General Cícero Arruza a general Mondragón von Bertrab
Mi general, las cosas están que arden y se acerca el momento de actuar. De consenso, se lo ruego, como jinetes hermanos que somos, mi general. Mire lo que está ocurriendo. La celebrada política democrática de nuestro Presidente está haciendo agua como una chalupa en huracán del Golfo. Confianza en el pueblo, la sociedad civil se organiza sola y resuelve sus propios problemas, denle libertad al pueblo y se integra en sindicatos, cooperativas, asociaciones de barrio, la chingada. Pues no, mi general. Retire la autoridad y se crea el puro y pinche vacío. Este país nunca se ha gobernado a sí mismo. No tiene experiencia. No sabe cómo. Siempre ha necesitado una mano fuerte, una autoridad central que impida el caos y no tolere que se creen vacíos. Pues mire nomás: calladitos, calladitos, los huecos de poder en todo el país se han ido llenando con los caciques locales, que estaban allí nomás como tigres al acecho.
Puede ser un pueblo como Sahuaripa, perdido en el desierto, donde un prepotente como Félix Elías Cabezas se adueña del poder real en Sonora y lo ejerce escondido en la distancia y la ignorancia, acaparando el producto minero y disponiendo a su gusto de la explotación y exportación del cobre.
Puede ser un estado entero como San Luis Potosí, donde un cacique como Rodolfo Roque Maldonado les asegura a los inversionistas japoneses orden y seguridad para que usen a San Luis de trampolín para inundar de exportaciones tecnológicas a los USA vía el Tratado de Libre Comercio. Usted dirá que la situación en SLP la ordenó Herrera, pero el que se llevó la gloria (y los tecolines o yenes o lo que paguen para sobornar estos kamikazes amarillos) fue el cacique y gobernador Maldonado. O sea, deja que la gente crea que el que puso orden fue el señor secretario de Gobernación, pero los chales con sus ojitos de Fumanchú saben mejor y no dicen nada. Su protector es don Roque.
Y vámonos al eje Tampico-Matamoros, mi general, donde el tráfico de droga entra como la Adelita de la canción, si por mar en un buque de guerra, si por tierra en un tren militar… ¿Quién manda ahí, el Presidente, usted, el secretario Herrera? No, el mero mero de los narcos, don Silvestre Pardo, así como el cacicuelo a sus órdenes, José de la Paz Quintero. Controla el tráfico de blancas en la franja Tijuana-Mexicali y el estado de Baja California entero el cacique don Narciso "Chicho' Delgado, posando como defensor de ballenas y viviendo como explotador de monos, si me hago entender y perdone el albur, mi general.
¿Quiere que le siga? ¿Le cuento algo que usted no sabe? ¿Le digo que hemos perdido el control de las dos fronteras, señor secretario, la del norte con los narcos, los tratantes de blancas y los coyotes de la migra, la del sur con el turismo revolucionario europeo que heredó las máscaras de esquiar del difunto (desaparecido) Marcos para fundar la Comuna Socialista de Chiapas, vender chácharas (pasamontañas, huipiles, fusiles de madera, manuscritos del susodicho Marcos, condones con marca registrada de "El Levantamiento", sombreros zapatistas y estampitas de la Virgen de Guadalupe) a los turistas comunes y corrientes en busca de emociones fuertes, dedicándose además a abrirle el paso "humanitario" a los indios guatemaltecos que huyen de la tortura, la muerte y el incendio de sus aldeas por la eterna criolliza de Guatepeor. ¿Por qué no aprenden de nosotros los blancos guatemaltecos y mestizan rápidamente al país hasta que no quede un solo indio puro? Y todo el sureste dominado por el siniestro tabasqueño "Mano Prieta" Vidales.
¡Ah qué la chingada, mi general! ¡Ah qué la puta madre! ¿Vamos a dejar que esto se nos siga pudriendo? ¿O vamos a actuar por fin, juntos usted y yo para salvar a la nación mediante la acción purificadora de las Fuerzas Armadas, último baluarte del Patriotismo Mexicano? ¿Vamos a esperar que termine un larguísimo proceso electoral de casi tres años de largo? ¿Vamos a dejar que dos paniaguados güevones como De la Canal o Bernal Herrera lleguen a Los Pinos a darnos más atole con el dedo? ¿O vamos a ver la manera, mi general, de sustituir al señor Presidente Lorenzo Terán, ridiculizado por la prensa y el público como un holgazán con almohada atada al culo? ¿Vamos a ver la manera, mi general, de tener un Presidente con mano dura y carácter fuerte, que ponga en orden a este maldito país?
Ya sé que usted no escribe cartas ni de condolencias y tarjetitas ni en Navidad. Pero hágame una seña, señor secretario y general mi amigo mío. Una señita nomás, que yo para entender las señales me pinto solo…