por la pierna de Phury. Su visión se fue. Regresó. Se volvió a ir. Phury podía sentir el cuerpo de Zsadist colgando en el aire, un balanceo peligroso que desafiaba despiadadamente su agarre.

Los guardias miraron con fijeza sobre el borde y después midieron la creciente luz, tapando sus ojos. Se rieron, guardaron sus armas, y dieron a Phury y Zsadist por muertos.

Mientras el sol crecía en el horizonte, la fuerza de Phury se drenaba rápidamente, y él supo que no podría sostener Zsadist mucho más tiempo. La luz era horrible, quemaba, sumándose a la agonía que él ya sentía. Y no importaba lo fuerte que tirase de su pierna, su tobillo seguía atrapado.

Buscó a tientas la pistola, sacándola de su cinturilla. Con una respiración profunda, apuntó el cañón a su pierna.

Se disparó debajo de la rodilla. Dos veces. El dolor era asombroso, una bola de fuego en su cuerpo. Phury dejó caer el arma. Apretando con fuerza los dientes, plantó su pie libre en el acantilado y empujó con todo que tenía. Gritó cuando su pierna se astilló y se desprendió.

Y entonces se hizo el profundo vacío en el aire.

El océano había estado frío, pero le había sacudido la inconsciencia y sellado su herida, evitando que se desangrase. Mareado, nauseoso y desesperado, había forzado su cabeza por encima de las olas entrecortadas, la única constante el agarre a Zsadist. Atrapando a su gemelo en sus brazos, manteniendo la cabeza del macho por encima del agua, Phury nadó hacia la orilla.

Benditamente, había una entrada a una cueva no lejos de donde se habían zambullido, y él utilizó su última reserva de fuerza para llevarlos a los dos hacia la boca oscura. Después de arrastrar su cuerpo y el de Zsadist fuera del agua, Phury estaba casi ciego al avanzar lo más lejos que pudo dentro de la cueva. Una curva en la arquitectura natural fue lo que les salvó, dándoles la oscuridad que necesitaban.

En la parte de atrás, lejos del sol, les protegió detrás de grandes rocas. Colocando a Zsadist entre sus brazos para conservar su calor corporal, miró fijamente en la oscuridad, totalmente perdido.

Phury se frotó los ojos, dios, la imagen de Zsadist encadenado a esa cama con plataforma…

Desde el rescate se le había repetido una pesadilla, una que nunca fallaba de ser un horror fresco cada vez que su subconsciente la lanzaba para arriba. El sueño era siempre igual: Él bajando velozmente esas escaleras ocultas y abriendo la puerta. Zsadist atado. Catronia en la esquina, riendo. Tan pronto como Phury estaba en la celda, Z giraría la cabeza y sus ojos negros, sin vida mirarían desde una cara sin cicatrices. En una voz dura diría,

– déjame aquí. Deseo permanecer… aquí.

Ésa era la señal para que Phury despertase cubierto de un sudor frío.

– ¿Qué estás haciendo, Amigo?

La voz de Butch sonaba irritada, pero bienvenida. Phury frotó su cara, después echó un vistazo sobre su hombro.

– Sólo disfrutando la vista.

– Déjame darte un consejo. Eso es lo que haces en una playa tropical, no estando parado en esta clase de frío. Mira, vente a comer con nosotros, ¿vale? Rhage quiere tortitas, así que Mary ha horneado un carro completo de Bisquick en la cocina. Fritz está a punto de levitar de lo preocupado que está por no poder ayudar.

– Sí. Buena idea. Al dirigirse adentro, Phury dijo-. ¿Puedo preguntarte algo?

– Claro. ¿Qué necesitas?

Phury se detuvo a la altura de la mesa de billar y tomó la bola ocho.

– Cuando trabajaste en homicidios, ¿viste a mucha gente totalmente jodida, verdad? Gente que había perdido a sus maridos o sus esposas… hijos o hijas. Cuando Butch asintió, dijo-¿Alguna vez te enteraste de lo que había pasado con ellos? Me refiero a los que quedaron detrás. ¿Sabes si consiguieron superar toda esa mierda?

Butch frotó su pulgar sobre la ceja.

– no sé.

– Sí, supongo que en realidad no sigues…

– Pero puedo decirte que yo nunca lo hice.

– ¿Quieres decir que la imagen de esos cuerpos en los que trabajaste se quedó contigo?

El humano sacudió la cabeza.

– Te olvidaste de las hermanas. Hermanos y hermanas.

– ¿Qué?

– La gente pierde maridos, esposas, hijos, hijas… y hermanas y hermanos. Perdí una hermana cuando tenía doce. Dos muchachos la llevaron detrás del campo interno de béisbol en la escuela y la usaron y la pegaron hasta matarla. Nunca me recuperé de eso.

– Jesús… -Phury paró, dándose cuenta de que no estaban solos.

Zsadist estaba parado con el torso descubierto en el umbral del cuarto. Estaba empapado de sudor desde la cabeza a los Nikes, como si abajo en el gimnasio hubiese corrido varios kilómetros.

Cuando Phury miró fijamente su gemelo, sintió una sensación familiar de hundimiento. Siempre era así, como si Z fuera una especie de zona de baja presión.

La voz de Zsadist fue dura.

– Quiero que vosotros dos vengáis conmigo al anochecer.

– ¿A dónde? -preguntó Butch.

– Bella quiere ir a su casa, y no la voy a llevar allí sin refuerzos. Necesito un coche en caso de que quiera traer alguna de sus cosas cuando volvamos, y quiero que alguien examine el lugar antes de que aterricemos allí. La cosa es que hay un túnel para escapar fuera del sótano si las cosas se complican. Lo comprobé ayer por la noche cuando fui a buscar algunas cosas para ella.

Estoy listo para ir -dijo Butch.

Los ojos de Zsadist se movieron por el cuarto.

– ¿Tú también Phury?

Después de un momento, Phury asintió.

– Sí. Yo también.

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