Su aliento dejó sus pulmones. Su corazón se paró.
– ¿Cómo…?
– No tengo tiempo para explicarte. -Zsadist avanzó, mirándola como si fuera a tomar sus manos, pero entonces se paró-. Por favor. Tú eres la única que puede encontrarlo, porque tu sangre está con él.
– Por supuesto… por supuesto lo encontraré para ti.
Esto era la cadena de lazos de sangre, pensó. Ella podría localizar a Phury en todas partes porque se había alimentado de ella. Y después de que ella había estado en la garganta de Zsadist, él sería capaz de rastrearla por la misma razón.
Él puso su cara directamente en la suya.
– ¿Quiero que me pongas dentro de cincuenta yardas de él, no más cerca, entendido? Y luego te desmaterializas derechito aquí.
Ella lo miró a los ojos.
– No te defraudaré.
– Desearía que hubiera otro modo de encontrarlo.
Oh, aquel dolor.
– Sin duda lo haces.
Ella dejó el salón y consiguió su abrigo, luego estuvo de pie en el vestíbulo. Cerró sus ojos y extendió la mano en el aire, perforando primero las paredes de la entrada del camino, después la estructura externa de la casa de Havers. Su mente expulsada sobre los arbustos, el césped, a través de árboles y casas… Por coches, camiones y edificios y a través de parques, ríos y corrientes. Más lejos todavía a las tierras de labranza y a las montañas…
Cuando encontró la fuente de energía de Phury, un dolor la asaltó, como si fuera lo que él sentía. Cuando se balanceó, Zsadist agarró su brazo.
Ella lo apartó.
– Lo tengo. Oh, Dios… es él.
Zsadist agarró su brazo otra vez y la obligó.
– Cincuenta yardas. No más cerca. ¿Está claro?
– Sí. Ahora me voy.
Ella salió por la puerta principal, desmaterializándose y tomó forma a aproximadamente a veinte yardas de distancia de una pequeña cabaña en los bosques.
Sintió que Zsadist la tomaba por el codo.
– Vete -silbó-. Sal de aquí.
– Pero…
– Si quieres ayudar, márchate así no me preocupare por ti. Vete.
Bella examino su cara y se desmaterializó.
Zsadist se acercó furtivamente a la cabaña de troncos, agradecía el aire frío que le ayudó a despejarse un poco más de la morfina. Cuando se aplanó contra una pared áspera, no envainó la daga y miró detenidamente en una de las ventanas. No había nadie, sólo algo rústico, un mobiliario de mierda y un ordenador.
El pánico se apodero de él, como una lluvia fría que corría por su sangre.
Y luego oyó el sonido… un golpe. Entonces otro.
Había una dependencia más pequeña sin ventanas aproximadamente veinticinco yardas atrás. Corrió y escuchó sólo una fracción de segundo. Entonces cambió su cuchillo por una Beretta y derribó la puerta.
La vista ante él era su propio pasado: un macho encadenado a una mesa, golpeado en carne viva. Un psicópata demente estaba de pie sobre la víctima.
Phury levantó su cara destrozada, con sangre que relucía en los labios hinchados y su nariz. El lesser que lo golpeaba con las nudilleras haciéndolas girar alrededor, pareció momentáneamente aturdido.
Zsadist apuntó su arma al hijo de puta, pero el asesino tenía razón delante de Phury; el error de cálculo más leve y la bala iban a perforar a su gemelo. Z dejó caer el cañón, apretó el gatillo, y la clavó en la pierna, rompiendo su rodilla. El bastardo gritó y cayó al suelo.
Z fue por él. Excepto que cuando agarraba al no muerto, otro disparo sonó.
El resplandor del tiro llegó al hombro de Z. sabía que le había dado uno bueno, pero no podía pensar en esto ahora. Se concentró en la adquisición del control del arma del lesser, que era la misma cosa que el HP trataba de hacer con la Sig de Z. Lucharon en el suelo, con cada tentativa de conseguir un apretón en el otro, a pesar de la sangre que era el engrase entre ellos. Los puñetazos fueron lanzados, las manos agarradas y las piernas azotadas. Ambos brazos se perdían en la lucha cuerpo a cuerpo.
Aproximadamente a los cuatro minutos de lucha la fuerza de Z comenzó a decaer a una velocidad alarmante. En ese momento, estaba en el suelo, el lesser en su pecho. Z empujo su cuerpo para lanzar el peso lejos de él, pero aunque su mente dio la orden, sus miembros no obedecieron. Echó un vistazo a su hombro, este sangraba, sin duda porque aquella babosa había dado en la arteria. Y la morfina en su cuerpo no ayudaba.
En la calma del enfrentamiento, el lesser jadeaba y se estremecía, su pierna lo estaba matando.
– ¿Quién… coño… eres tú?
– El primero… al que querías -disparó Z, respirando con fuerza. Mierda… tuvo que luchar para impedir que su visión se retirara progresivamente-. Soy el primero… por quien me tomaste… tú.
– ¿Cómo… haces… esto?
– Miré las cicatrices… en su estómago se curan. Hasta su marca… ha desaparecido.
El lesser se congeló.
Ahora era el momento para aprovechar la ventaja, excepto que Z estaba demasiado agotado.
– Ella está muerta -susurró el asesino.
– No.
– Su retrato.
– Esta viva. Respira. Y no vas a… nunca la encontraras otra vez.
La boca del asesino se abrió y un grito de furia salió como una ráfaga.
En medio del ruido Z se calmó. De repente la respiración le era fácil. O tal vez acababa de pararse totalmente. Miró como el asesino se movía, desenvainando una de las dagas negras de Z y levantándola arriba con ambas manos.
Zsadist rastreó sus pensamientos con cuidado porque quería saber cual seria el último. Pensó en Phury y quiso llorar, porque sin duda su gemelo no duraría mucho tiempo. Dios. ¿Siempre le fallaba a aquel macho, no tenía…?
Y luego pensó en Bella. Las lagrimas vinieron a sus ojos como imágenes de ella parpadeado por su mente… tan vividas, tan borrosas… hasta que sobre el hombro del lesser, una visión de ella apareció. Era tan verdadera, como si realmente estuviera de pie en la entrada.
– Te amo -susurró cuando su propia daga bajaba hacia su pecho.
– David -demandó su voz.
El cuerpo entero del lesser se sacudió, la trayectoria de la daga aterrizó en los entarimados al lado del brazo de Z.
– David, ven.
El lesser dio tumbos con sus pies cuando Bella le ofreció su brazo.
– Esta muerta -dijo el lesser, con voz quebrada.
– No.
– Fui a tu casa… vi. El retrato. Oh, Dios… -el lesser comenzó a gritar cuando cojeó más cerca y más cerca de ella, dejando un rastro de sangre negra-. Pensé que te había matado.
– No lo hiciste. Ven.
Z trató desesperadamente de hablar, Tenia la horrible sospecha que esta no era ninguna visión. Comenzó a gritar, pero sólo salió un gemido. Y luego el lesser estaba en los brazos de Bella llorando abiertamente.
Z miró cuando la mano subió por la espalda del asesino. Con una pequeña pistola, la que le había dado antes de ir a la casa.
¡Oh,… Virgen Dulce No!
Bella estaba en un estado de extraña calma cuando atrajo el arma más alto y más alto. Moviéndose despacio, siguió murmurando palabras que lo calmaron hasta que el cañón estuvo en nivel con el cráneo de David. Ella se inclinó hacia atrás, y cuando él levantó su cabeza para encontrar sus ojos, elevó su boca hacia su oído.
– Te amo -dijo él.
Ella apretó el gatillo.
La explosión hizo girar su brazo y apartar su mano, haciéndola perder el equilibrio. Cuando el sonido se disipó oyó un ruido sordo y miró hacia abajo. El lesser estaba a su lado, todavía oscilante. Había esperado que su cabeza volara o algo, pero había sólo un pequeño agujero alojado en su sien.
La náusea la golpeaba, pero no hizo caso, pasó por encima del cuerpo y fue hacia Zsadist.
Oh, Dios. Había sangre en todas partes.
– Bella… -Sus manos se levantaron de la tierra y su boca era lenta.
Ella lo interrumpió alcanzando la pistolera del pecho y tomando la daga restante.
– ¿Tengo que enterrárselo en su esternón, verdad?