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Sobre el ya mencionado color pampa: el color pampa es todo aquel color que sea vario, o que esté o sea formado por dos o más pintas.

Y una aclaración eminentemente necesaria:

Sobre los ya aludidos o mencionados agentes en especies genéricas: cuyos agentes han de ser Gobernadores, que por medio de ellos nunca llegue a extinguirse del mundo ninguna de las especies genéricas; que las especies genéricas, dentro de sus clases, no se crucen, ya una clase con otra, ya un tipo con otro, ya una raza con otra raza, ya un color de especie con otro color de otra especie, etc.

¡Purista, racista Ceferino Piriz! ¡Un cosmos de colores puros, mondrianesco a reventar! ¡Peligroso Ceferino Piriz, siempre posible candidato a diputado, tal vez a presidente! ¡En guardia, Banda Oriental! Y otra caña antes de irse a dormir mientras Cefe, borracho de colores, se concedía un último poema donde como en un inmenso cuadro de Ensor estallaba todo lo estallable en materia de máscaras y antimáscaras. Bruscamente irrumpía el militarismo en su sistema, y había que ver el tratamiento entre macarrónico y trismegístico que le reservaba el filósofo uruguayo. O sea:

En cuanto a la anunciada obra «La Luz de la Paz del Mundo», se trata de que en ella se explica algo detallado sobre el militarismo, pero ahora, en breve explicación, diremos la o las siguientes versiones sobre militarismo:

La Guardia (tipo «Metropolitana») para los militares nacidos bajo el signo zodiacal Aries; los Sindicatos del antigobierno fundamental, para los militares nacidos bajo el signo zodiacal Tauro, la Dirección y auspicios de festejos y reuniones sociales (bailes, reuniones de veladas, conciertos de noviazgos: hacer parejas de novios, etc.) para los militares nacidos bajo el signo zodiacal Géminis; la Aviación (militar) para los militares nacidos bajo el signo zodiacal Cáncer; la Pluma pro gobierno fundamental (periodismo militar, y de las magias políticas en pro de todo el Gobierno fundamental y nacional) para los militares nacidos bajo el signo zodiacal Leo; la Artillería (armas pesadas en general y bombas) para los militares nacidos bajo el signo zodiacal Virgo; Auspicios y representaciones prácticas de fiestas publicas y/o patrias (usos de disfraces adecuados por parte de militares, en los momentos de encarnar, ya un desfile militar, ya un desfile de carnaval, ya una comparsa carnavalesca, ya una fiesta de las de «vendimia», etc.) para los militares nacidos bajo el signo zodiacal Escorpión; la Caballería (caballerías comunes y caballerías motorizadas, con las respectivas participaciones, ya de fusileros, ya de lanceros, ya de macheteros: caso común: «Guardia Republicana», ya de espadachineros, etc.) para los militares nacidos bajo el signo zodiacal Capricornio; y la,Servidumbre militar práctica (chasquis, propios, bomberos, misioneros prácticos, sirvientes de lo práctico, etc.) para los militares nacidos balo el signo zodiacal Acuario.

Sacudiendo a Talita, que se despertó indignada, Traveler le leyó la parte del militarismo y los dos tuvieron que meter la cabeza debajo de la almohada para no despertar a toda la clínica. Pero antes se pusieron de acuerdo en que la mayoría de los militares argentinos eran nacidos bajo el signo zodiacal Tauro. Tan borracho estaba Traveler, nacido bajo el signo zodiacal Escorpión, que se declaró dispuesto a apelar de inmediato a su condición de subteniente de la reserva a fin de que le permitieran hacer uso de disfraces adecuados por parte de militares.

– Organizaremos enormes fiestas de las de vendimia -decía Traveler, sacando la cabeza de debajo de la almohada y volviéndola a meter apenas terminaba la frase-. Vos vendrás con todas tus congéneres de la raza pampa, porque no hay la menor duda de que sos una pampa, o sea que estás formada por dos o más pintas.

– Yo soy blanca -dijo Talita-. Y es una lástima que vos no hayas nacido bajo el signo zodiacal Capricornio, porque me encantaría que fueras un espadachinero. O por lo menos un chasqui o un propio.

– Los chasquis son Acuario, che, Horacio es Cáncer, ¿no?

– Si no lo es, lo merece dijo Talita cerrando los ojos.

– Le toca modestamente la aviación. No hay más que imaginárselo piloteando un Bang-Bang de ésos y ya te lo está escrachando en la Confitería del Águila a la hora del té con masitas. Sería fatal.

Talita apagó la luz y se apretó un poco contra Traveler que sudaba y se retorcía, envuelto por diversos signos del zodíaco, corporaciones nacionales de agentes comisionados y minerales de aspecto amarillo.

– Horacio vio a la Maga esta noche -dijo Talita, como dormida-. La vio en el patio, hace dos horas, cuando vos estabas de guardia.

– Ah -dijo Traveler, tendiéndose de espaldas y buscando los cigarrillos sistema Braille-. Habría que meterlo entre los beatos guardadores de colecciones.

– La Maga era yo -dijo Talita, apretándose más contra Traveler-. No sé si te das cuenta.

– Más bien sí.

– Alguna vez tenía que ocurrir. Lo que me asombra es que se haya quedado tan sorprendido por la confusión.

– Oh, vos sabés, Horacio arma los líos y después los mira con el mismo aire de los cachorros cuando han hecho caca y se quedan contemplándola estupefactos.

– Yo creo que empezó el mismo día en que lo fuimos a buscar al puerto -dijo Talita-. No se puede explicar, porque ni siquiera me miró, y entre los dos me echaron como a un perro, con el gato abajo del brazo.

– Cría de animales no corpulentos -dijo Traveler.

– Me confundió con la Maga -insistió Talita-. Todo lo demás tenía que seguir como si lo enumerara Ceferino, una cosa detrás de la otra.

– La Maga -dijo Traveler, chupando del cigarrillo hasta que se le iluminó la cara en la oscuridad- también es uruguaya. Ya ves que hay un cierto orden.

– Dejame hablar, Manú.

– Mejor no. Para qué.

– Primero vino el viejo con la paloma, y entonces bajamos al sótano. Horacio hablaba todo el tiempo del descenso, de esos huecos que lo preocupan. Estaba desesperado, Manú, daba miedo ver lo tranquilo que parecía, y entre tanto… Bajamos en el montacargas, y él fue a cerrar una de las heladeras, era tan horrible.

– De manera que bajaste -dijo Traveler-. Está bueno.

– Era diferente -dijo Talita-. No era como bajar. Hablábamos, pero yo sentía como si Horacio estuviera desde otra parte, hablándole a otra, a una mujer ahogada, por ejemplo. Ahora se me ocurre eso, pero él todavía no había dicho que la Maga se había ahogado en el río.

– No se ahogó en lo más mínimo -dijo Traveler-. Me consta, aunque admito que no tengo la menor idea. Basta con conocerlo a Horacio.

– Cree que está muerta, Manú, y al mismo tiempo la siente cerca y esta noche fui yo. Me dijo que también la había visto en el barco, y debajo del puente de la Avenida San Martín… No lo dice como si hablara de una alucinación, y tampoco pretende que le creas. Lo dice, nomás, y es verdad, es algo que está ahí. Cuando cerró la heladera y yo tuve miedo y dije no sé qué, me empezó a mirar y era a la otra que miraba. Yo no soy el zombie de nadie, Manú, no quiero ser el zombie de nadie.

Traveler le pasó la mano por el pelo, pero Talita lo rechazó con impaciencia. Se había sentado en la cama y él la sentía temblar. Con ese calor, temblando. Le dijo que Horacio la había besado, y trató de explicar el beso y como no encontraba las palabras iba tocando a Traveler en la oscuridad, sus manos caían como trapos sobre su cara, sobre sus brazos, le resbalaban por el pecho, se apoyaban en sus rodillas, y de todo eso nacía como una explicación que Traveler era incapaz de rechazar, un contagio que venía desde más allá, desde alguna parte en lo hondo o en lo alto o en cualquier parte que no fuera esa noche y esa pieza, un contagio que a través de Talita lo poseía a su vez, un balbuceo como un anuncio intraducible, la sospecha de que estaba delante de algo que podía ser un anuncio, pero la voz que lo traía estaba quebrada y cuando decía el anuncio lo decía en un idioma ininteligible, y sin embargo eso era lo único necesario ahí al alcance de la mano, reclamando el reconocimiento y la aceptación, debatiéndose contra una pared esponjosa, de humo y de corcho, inasible y ofreciéndose, desnudo, entre los brazos pero como de agua yéndose entre lágrimas.

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