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3 de julio de 1942 – ¡Decididamente, y a menos que las cosas se prolonguen, y al prolongarse se compliquen! ¡Pero que acabe, bien o mal!

Sólo hacen falta cuatro movimientos. En el 3º, Cautividad, el destino comunitario y el destino individual están fuertemente unidos. En el 4º, sea cual sea el resultado (¡YO YA ME ENTIENDO!), el destino individual se separa del otro. De un lado, el destino del pueblo; del otro, Jean-Marie y Lucile, su amor, la música del alemán, etc.

Ahora, esto es lo que se me ha ocurrido:

1) Benoît muere durante una revolución, una pelea o en un intento de revuelta, según lo que dé la realidad.

2) Corte. Creo que esto puede ser bueno. Corte tenía mucho miedo de los bolcheviques. Es violentamente colaboracionista, pero, debido a un atentado sufrido por un amigo o por vanidad decepcionada, empieza a pensar que los alemanes están acabados. ¡Quiere congraciarse con la izquierda, izquierda! Primero piensa en Jules Blanc, pero cuando lo ve lo encuentra [palabra rusa ilegible] e inicia un decidido acercamiento a un grupo joven, que actúa, que ha fundado… [frase inacabada]

Para Cautividad:

Empezar por: Corte, Jules Blanc en casa de Corte.

Luego un contraste: quizá Lucile en casa de los Michaud.

Después: los Péricand.

Todas las reuniones que pueda, pero no históricas, sino gentío, fiestas mundanas o guerras en la calle, o algo así.

Llegada

Mañana

Partida

A estos tres episodios hay que darles más realce. Este libro debe destacar por los movimientos de masas.

De la 4.a parte, sólo sé que el alemán muere en Rusia.

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Sí, para hacerlo bien se necesitarían cinco partes de doscientas páginas cada una. Un libro de mil páginas. ¡Ah! God!

Observación. El robo de la cena de Corte por parte de los proletarios debe tener una gran influencia para el futuro. Normalmente, Corte debería volverse violentamente nazi, pero si quiero también puedo hacerle decir algo así: «No hay que hacerse ilusiones, el futuro es eso, esa fuerza bruta que me ha arrebatado la cena. Así que hay dos opciones: luchar contra ella o ponerse, desde este mismo momento, a la cabeza del movimiento. Dejarse llevar por la ola, pero ¿en primera línea? Mejor, ¿intentar dirigirla? El escritor oficial del Partido. El gran hombre del Partido, ¡je, je, je!» Tanto más cuanto que Alemania está a bien con la URSS y deberá tolerarla cada vez más. Efectivamente, mientras dure la guerra sería un locura por parte de Alemania, etc. Más tarde será diferente… Más tarde ya se verá. Se volará en ayuda del más fuerte. ¿Puede un Corte tener ideas tan cínicas? En determinados momentos, claro que sí. Cuando ha bebido, o cuando ha hecho el amor de la forma que él prefiere, una forma de la que un simple mortal no puede tener más que una débil idea, y si la tuviera sólo le causaría estupefacción y pánico. Lo difícil de eso, como siempre, es el aspecto práctico de la cosa. Un periódico, una especie de radio. Libertad, subvención bajo mano de los alemanes… Ya veremos.

All action is a battle, the only business is peace.

Seguramente, the pattern is less [la estructura es menos] una rueda que una ola que sube y baja y en cuya cresta tan pronto hay una gaviota, como el Espíritu del Mal, como una rata muerta. Exactamente, la realidad, nuestra realidad (¡no hay ningún motivo para estar orgullosos!).

Aquí el ritmo debe estar en los movimientos de masas, en todos los momentos en que aparece la muchedumbre en el primer volumen, la huida, los refugiados, la llegada de los alemanes al pueblo.

En Dolce: la llegada de los alemanes, pero hay que volver a mostrarla, la mañana, la partida. En Cautividad, la primera comunión, una manifestación (la del 11 de noviembre de 1941), ¿una guerra? Veremos. Todavía no he llegado ahí y ya abordo el dictado de la realidad.

Si muestro a gente que «actúa» sobre esos acontecimientos, será una pifia. Si muestro a esa gente, ciertamente eso se acercará a la realidad, pero a costa del interés. Así pues, hay que detenerse ahí.

Lo que dice Percy es bastante justo (y por otra parte banal, pero admiremos y amemos la banalidad): que las mejores escenas históricas (véase Guerra y paz) son las que se ven a través de los personajes.

Yo he intentado hacer eso en Tempestad, pero en Dolce todo lo relacionado con los alemanes puede y debe estar aparte.

Lo que en definitiva estaría bien (pero ¿es factible?) sería mostrar siempre, en las escenas no vistas a través de los personajes, la marcha del ejército alemán. Así que Tempestad debería empezar con un movimiento de masas en Francia.

Difícil.

Creo que lo que da a Guerra y paz esa expansión de la que habla Forster, es simplemente el hecho de que, en la mente de Tolstoi, Guerra y paz no es más que un primer volumen al que debería seguir Los decembristas, pero lo que ha hecho inconscientemente (quizá, porque desde luego yo no lo sé, sólo lo imagino), en fin, lo que ha hecho conscientemente o no es muy importante hacerlo en un libro como Tempestad, etc. Aunque algunos personajes lleguen a una conclusión, el libro mismo debe dar la sensación de no ser más que un episodio… lo mismo que nuestra época, y todas las épocas, por supuesto.

22 de junio de 1942 – Hace ya algún tiempo, descubrí una técnica que me ha sido de gran utilidad: el método indirecto. Exactamente cada vez que hay una dificultad de tratamiento, este método me salva, da frescura y fuerza a toda la historia. Lo empleo en Dolce cada vez que la señora Angellier entra en escena. Pero ese método de aparición que todavía no he utilizado es susceptible de infinitos desarrollos.

1 de julio de 1942. Se me ha ocurrido lo siguiente para Cautividad: Unificar, simplificar constantemente el libro (en su totalidad) debe dar como resultado una lucha entre el destino individual y el destino común. No hay que tomar partido.

Mi partido: régimen burgués representado por Inglaterra, lamentablemente arruinado; al menos, pide ser renovado, porque en el fondo es inmutable en lo esencial; pero seguramente no se recuperará antes de mi muerte; quedan, pues, presentes dos formas de socialismo. Ni la una ni la otra me vuelven loca, pero there are facts! Uno de ellos me rechaza, conque el otro… Pero eso es otra cuestión. En tanto que escritora, debo plantear correctamente el problema.

Esa lucha entre los dos destinos se produce cada vez que hay una convulsión; no es algo razonado, es instintivo; yo creo que nos dejamos una buena parte de la piel, pero no toda. La suerte es que, por lo general, el tiempo que nos ha sido concedido es más largo que el concedido a la crisis. Contrariamente a lo que se cree, lo general pasa, el partido entero permanece, el destino común es más corto que el del simple individuo. (No es totalmente exacto. Es otra escala temporal: sólo nos interesamos por las sacudidas; las sacudidas nos matan o duran menos que nosotros.)

Para volver a lo mío: al principio, Jean-Marie tiene una actitud meditada y distanciada respecto a esa gran partida de ajedrez. Naturalmente, querría la revancha de Francia, pero se da cuenta de que eso no es un objetivo, porque quien dice revancha dice odio y venganza, la guerra eterna, y si al cristiano le preocupa la idea del infierno y el castigo eterno, a él lo que le inquieta es la idea de que siempre habrá un fuerte y un débil, así que va hacia la unificación… Lo que desea, lo que ambiciona, es la concordia y la paz. Pero el colaboracionismo, tal como se practica ahora, le repugna, y, por otra parte, ve que el comunismo es adecuado para Benoît, pero no para él. Así que intenta vivir como si el gran y urgente problema común no se planteara, como si no tuviera que resolver más que sus propios problemas. Pero resulta que se entera de que Lucile ha amado, y quizá todavía ama, a un alemán. De pronto toma partido, porque la abstracción ha adquirido de repente la forma del odio. Odia a un alemán y en él, a través de él, odia o cree odiar, lo que en el fondo es lo mismo, una manera de pensar. En realidad, lo que ocurre es que se olvida de su propio destino y lo confunde con el de otro. Prácticamente, al final de Cautividad, Lucile y Jean-Marie se aman; es un amor doloroso, inacabado, inconfesado, en plena lucha. Jean-Marie huye para combatir contra los alemanes (¡si es que a finales de 1942 eso todavía es posible!).

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