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– Debe haber sido duro para toda tu familia.

– Lo peor. Una muerte sin cuerpo para enterrar.

– y cuando… cuando fue un esclavo de sangre… -Ella inspiró profundamente-. ¿Sabes lo que le sucedió?

Phury se frotó la nuca. Como él vaciló, ella dijo:

– no estoy hablando de las cicatrices o de las alimentaciones forzadas. Deseo saber sobre… qué más le pudieron haber hecho.

– mira, Bella…

– necesito saber.

– ¿por qué? -Aunque sabía la respuesta. Ella quería acostarse con Z, probablemente ya lo había intentado. Ése era el por qué.

– Simplemente tengo que saber.

– Deberías preguntarle.

– él no me lo contará, ya lo sabes. Ella puso la mano en su antebrazo-. por favor. Ayúdame a entenderlo.

Phury permaneció tranquilo, diciéndose que era porque respetaba la intimidad de Z, y en gran medida era verdad. Solamente la parte más pequeña de su ser no quería ayudar a que Z cayese en la cama de Bella.

Bella apretó su brazo.

– él dijo que lo ataron. Y que no puede soportar tener a una hembra encima cuando… -ella se detuvo-. ¿qué le hicieron?

Joder. ¿Zsadist había hablado de su cautiverio con ella?

Phury maldijo suavemente.

– Lo utilizaron para algo más que su vena. Pero eso es todo lo que voy a decir.

– Oh, Dios. Su cuerpo flaqueó. Sólo necesitaba oírlo de alguien. Necesitaba saberlo con seguridad.

Al pasar una ráfaga fría de viento, Phury respiró profundamente y aun así se sintió sofocado.

– Deberías entrar antes de que cojas frío.

Ella asintió y se dirigió a la casa.

– ¿No vienes?

– voy a dar una calada primero. Vete ahora.

Él no la miró entrar en la casa, pero escuchó la puerta al cerrarse.

Poniendo las manos en los bolsillos, miró por encima del ondulante césped blanco. Después cerró los ojos y vio el pasado.

Tan pronto como Phury pasó su transición, buscó a su gemelo, sondeando el Viejo País, buscando las casas que eran lo bastante ricas para tener criados. Tiempo después escuchó un repetido rumor de que había un macho del tamaño de un guerrero que era retenido por una hembra en alta posición dentro de la glymera. Pero no pudo precisarlo.

Algo que tenía sentido. Por aquel entonces, a principios del siglo diecinueve, la especie seguía relativamente cohesionada, y las viejas reglas y costumbres sociales seguían siendo fuertes. Si cualquier persona hubiera sido encontrada reteniendo un guerrero como esclavo de sangre, habría muerto bajo la ley. Por eso había tenido que ser discreto en su búsqueda. Si exigiese una congregación de la aristocracia y lanzase una llamada para la vuelta de su gemelo, o si lo pillasen intentando encontrar a Zsadist, era como si pusiese una daga en el pecho del macho: matar a Zsadist y deshacerse del cuerpo era la mejor y única defensa de la captora.

A finales del siglo XIX casi había perdido toda esperanza. Sus padres ya habían muerto de causas naturales. La sociedad vampírica se había fragmentado en el Viejo País, y la primera de las migraciones a América había comenzado. Estaba desarraigado, recorriendo Europa, yendo detrás de susurros y de insinuaciones… cuando repentinamente encontró lo que estaba buscando.

Estaba en suelo inglés la noche que sucedió. Había ido a una reunión de su clase en un castillo en los acantilados de Dover. Estando parado en una esquina oscura del salón de baile, oyó por casualidad a dos machos hablando de la anfitriona. Comentaban que ella tenía un esclavo de sangre increíblemente dotado, que a ella le gustaba ser mirada y a veces incluso compartir al esclavo.

Phury había empezado a cortejar a la hembra esa misma noche.

No le preocupó que su cara lo descubriese, aunque él y Zsadist eran gemelos idénticos. Primero de todo, sus ropas eran las de un macho rico, y nadie sospecharía que alguien de su clase fuese tras un esclavo que había sido comprado legítimamente en el mercado siendo un niño pequeño. Y en segundo lugar, tuvo siempre cuidado de estar disfrazado. Se dejó crecer una barba corta para embotar sus rasgos, y ocultó sus ojos detrás de cristales oscuros, que explicó diciendo que su visión era pobre.

Su nombre había sido Catronia. Una aristócrata rica que se unió a un comerciante mestizo que llevaba negocios en el mundo humano. Evidentemente estaba sola muchas veces, ya que su hellren viajaba mucho, pero el rumor decía que tenía el esclavo de sangre desde antes de su unión.

Phury pidió que le diesen la bienvenida en la casa, y como estaba bien educado y era atento, ella le permitió pasar a un cuarto, a pesar de que había sido vago sobre su linaje. Las cortes estaban llenas de pretenciosos, y a ella le atraía él, así que obviamente estaba dispuesta a pasar por alto ciertas formalidades. Pero era cautelosa, también. Las semanas pasaron, y aunque ella pasó mucho tiempo con Phury, nunca lo llevó ante el esclavo que se decía que poseía.

Cada ocasión que tenía, rastreaba los terrenos y los edificios, esperando encontrar su gemelo en algún tipo de celda oculta. El problema era que había ojos por todas partes, y Catronia lo mantenía ocupado. Siempre que su hellren salía, lo que sucedía a menudo, ella iba al cuarto de Phury, y cuanto más evadía él sus manos, más lo deseaba ella.

Tiempo… tiempo fue todo lo que llevó. El tiempo y su incapacidad a resistirse a mostrarle su premio, su juguete, su esclavo. Una noche justo antes del amanecer, ella le invitó a su dormitorio por primera vez. La entrada secreta que él había estado buscando, estaba situada en la antecámara de Catriona, en la parte de atrás de su guardarropa. Juntos bajaron por una escalera extensa y escarpada.

Phury todavía podía recordar la gruesa puerta de roble abierta al fondo, y la vista del macho desnudo encadenado, con las piernas extendidas, en una cama con plataforma cubierta de tapicería.

Zsadist había estado mirando fijamente el techo, con el pelo tan largo que caía sobre el suelo de piedra. Estaba afeitado y cubierto de aceite, como si hubiese sido preparado para la diversión de la hembra, y olía a especias caras. La hembra fue derecha a él y lo acarició cariñosamente, sus rapaces ojos marrones estampando su propiedad sobre todo el cuerpo.

La mano de Phury había ido hacia la daga a su lado antes de saber lo que hacía. Como si detectase el movimiento, la cabeza de Zsadist había girado lentamente, y sus ojos negros muertos habían cruzado la distancia entre ellos. No hubo reconocimiento. Sólo hirviente odio.

Conmoción y pesar habían atravesado a Phury, pero él se mantuvo enfocado, buscando la salida. Había otra puerta al otro lado de la celda, pero aquélla no tenía ningún pomo o manija, sólo una pequeña ranura a metro y medio del suelo. Estaba pensando que quizás podría abrirse cami…

Catronia comenzó a tocar a su hermano íntimamente. Tenía algún tipo de pomada en las manos, y mientras frotaba la verga de su gemelo, decía cosas odiosas sobre cómo sería su tamaño. Phury le mostró los colmillos a la hembra y levantó la daga.

La puerta del otro lado se abrió de repente. En el otro lado estaba un macho débil de la corte que llevaba un traje de armiño ajustado. Se puso frenético al anunciar que el hellren de Catronia había vuelto inesperadamente y la estaba buscando. Los rumores sobre ella y Phury evidentemente habían alcanzado los oídos del macho.

Phury se agachó, preparado para matar a la hembra y al macho de la corte. Pero el sonido de pies golpeando, muchos de ellos, se repitió en el cuarto.

El hellren bajó con estruendo las escaleras secretas, entrando con su guarda privado en el cuarto. El macho se había quedado pasmado, claramente no sabía que ella tenía un esclavo de sangre. Catronia empezó a hablar, pero él le dio una bofetada tan fuerte que la hembra rebotó en las paredes de piedra.

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