Литмир - Электронная Библиотека

– Pedí una baja por motivos personales para poder seguir este caso, Nora Ray. En la Academia del FBI no ven bien este tipo de cosas. No estoy segura de que me permitan regresar.

– No lo entiendo. Está persiguiendo a un asesino y está intentando salvar vidas. ¿Qué más pueden pedirle a una agente?

– Objetividad, profesionalidad, un entendimiento claro del conjunto y capacidad para tomar decisiones duras. Abandoné la Academia para salvar una vida, pero si me hubiera quedado y hubiera completado mi formación, podría haber salvado cientos de ellas. En ocasiones mis supervisores resultan cargantes, pero no son estúpidos.

– Entonces, ¿por qué lo hizo?

– Porque Betsy Radison se parecía mucho a mi hermana Mandy.

– Oh.

– Oh -repitió Kimberly. Apoyó la cabeza en la áspera corteza del tronco y dejó escapar un profundo suspiro. Se sentía mejor de lo que había imaginado tras decir aquellas palabras en voz alta. Qué bien se sentía ahora que se había enfrentado a la verdad.

Había mentido a Mac cuando le había dicho que esto no tenía nada que ver con su familia. Había mentido a su padre cuando le había dicho que era capaz de manejar la situación. Pero sobre todo se había mentido a sí misma. Kimberly, joven y apasionada, había decidido luchar por los oprimidos en un caso que jurisdiccionalmente era una locura. Le había parecido una buena idea, pero era consciente de que su decisión de ayudar a Mac no había tenido nada que ver con Betsy Radison ni con el Ecoasesino ni con su supervisor Mark Watson. Lo había hecho simplemente por ella. Seis años de pesar, intentando levantar la cabeza y convencerse a sí misma de que lo estaba haciendo bien…, y solo había sido necesaria una víctima que se parecía un poco a Mandy para que lo lanzara todo por la borda. Su carrera, sus sueños, su futuro. Ni siquiera había hecho nada por evitarlo.

Betsy Radison había muerto y Kimberly había retomado la pesada carga de su pasado como si fuera lo único que podía consolarla. ¿Por qué no? Mientras siguiera obsesionada con la muerte de sus seres queridos, nunca tendría que afrontar el futuro. Mientras guardara luto por Mandy y por su madre, nunca tendría que definirse como persona. En alguna ocasión se había preguntado cómo habría sido su vida si ellas no hubieran muerto. Sabía que su vida todavía podía ser como ella quisiera que fuera. Solo tenía que ser fuerte. E inteligente. De hecho, era posible que incluso pudiera enamorarse. Nunca se sabía.

– ¿Qué ocurrirá ahora? -preguntó Nora Ray, en voz baja.

– ¿A corto o a largo plazo?

– A corto plazo.

– Ray y el equipo del Instituto de Cartografía descifrarán las pistas que dejó el asesino en la víctima y, entonces, intentaremos salvar a la cuarta muchacha. Después buscaremos al Ecoasesino y le patearemos el culo.

Nora Ray asintió con satisfacción.

– ¿Y a largo plazo?

– A largo plazo, tú y yo nos daremos cuenta de que nada de esto ha conseguido cambiar las cosas. Tu hermana seguirá muerta, al igual que mi madre y Mandy, y ambas tendremos que seguir adelante con nuestras vidas. Entonces, empezaremos a vadear de una vez por todas por el pesar y la culpabilidad, intentando extraer algo positivo de todo este caos. Pero también es posible que decidamos quedarnos de brazos cruzados y permitamos que un par de asesinos logren arrebatarnos lo poco que nos queda.

– No me gusta demasiado nuestro futuro a largo plazo -dijo Nora Ray.

– Lo sé -replicó Kimberly-. A mí también me preocupa bastante.


86
{"b":"94110","o":1}