Miré a Boris y vi que no me hacía el menor caso. Entonces me acordé de nuestra pequeña disputa de antes -yo la había ya olvidado-, y pensé que lo mejor sería decir algo capaz de reconciliarnos.
– ¿Así que los dónuts están buenos, eh? -dije-. ¿Vas a dejarme probarlos?
Boris siguió mirando en otra dirección, Esperé unos segundos, y luego me encogí de hombros.
– Muy bien -dije-. Si no quieres hablar, estupendo.
Sophie le tocó a Boris en el hombro, y estaba a punto de rogarle que hablara cuando yo me volví y dije:
– Venga, tenemos que irnos.
Sophie dio otro codazo a Boris. Luego se volvió a mí y me dijo, en tono casi desesperado:
– ¿Por qué no nos quedamos un poco más? Apenas te has sentado con nosotros. Y Boris se está divirtiendo tanto… ¿Verdad, Boris?
Boris volvió a hacer como que no oía.
– Escucha, tenemos que marcharnos -dije-. Vamos a llegar tarde.
Sophie volvió a mirar a Boris; luego me miró a mí con expresión cada vez más iracunda. Luego, finalmente, empezó a levantarse. Yo me di media vuelta y eché a andar hacia la salida sin volverme en ningún momento para mirarles.