– Ha dicho «él», detective. Pero en este caso la víctima era una mujer.
– Éste no es un caso de asfixia autoerótica. Los casos que he visto e investigado de esta forma de muerte siempre han sido de víctimas masculinas.
– ¿Está diciendo que en este caso se hizo que la muerte pareciera causada por asfixia autoerótica?
– Sí, ésa fue mi conclusión inmediata. Y continúo pensando lo mismo.
Langwiser asintió e hizo una pausa. Bosch bebió un poco más de agua. Al llevarse el vaso a la boca miró a la tribuna del jurado. Todos parecían muy atentos.
– Explíquese, detective. ¿Qué lo llevó a esa conclusión?
– ¿Puedo consultar mis informes?
– Por favor.
Bosch abrió la carpeta. Las cuatro primeras páginas eran el IIO, el informe del incidente original. Pasó a la cuarta página que incluía el resumen del oficial al mando. En realidad el informe lo había escrito Kiz Rider, aunque Bosch era el oficial al mando del caso. Bosch revisó rápidamente el resumen para refrescar la memoria y luego miró al jurado.
– Varias cosas contradicen la hipótesis de una muerte accidental causada por asfixia autoerótica. Para empezar, desconfié porque estadísticamente es raro que la víctima sea una mujer. No es que el ciento por ciento de las víctimas sean hombres, pero casi. Esta certeza hizo que mirara con mucha atención el cadáver y la escena del crimen.
– ¿Sería correcto decir que fue usted inmediatamente escéptico de la escena del crimen?
– Sí, sería correcto.
– Muy bien, continúe. ¿Qué más le provocó desconfianza?
– La ligadura. En casi todos los casos de los que he tenido noticia de manera directa o a través de la bibliografía sobre el tema, la víctima utiliza algún tipo de almohadilla alrededor del cuello para prevenir los moretones o los arañazos. Por lo general se enrolla al cuello una prenda de ropa como un jersey o bien una toalla. Luego se hace la ligadura por encima de este acolchado. De esta forma se evita que la ligadura deje una marca en el cuello. En este caso no había almohadilla.
– ¿Y qué significado le dio?
– Bueno, no tenía sentido si se miraba desde el punto de vista de la víctima. Es decir, si suponíamos que ella estaba llevando a cabo esta actividad, el escenario carecía de sentido. Supondría que no utilizó ningún tipo de protección, porque no le importaba tener moretones en el cuello. Y eso para mí era una contradicción entre lo que allí teníamos y el sentido común. Si añadimos que era una actriz (lo cual supe al momento, porque tenía una pila de primeros planos en el escritorio), la contradicción era aún mayor. Ella confiaba en su presencia física y en sus atributos para buscar trabajo de actriz. Que voluntariamente hubiera participado en una actividad, sexual o no, que podía dejarle moretones en el cuello era algo que no me creía. Eso y otras cosas me llevaron a concluir que la escena era un montaje.
Bosch miró al sector de la defensa. Storey continuaba cabizbajo y estaba trabajando en el bloc de dibujo, como si estuviera sentado en el banco de un parque cualquiera. Bosch se fijó en que Fowkkes estaba tomando notas. Harry se preguntó si había dicho algo en su última declaración que pudiera volverse en su contra. Sabía que Fowkkes era un experto en elegir frases de los testimonios y darles nuevos significados al sacarlas de contexto.
– ¿Qué otras cosas lo llevaron a esta conclusión? -le preguntó Langwiser.
Bosch miró de nuevo la página del resumen del IIO.
– El dato particular más importante fue que la lividez post mortem indicaba que el cadáver había sido trasladado.
– En términos sencillos, detective, ¿qué es la lividez post mortem?
– Cuando el corazón deja de latir, la sangre se asienta en la mitad inferior del cuerpo, según la posición de éste. Al transcurrir el tiempo causa un efecto similar a un moretón en la piel. Si se mueve el cadáver, los moretones permanecen en la posición original, porque la sangre se ha coagulado. Con el tiempo, los moretones se hacen más evidentes.
– ¿Qué ocurrió en este caso?
– En este caso había una clara indicación de que la sangre se había asentado en el lado izquierdo del cuerpo, lo que significa que la víctima estaba tumbada sobre el costado izquierdo en el momento, o poco después del momento, de la muerte.
– Sin embargo, no es así como se encontró el cadáver. ¿Cierto?
– Cierto. El cadáver se encontró en posición supina, boca arriba.
– ¿Qué conclusiones sacó de este hecho?
– Que el cadáver había sido movido después de la muerte, que la mujer había sido colocada boca arriba como parte del montaje para que la muerte pareciera una asfixia autoerótica.
– ¿Cuál cree que fue la causa de la muerte?
– En ese momento no estaba seguro. Solamente pensaba que no era tal y como aparentaba. El moretón en el cuello me hizo pensar que estaba ante un caso de estrangulación, sólo que ésta no había sido causada por las manos de la víctima.
– ¿En qué momento llegaron sus compañeros a la escena del crimen?
– Cuando yo estaba reamando las observaciones iniciales del cadáver y la escena.
– ¿Ellos llegaron a las mismas conclusiones que usted?
Fowkkes protestó, alegando que la respuesta a esa pregunta por fuerza tendría que basarse en un testimonio indirecto. El juez aceptó la protesta. Bosch sabía que se trataba una cuestión menor. Si Langwiser quería que constasen en acta las conclusiones de Edgar y Rider, bastaba con que los llamara a declarar.
– ¿Asistió usted a la autopsia de Jody Krementz?
– Sí, lo hice. -Pasó hojas hasta que encontró el protocolo de la autopsia-. El diecisiete de octubre. La llevó a cabo la doctora Teresa Corazón, jefa de la oficina del forense.
– ¿La doctora Corazón determinó la causa de la muerte durante la autopsia?
– Sí, la causa de la muerte fue la asfixia. La víctima fue estrangulada.
– ¿Por ligadura?
– Sí.
– ¿No contradice esto su teoría de que la muerte no fue causada por asfixia autoerótica?
– No, lo confirma. La representación de la asfixia autoerótica fue utilizada para ocultar la muerte por estrangulación de la víctima. La lesión interna de las dos arterias carótidas, del tejido muscular del cuello y el hueso hioide llevaron a la doctora Corazón a confirmar que la muerte fue provocada por otra persona. La lesión era demasiado grande para haber sido auto infligida de manera consciente. -Bosch se dio cuenta de que estaba agarrándose el cuello con una mano mientras describía las heridas. Dejó caer la mano al regazo.
– ¿ La forense encontró alguna prueba independiente de homicidio?
Bosch asintió.
– Sí, el examen de la boca de la víctima determinó la existencia de una profunda laceración provocada al morderse la lengua. Esta herida es común en casos de estrangulamiento.
Langwiser pasó una hoja de su bloc.
– Muy bien, detective Bosch, volvamos a la escena del crimen. ¿Interrogó usted o sus compañeros a Jane Gilley?
– Sí, yo lo hice. Junto con la detective Rider.
– Ese interrogatorio les permitió establecer el paradero de la víctima en las veinticuatro horas anteriores al descubrimiento del cadáver.
– Sí, en primer lugar determinamos que ella había conocido al acusado varios días antes en un coffee shop. El la invitó a asistir a la premier de una película en su cita de la noche del doce de octubre en el Teatro Chino de Hollywood. Él pasó a recogerla entre las siete y las siete y media de esa tarde. La señorita Gilley observó desde una ventana de la casa e identificó al acusado.
– ¿La señorita Gilley sabía cuándo había regresado la señorita Krementz esa noche?
– No. La señorita Gilley salió poco después de que se marchara la señorita Krementz y pasó la noche en otro lugar. En consecuencia, ella no sabía cuándo regresó a casa su compañera de piso. Cuando la señorita Gilley regresó a su domicilio a las once de la mañana del trece de octubre descubrió el cadáver de la señorita Krentz.