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– ¿No era el dueño del campamento?

– Sí.

– ¿Me estás diciendo que al fin y al cabo Copeland tenía razón?

– Tengo la dirección de Ira Silverstein -dijo Dillon-. Una especie de centro de rehabilitación.

– ¿A qué esperas, pues? -dijo York-. Vamonos pitando.


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