Литмир - Электронная Библиотека
A
A

Clemenza y Tessio estaban molestos con Michael, porque éste había recortado el poder de sus regimi y no había reorganizado el de Sonny. La familia Corleone, en efecto, sólo contaba con dos «divisiones de combate», ambas menos numerosas que tiempo atrás. Clemenza y Tessio consideraban esto como un suicidio, especialmente teniendo en cuenta las continuas provocaciones de los Barzini-Tattaglia, que por otra parte crecían en todos los sentidos. Ambos _caporegimi_ confiaban en que tales errores se corregirían en el curso de la reunión extraordinaria convocada por el Don. Michael empezó por relatar su viaje a Las Vegas y la negativa de Moe Greene de aceptar su propuesta.

– Pero le haremos una oferta que no podrá rechazar -sentenció Michael-. Ninguno de los aquí presentes ignora que la familia Corleone piensa trasladar al Oeste su campo de operaciones. En Las Vegas tenemos cuatro hoteles-casino. Pero el traslado no podrá hacerse de inmediato. Necesitamos tiempo para arreglar los detalles.

Dirigiéndose directamente a Clemenza, prosiguió:

– Tú y Tessio debéis estar a mi lado durante un año, sin hacer preguntas y sin reservas de ninguna clase. Transcurridos los doce meses, ambos podréis separaros de los Corleone y formar vuestra propia Familia. Por supuesto, no es necesario que os diga que nuestra amistad no se resentiría; si pensara otra cosa, ello constituiría un insulto a vosotros y al respeto que sentís hacia mi padre. Ahora bien, durante un año quiero que sigáis mis órdenes. Y no os preocupéis. Se está haciendo lo necesario para resolver ciertos problemas que en vuestra opinión son insolubles. Así, pues, os ruego que tengáis un poco de paciencia.

– Si Moe Greene quería hablar con tu padre -dijo Tessio-¿por qué no se lo permitiste? El Don siempre ha logrado persuadir a todo el mundo; nadie ha sido capaz de resistirse a sus razonamientos.

Fue el propio Don quien contestó a Tessio:

– Yo me he retirado. Si yo interviniera, Michael perdería respeto. Y, además, con Moe Greene prefiero no tener que hablar.

Tessio recordó haber oído decir que Moe Greene había abofeteado a Freddie una noche en el hotel de Las Vegas. Empezó a comprender. Moe Greene era hombre muerto, pensó. La familia Corleone no deseaba persuadirlo.

– ¿Es que la familia Corleone dejará de operar por completo en Nueva York? -quiso saber Carlo Rizzi.

– Vamos a vender el negocio del aceite de oliva -dijo Michael-. Traspasaremos todo lo que podamos a Clemenza y a Tessio. Pero no quiero que te preocupes por tu empleo, Carlo. Te criaste en Nevada, por lo que conoces bien el estado y a su gente. Cuando estemos allí, tú serás mi brazo derecho.

Carlo se echó hacia atrás en su sillón. Su rostro reflejaba la satisfacción que lo embargaba. Su momento estaba a punto de llegar. En un futuro muy próximo se movería en las altas esferas de la Familia.

– Tom Hagen ya no es _consigliere_ -prosiguió Michael-. Será nuestro abogado en Las Vegas. Dentro de un par de meses se trasladará allí, ya de forma permanente, con su familia. Desde este mismo momento, que nadie lo busque para nada que no esté relacionado con leyes ni piense en él más que como abogado. Quiero que sea tal y como he dicho. Además, cuando necesite un consejo ¿quién podrá dármelo mejor que mi padre? Todos se echaron a reír. Pero todos, a pesar del tono jocoso de Michael, comprendieron. Tom Hagen quedaba al margen; ya no tenía poder alguno. Los presentes miraron disimuladamente a Hagen, en un intento de descubrir la reacción del ya ex _consigliere_, pero el rostro de éste permanecía impasible.

– Así, pues -intervino Clemenza-, dentro de un año seremos nuestros propios patrones ¿no?

– Tal vez antes -contestó Michael-. Naturalmente, podréis seguir formando parte de la Familia, si así lo preferís. Pero nuestra fuerza estará casi por completo en el Oeste, y por eso pienso que quizá prefiráis independizaros.

– En ese caso -dijo Tessio-, creo que deberías darnos permiso para reclutar nuevos hombres para nuestros regimi. Los Barzini no dejan de meterse en mi territorio. Creo que deberíamos darles una lección de urbanidad.

Michael sacudió la cabeza y dijo:

– No, no estoy de acuerdo. Limítate a permanecer quieto. Todo quedará arreglado antes de irnos a Las Vegas.

Tessio no pareció muy satisfecho. Se dirigió directamente al Don, arriesgándose a provocar el enfado de Michael:

– Perdóname, Padrino, pero pienso que tú y Michael os equivocáis en esto de Nevada. ¿Cómo podéis pensar en triunfar allí, sin la fuerza que aquí os respalda? Las dos co592 sas van juntas. Cuando os marchéis, los Barzini y los Tattaglia serán demasiado fuertes para nosotros. Pete y yo tendremos problemas, y más tarde o más temprano nos aplastarán. Y Barzini no me cae nada bien. Yo digo que la familia Corleone no debe trasladarse a Las Vegas por debilidad, sino con todo el poder que ha tenido en los últimos años. Deberíamos reforzar nuestros regimi y recuperar los territorios perdidos, al menos en Staten Island.

El Don negó con la cabeza y repuso:

– Recuerda que fui yo quien dio los primeros pasos para concertar la paz; no puedo faltar a mi palabra.

Tessio no parecía dispuesto a dar el brazo a torcer.

– Todo el mundo sabe que Barzini no ha dejado de provocarte desde entonces -dijo-. Y además, si Michael es el nuevo jefe de la Familia ¿qué o quién lo privará de obrar como crea necesario? Tu palabra, en un sentido absoluto, no puede obligarlo.

En tono áspero, y muy en su papel de jefe, Michael interrumpió a Tessio:

– Las cosas que ahora se están negociando resolverán todas las dudas que puedas tener. Si mi palabra no te basta, pregúntale al Don.

Tessio comprendió que había ido demasiado lejos. Si se atrevía a preguntar al Don, Michael se convertiría en su enemigo. Por ello, el _caporegime_ se limitó a decir:

– Hablaba por el bien de la Familia, no por el mío. Sé cuidarme perfectamente.

Michael le dirigió una amistosa sonrisa.

– Jamás he dudado de ti, Tessio, y tampoco dudo ahora. Naturalmente, sé que tú y Pete poseéis una experiencia de la que yo carezco, pero tengo la gran suerte de contar con la ayuda y los valiosos consejos de mi padre. Veréis que no lo hago del todo mal. Todo acabará a nuestra entera satisfacción.

La reunión había terminado. La gran noticia era que Clemenza y Tessio podrían formar sus propias Familias. Tessio controlaría el juego y los muelles de Brooklyn; Clemenza, el juego de Manhattan y los contactos de la Familia en las carreras de caballos de Long Island.

Los dos _caporegimi_, a pesar de todo, no estaban plenamente satisfechos. Algo indefinible les inquietaba. Carlo Rizzi salió convencido de que el momento en que empezaría a ser tratado como un verdadero miembro de la Familia aún no había llegado. En la biblioteca dejó al Don, a Tom Hagen y a Michael. Albert Neri lo acompañó fuera de la casa, y Carlo observó que permanecía de pie junto a la puerta, mirándolo atravesar la finca.

127
{"b":"101344","o":1}