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Llegado a adolescente al término de una prolongada crisis, pierde las gracias que lo habían adornado en la infancia y tiene en muy poco los cantos y poemas que otrora le valieron su fortuna.

Busca la inspiración en la lectura, pero la cultura no hace de él un genio; por el contrario, destruye su originalidad y espontaneidad. Entonces, la princesa lo abandona como un objeto inútil y a Ismaël no le queda otro remedio que regresar a su mundo de origen: el barrio judío de Odessa, con sus zaquizamís y sus tugurios. Sin embargo, nadie reconoce a Ismaël en aquel joven establecido. Rechazado por los suyos, ya no tiene un lugar en ese mundo y corre a arrojarse a las aguas estancadas del puerto.

En Francia, su vida tiene una tonalidad menos amarga. Los Némirovsky se adaptan y llevan en París la vida rutilante de los grandes burgueses acaudalados. Veladas mundanas, cenas con champán, bailes, veraneos lujosos. Iréne adora el movimiento, la danza. Va de fiesta en recepción. Según su propia confesión, se va de juerga. En ocasiones juega en el casino. El 2 de enero de 1924 escribe a una amiga: «He pasado una semana completamente loca: baile tras baile; todavía estoy un poco embriagada y me cuesta regresar a la senda del deber.»

En otra ocasión, en Niza: «Me agito como una chiflada y eso debería avergonzarme. Bailo de la noche a la mañana. Todos los días se celebran galas muy elegantes en diferentes hoteles, y como mi buena estrella me ha gratificado con algunos gigolós, me lo paso en grande.» De vuelta de Niza: «No he sido buena chica… para variar. La víspera de mi partida hubo un gran baile en nuestra residencia, en el hotel Negresco. Bailé como una posesa hasta las dos de la mañana y luego, pese a que soplaba un viento glacial, salí a flirtear y a beber champán frío.» Pocos días después: «Choura vino a verme y me soltó un responso de dos horas: al parecer, flirteo demasiado, y está muy mal enloquecer de ese modo a los chicos… Como sabes, he terminado con Henry, que vino a verme el otro día, pálido y con los ojos desorbitados, con expresión malvada ¡y un revólver en el bolsillo!»

En el torbellino de una de esas veladas conoce a Mijail, llamado Michel Epstein, «un morenito de tez muy oscura» que no tarda en hacerle la corte. Ingeniero en física y electricidad por la Universidad de San Petersburgo, trabaja como apoderado en la Banque des Pays du Nord, en la rue Gaillon. Lo encuentra de su agrado, flirtea y en 1926 se casa con él.

La pareja se instala en el número 10 de la avenida Constant-Coquelin, en un hermoso piso cuyas ventanas dan al gran jardín de un convento de la orilla izquierda. Su hija Denise nace en 1929. Fanny regala a Iréne un oso de peluche cuando se entera de que la han hecho abuela. Una segunda niña, Élisabeth, vendrá al mundo el 20 de marzo de 1937.

Los Némirovsky reciben a algunos amigos, como Tristan Bernard y la actriz Suzanne Devoyod, y frecuentan a la princesa Obolensky. Iréne cuida de su asma en estaciones balnearias. Unos productores cinematográficos adquieren los derechos de adaptación de David Golder, que será interpretada por Harry Baur en una película de Julien Duvivier.

Pese a su notoriedad, Iréne Némirovsky, que se ha enamorado de Francia y de su buena sociedad, no conseguirá la nacionalidad francesa. En el contexto de la psicosis de guerra de 1939, y tras una década marcada por un antisemitismo violento que presenta a los judíos como invasores dañinos, mercachifles, belicosos, sedientos de poder, promotores de guerras, a un tiempo burgueses y revolucionarios, toma la decisión de convertirse al cristianismo junto con sus hijas. La madrugada del 2 de febrero de 1939, en la capilla de Santa María de París, la bautiza un amigo de la familia, monseñor Ghika, príncipe-obispo rumano.

La víspera del inicio de la Segunda Guerra Mundial, el 1 de septiembre de 1939, Iréne y Michel Epstein conducen a Denise y Élisabeth, sus dos hijas, a Issy-l'Évêque, en Saône-et-Loire, con su niñera Cécile Michaud, natural de ese pueblo. Esta confía las niñas a los buenos cuidados de su madre, la señora Mitaine. Iréne y Michel Epstein regresan a París, desde donde harán frecuentes visitas a sus hijas, hasta que se establece la línea de demarcación en junio de 1940.

El primer estatuto de los judíos, del 3 de octubre de 1940, les asigna una condición social y jurídica inferior que los convierte en parias. Ante todo define, basándose en criterios raciales, quién es judío a los ojos del Estado francés. Los Némirovsky, que entran en el censo en junio de 1941, son a un tiempo judíos y extranjeros. Michel ya no tiene derecho a trabajar en la Banque des Pays du Nord; las editoriales «arianizan» a su personal y a sus autores, Iréne ya no puede publicar. Ambos abandonan París y se reúnen con sus hijas en el Hôtel des Voyageurs, en Issy- l'Évêque, donde residen asimismo soldados y oficiales de la Wehrmacht.

En octubre de 1940 se promulga una ley sobre «los ciudadanos extranjeros de raza judía». Estipula que pueden ser internados en campos de concentración o estar bajo arresto domiciliario. La ley del 2 de junio de 1941, que sustituye al primer estatuto de los judíos de octubre de 1940, vuelve su situación aún más precaria. Supone el preludio de su arresto, internamiento y deportación a los campos de exterminio nazis.

La partida de bautismo de los Némirovsky no les resulta de ninguna utilidad. No obstante, la pequeña Denise hace la primera comunión. Cuando llevar la estrella judía se vuelve obligatorio, asiste a la escuela municipal con la estrella amarilla y negra, bien visible, cosida sobre el abrigo.

Tras haber residido un año en el hotel, los Némirovsky por fin encuentran una amplia casa burguesa para alquilar en el pueblo.

Michel escribe una tabla de multiplicar en verso para su hija Denise. Iréne, muy lúcida, no tiene ninguna duda de que el desenlace de los acontecimientos será trágico. Pese a ello, escribe y lee mucho. Todos los días, después del desayuno, sale de casa. En ocasiones camina hasta diez kilómetros antes de encontrar un lugar que le convenga. Entonces se pone a la tarea. Vuelve a salir a primera hora de la tarde, después de comer, y no regresa hasta el anochecer. Desde 1940 hasta 1942, Editions Albin Michel y el director del periódico antisemita Gringoire aceptan publicar sus novelas cortas con dos seudónimos: Pierre Nérey y Charles Blancat.

Durante 1941 y 1942, en Issy- l'Évêque, Iréne Némirovsky, que al igual que su marido lleva la estrella amarilla, escribe La vida de Chejov y Las moscas del otoño, que no se publicará hasta la primavera de 1957, y emprende un trabajo ambicioso, Suite francesa, a la que no tendrá tiempo de poner la palabra «fin». La obra comprende dos libros. El primero, Tempestad en junio, se compone de una serie de cuadros sobre la debacle. El segundo, Dolce, fue escrito en forma de novela.

Como de costumbre, empieza por redactar notas sobre el trabajo en curso y las reflexiones que le inspira la situación en Francia. Elabora la lista de sus personajes, los principales y los secundarios, comprueba que los haya utilizado a todos correctamente. Sueña con un libro de mil páginas compuesto como una sinfonía, pero en cinco partes, en función de los ritmos y las tonalidades. Toma como modelo la Quinta Sinfonía de Beethoven.

El 12 de junio de 1942, pocos días antes de su arresto, duda que logre acabar la gran obra emprendida. Ha tenido el presentimiento de que le queda poco tiempo de vida. No obstante, continúa redactando sus notas, paralelamente a la escritura del libro. Titula esas observaciones lúcidas y cínicas Notas sobre la situación de Francia. Demuestran que Iréne Némirovsky no se hace ninguna ilusión sobre la actitud de la masa inerte, «aborrecible», de los franceses con respecto a la derrota y el colaboracionismo, ni sobre su propio destino. ¿Acaso no escribe, encabezando la primera página?:

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