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– ¿Qué tamaño tiene esa área? -preguntó Kimberly.

Knowles se encogió de hombros y miró de nuevo a Ray.

– Ocupa la mayor parte de la esquina sudoeste del estado -explicó Ray-. No es pequeña, si eso es lo que quiere saber.

– Pero es probable que el agua proceda de allí -replicó Mac.

– Yo no diría eso -le advirtió Knowles-. La muestra es demasiado pequeña, los resultados demasiado subjetivos y hay demasiadas variables que escapan a mi control.

– Pero es una posibilidad viable.

– Si usted considera que una lectura de tres con ocho puede ser correcta, le digo que sí, que una mina es un buen lugar para buscar este tipo de reserva de agua contaminada. La otra teoría posible… -Se interrumpió y se mordisqueó el labio inferior-. Tiene que tratarse de algún tipo de contaminación -murmuró entonces-. Eso es lo único que podría reducir el nivel de pH de un modo tan drástico. Podría deberse a una mina, pero también a la contaminación producida por residuos orgánicos. El proceso consiste, básicamente, en que una gran dosis de material orgánico biodegradable se filtra en el agua. Las bacterias se alimentan del desecho, la población de bacterias se multiplica y empiezan a consumir el oxígeno más rápido de lo que las algas y las plantas acuáticas pueden producirlo. Entonces, todo aquello que necesita oxígeno para vivir, los peces, los insectos y las plantas, se muere y las bacterias anaeróbicas invaden la fuente acuática, pues son los únicos seres vivos que pueden sobrevivir en un pH tan bajo.

– Pero usted no puede analizar la muestra en busca de bacterias, ¿verdad? -preguntó Kimberly.

– No. Es demasiado pequeña.

– ¿Hay… algo más que pueda hacer?

– Bueno, podría intentar analizar sus minerales. En este centro trabaja un tipo que ha estado estrujando muestras que se remontan a hace miles de años para extraer el agua y analizarla con el equipo. A pesar del reducido tamaño de las muestras, sé que ha conseguido resultados. No sé cuan buenos…

– Nos conformaremos con lo que sea -le interrumpió Mac.

– Es muy importante -insistió Kimberly-. Necesitamos estrechar la búsqueda a una región geográfica lo más reducida posible. Siete condados es un buen comienzo, pero siete kilómetros sería mucho mejor.

– Siete kilómetros, ¿eh? -Knowles le dedicó una mirada dubitativa-. Aunque tuviera suerte y lograra identificar un grupo de minerales… Bueno. -Guardó silencio-. Existen ciertas diferencias fisiográficas clave entre los condados mineros. Hay montones de piedra arenisca y esquisto en algunas áreas, y carsts en otros. Por lo tanto, es posible que los resultados minerales sean de ayuda. No siete kilómetros, por supuesto, pero es posible que pueda centrar la búsqueda en un condado o dos.

– ¿Cuánto tardará? -le apremió Mac.

– Primero tendré que hablar con ese tipo y averiguar cómo utilizar el equipo… Concédanme un par de días.

– Le damos dos horas.

– ¿Qué?

– Escúcheme. Hay dos mujeres desaparecidas. Ya han transcurrido casi cuarenta y ocho horas desde que fueron vistas por última vez y una de ellas se encuentra en algún lugar, cerca de esta agua. O la encontramos pronto o dejará de importar.

Knowles tenía la boca abierta de par en par. Parecía turbado por la noticia, pero entonces miró la diminuta muestra con renovado disgusto.

– De acuerdo -dijo entonces-. Concédanme dos horas.

– Una última pregunta. -Mac centró su atención en Ray Lee Chee. -Tenemos otra muestra que deseamos analizar…, pero el único problema es: que no sabemos qué es.

Les mostró el frasco de cristal que contenía el residuo que habían: encontrado en el cabello de la segunda víctima. Ray fue el primero en examinarlo y después se lo pasó a Knowles. Ninguno de los dos sabía qué era pero decidieron que un palinólogo, un experto en polen, podría ayudarles. Y también les dijeron que estaban de suerte, puesto que uno de los mejores del estado, Lloyd Armitage, estaría ahí al mediodía para una reunión de equipo.

– ¿Algo más? -preguntó Ray.

– Arroz -dijo Kimberly-. Crudo, de grano largo. ¿Significa algo para ustedes?

Esta pregunta provocó un intercambio de miradas divertidas. Knowles confesó que prefería la pasta y Ray Lee Chee dijo que nunca le había gustado cocinar. De todos modos, preguntarían.

La reunión concluyó ahí. Knowles analizaría el agua en busca de muestras minerales, Ray preguntaría sobre el arroz, y Mac y Kimberly volverían a ponerse en marcha.

– Lo de la hoja fue más fácil -dijo ella, mientras avanzaban por el pasillo.

– Supongo que esa es su intención. -Mac empujó las puertas exteriores y fueron recibidos por el muro de calor.

– ¿Es la hora? -le preguntó Kimberly, al ver que miraba su reloj.

– Sí.

Montaron en el coche y se dirigieron hacia el aeropuerto.


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