Allison nació y creció en San Carlos, California (en la península de San Francisco). Acudió a escuelas públicas hasta que ganó una beca para asistir a la Menlo School, un instituto de preparación para la universidad en Atherton. Tras eso estudió en la Universidad de Santa Cruz por la belleza del campus y su cercanía a la playa.
Allison inició sus estudios en la facultad en la especialidad de Literatura porque quería ser profesora de inglés, y ocasionalmente escribir libros. Después de llegar a ser la editora en jefe de uno de los periódicos independientes del campus, cambió su especialidad por la de Ciencias económicas y políticas. Dos años después dejó la facultad para trabajar en una campaña política en Sacramento.
Mientras se labraba una carrera en política, Allison trabajó en toda una gama de trabajos, desde barman hasta a recepcionista en un club de campo, o asistente administrativo para una compañía de software mucho antes del boom de las puntocom . En una ocasión mantuvo tres trabajos, lo que le sirvió como preparación para su probable carrera como madre/consultora legislativa/escritora.
A principios de los ‘90, cruzó todo el país para mudarse al área de Washington DC para trabajar con un equipo público de especialistas en política, pero la nostalgia pudo con ella y acabó conduciendo de vuelta a California cuatro meses después.
Afortunadamente, le costó poco tiempo encontrar trabajo, sin embargo tuvo que mudarse al sur de California. Trabajó para un funcionario electo en Glendale y acabó conociendo a su futuro marido, Dan Brennan, quien en ese momento era contable en una compañía médica. Se casaron un año después y se mudaron a Chatsworth en el valle de San Fernando, y aguantaron el terremoto de Northridge cinco días después del nacimiento de su primera hija.
Un año después, Allison y Dan decidieron mudarse a Sacramento para conseguir sus objetivos dentro de la carrera política. Viven allí desde entonces -añadiendo cuatro niños, un perro y dos gatos a su familia.
En enero de 2005, Allison dejó su carrera de treinta años en la asamblea legislativa del estado de California y se centró en dedicarse por completo a su familia y a la escritura.
Allison forma parte de las asociaciones: Romance Writers of America, Mystery Writers of America, e International Thriller Writers. Su trilogía de debut en el suspense romántico, THE PREY (La presa), THE HUNT (La caza) y THE KILL, han sido editados a principios de 2006 por Ballantine.
Centrada en la escritura
Desde que era pequeña, escribir era por diversión. Un pasatiempo. Seguro, quería escribir un libro y publicarlo, pero como nunca lograba terminar nada no sentía la presión de intentarlo y que me publicaran.
Poco tiempo después del nacimiento de mi tercer hijo, intenté encontrar un modo de estar en casa con mis hijos. Puesto que me encantaba escribir historias, me comprometí a terminar uno de los múltiples libros que había empezado, y entonces buscar que lo editaran. Pensaba que terminar el libro sería la parte más dura, pero logré terminar cinco libros en menos de dos años. ¡Comprender los detalles del negocio editorial es una experiencia aún en curso!
Los dos años entre mi compromiso con la escritura y la comercialización de mi primer libro fue una experiencia de aprendizaje crucial. Cuando completé mi quinto libro, yo creía que era así, interrogué a un puñado de agentes. Encontré a la agente de mis sueños, Kimberly Whalen en Trident Media Group, quien procedió a vender mi suspense romántico, ahora conocido como La Presa, una semana después de que se lo enviara.
A pesar de que dejar mi trabajo era un riesgo, di un salto de fe. Con cinco niños, ¡los gastos en guardería eran mayores que nuestra hipoteca! También ayudó que mi marido Dan tuviera un buen puesto con beneficios médicos.
Una cosa que aprendí rápido: ser una madre ama de casa/escritora a tiempo completo es físicamente más cansado que trabajar a tiempo completo fuera de casa.
Por qué suspense romántico
Como la mayoría de escritores, soy una ávida lectora. Empecé suave -Encyclopedia Brown, Trixie Belden, Nancy Drew – pero cuando tenía doce años, descubrí las vastas colecciones de Agatha Christie y Ed McBain de mi madre.
Dos cosas ocurrieron en mi camino para convertirme en escritora de misterio.
Primero, descubrí a Stephen King.
Como una fanática lectora desde los trece años, aprendí pronto lo que era una historia absorbente.
Durante la secundaria, me sumergí en los clásicos porque creía que quería ser una profesora de literatura. Leí un montón de Poe, Hawthorne, Twain y Steinbeck, entre otros. Quería escribir la próxima Gran Novela Americana.
Pero Stephen King continuaba atrayéndome, y llegó a fascinarme con crímenes verdaderos como los de Vincent Bugliosi. Leí A sangre fría de Truman Capote, completamente absorbida por la horrible verdad que había detrás de la historia. Igualmente leí mucha ciencia ficción, y hasta hoy, El ruido de un trueno de Ray Bradbury e Y construyó una extraña casa de Robert A. Heinlein me hechizan.
De vuelta a casa después de la facultad por unos meses (el tiempo entre trabajos es territorio común entre los idealistas universitarios fallidos que creen que pueden cambiar el mundo), empecé a leer las novelas románticas de mi madre, que no me habían atraído como adolescente pero que ahora como una mujer "madura" de veintiún años, encontré subyugantes.
Nora Roberts, entre otras, me introdujo en las novelas contemporáneas que no concernían a asesinatos, desmembramientos, o individuos locos viviendo en las alcantarillas.
Empecé a leerlo todo.
Alrededor de la siguiente década, construí mi carrera en la asamblea legislativa del estado de California, me casé, tuve cinco hijos, pero nunca dejé de leer. Encontré una maravillosa mezcla de suspense y romance en las novelas de suspense romántico de Linda Howard, Tami Hoag e Iris Johansen; los misterios forenses de Patricia Cornwell y los thrillers médicos de Tess Gerritsen; la profunda oscuridad de Dean Koontz; y el humor de Jennifer Crusie y Janet Evanovich.
Y entonces ocurrió la segunda cosa importante.
Me enamoré del romance… entre el peligro. Suspense romántico. Lo mejor de los dos mundos. Dos personas destinadas a estar juntas, separadas por el malo, malo que no sólo quiere destruir su relación, sino sus vidas.
Stephen King conoce a Nora Roberts
Adoro la novela romántica porque yo quiero un final feliz. El amor verdadero debe vencer por encima de las adversidades. Si el héroe y la heroína lo merecen. Tienen que ganárselo, porque nada conseguido fácilmente es apreciado realmente.
Pero también adoro el horror y el suspense, porque el temor físico hace que el cuerpo entero reaccione, martilleo de corazón, latido en la cabeza, temblor de manos.
Juntar romance y suspense es algo natural. Proporciona la satisfacción de ver a dos personas merecedoras triunfar sobre un malvado muy real con el propósito de vivir felices para siempre, con ellos mismos y con el otro.
En el suspense romántico debe haber un final feliz -es lo que la historia promete-pero el peligro debe ser real. Debe haber dudas. Debe parecer que quizá el bueno o quizá el malo pueden ganar. Hasta el triste final, se ha de temer que el héroe o la heroína pueden fallar. Morir. Que el villano puede ganar.
Si no es real, no es suspense. Si tú no dudas, te encoges, te preocupas, temes, no es suspense. El suspense es personal. Puede ocurrir. Puede ocurrirte a ti. Incluso en el suspense paranormal, en el mundo construido por el autor, la amenaza es muy real.
Cuando estás enamorado, todo tiene mayor importancia. Cuando la vida de tu amado está en peligro, haces cosas de las que nunca te creíste capaz. Porque cuanto mayores sean las dificultades, el "felices para siempre" será el más dulce.
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