– Bien, regresé de trabajar a las seis y cuarto y puse la cena a calentar. Entonces fui al office y saqué la ropa húmeda de la lavadora y la coloqué en una canasta.
– ¿Y qué hizo a continuasión? -Ivan le plantificó la lupa en la cara y la fue moviendo en círculos, examinándola-. Compruebo si hay pruebas -le dijo a Luke.
– A continuación aguardé a que dejara de llover y luego fui a tender la colada.
Ivan ahogó un grito de manera teatral.
– Monsieur Rotcudart, ¿ha oído eso?
Luke reía mostrando las encías; se le había caído otro diente.
– ¡Pues entonces esto significa que usted es la jiminal!
– La asesina -tradujo Luke.
Ambos se volvieron hacia ella con las lupas delante de los ojos.
Ivan dijo:
– Por haber intentado ocultarme que la semana que viene es tu cumpleaños, tu castigo será celebrar una fiesta en el chardán posterior en memoria del recientemente difunto monsieur Sinuoso, el gusano.
Elizabeth gimió.
– Ni hablar.
– Qué bien te comprendo, Elizabeth -dijo Ivan adoptando el acento de la clase alta británica-. Tener que alternar con la gente del pueblo llano resulta terriblemente espantoso.
– ¿Qué gente? -inquirió Elizabeth entrecerrando los ojos.
– Bah, unas pocas personas que hemos invitado -contestó Ivan encogiéndose de hombros-. Luke ha echado las invitaciones al correo esta mañana, ¿no es genial? -Señaló con el mentón a un orgulloso y sonriente Luke-. La próxima semana serás la anfitriona de una fiesta en el jardín. Gente que no conoces muy bien campará a sus anchas por tu casa, seguramente ensuciándola. ¿Crees que podrás soportarlo?