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Michael nunca había visto aquella expresión en el rostro de su hermano Sonny. Su bronceada piel había adquirido un tono grisáceo.

– Me importa un bledo lo que quieran las demás Familias. Mejor será que no se mezclen en esta lucha.

Clemenza y Tessio se agitaron en sus sillas, incómodos. Se sentían como oficiales de infantería que oyeran a su general hablar de conquistar un objetivo inexpugnable, prescindiendo de las vidas que tuvieran que sacrificarse.

– Escucha, Sonny -dijo Hagen con cierta impaciencia-: a tu padre no le gustaría oírte hablar así. Ya conoces su opinión: «Eso es un despilfarro». No nos detendremos ante nada, si el Don nos ordena ir a la caza de Sollozzo. Pero esto no es una cuestión personal, sino un asunto de negocios. Si vamos tras el Turco y las otras Familias interfieren, discutiremos con ellos el problema. Luego si ven que estamos completamente decididos, nos dejarán hacer. El Don hará concesiones en otros terrenos, para compensar. Pero no dejes que corra la sangre en un asunto como éste. Sólo son negocios. Incluso el atentado contra tu padre fue un asunto de negocios, pues no hubo nada personal. No lo olvides.

Sonny no parecía dispuesto a ceder.

– Lo comprendo -asintió-; pero no permitiré que nadie se ponga en nuestro camino cuando vayamos a por Sollozzo.

Sonny se volvió hacia Tessio:

– ¿Alguna noticia respecto a Luca?

– Nada en absoluto -contestó el _caporegime_-. Sollozzo debe haberlo secuestrado.

– Me sorprendió que Sollozzo no se sintiera en absoluto preocupado respecto a Luca -comentó Hagen-. Es demasiado listo para no preocuparse por un hombre como Luca. Pienso que tal vez lo haya puesto fuera de la circulación, de una forma u otra.

– ¡Dios! -musitó Sonny-. Espero que Luca r esté luchando contra nosotros. Eso sí me daría verdadero miedo. Clemenza, Tessio: ¿qué creéis que puede haber ocurrido?

– Cualquiera puede hacer una tontería, y la prueba la tienes en Paulie -contestó Clemenza lentamente-. Pero Luca, no. El Padrino siempre ha confiado ciegamente en él. Luca es el único hombre al que ha temido. Pero hay más, Sonny. Luca ha respetado siempre a tu padre más que cualquier otra persona, y sabes muy bien que a tu padre todo el mundo lo respeta. No, Luca nunca nos traicionaría. Y me cuesta creer que un hombre como Sollozzo, por astuto que sea, pueda sorprender a Luca. Es un hombre que sospecha de todo y de todos. Siempre está preparado para lo peor. Me inclino a pensar que habrá salido fuera de la ciudad por unos pocos días. Tendremos noticias suyas en el momento menos pensado.

Sonny se volvió a Tessio.

– Cualquiera puede convertirse en traidor -opinó el _caporegime_ de Brooklyn-. Luca siempre ha sido muy susceptible. Tal vez el Don le ofendió sin querer. Entra dentro de lo posible. Sin embargo, creo que Sollozzo le dio una pequeña sorpresa. Eso concuerda con la opinión del _consigliere_. Deberíamos prepararnos para aceptar lo peor.

– Sollozzo no tardará en enterarse de lo de Paulie Gatto. ¿Cómo va a reaccionar? -dijo Sonny, dirigiéndose a todos.

– Le hará recapacitar -sonrió Clemenza-. Sabrá que nadie se burla de la familia Corleone y comprenderá que ayer tuvo mucha suerte.

– Eso no fue suerte -señaló Sonny bruscamente-. Sollozzo lo había estado planeando todo durante semanas. Estaban al corriente de todos y cada uno de los movimientos de mi padre. Luego compraron a Paulie y quizá también a Luca, secuestraron a Tom, hicieron lo que les dio la gana. En realidad tuvieron muy mala suerte. Los esbirros que contrataron no fueron lo suficientemente buenos y, además, el viejo se movió muy aprisa. Si lo hubiesen matado, me habría visto obligado a pactar y Sollozzo habría vencido, al menos de momento. Le hubiera dado cinco, diez años, pero, finalmente, lo habría liquidado. Pero no digas que ha tenido suerte, Pete; eso sería subestimarlo. Creo que últimamente nos hemos dedicado demasiado al peligroso deporte de subestimar al prójimo y que ahora estamos pagando las consecuencias de ello.

Uno de los hombres de la cocina les llevó una fuente de espaguetis y luego varios platos, tenedores y vino. Prosiguieron la reunión mientras comían. Michael no salía de su asombro. Él no comía ni hablaba, pero Sonny, Clemenza y Tessio parecían tener un apetito voraz. Era casi cómico. Y continuaron la discusión.

Tessio no creía que la muerte de Paulie Gatto acobardara a Sollozzo. Es más, estaba por decir que la había previsto y que se había alegrado. Un inútil menos en la nómina. Y no se asustaría; después de todo ¿se habrían asustado ellos de hallarse en la situación del Turco?

– Sé que soy sólo un aficionado -intervino Michael tímidamente-, pero de todo lo que habéis dicho acerca de Sollozzo, teniendo en cuenta que de pronto ha roto la comunicación con Tom, diría que se guarda un as en la manga. No sé qué jugada prepara, pero si lo supiéramos, entonces tendríamos la sartén por el mango.

– Sí -replicó Sonny, de mala gana-, ya he pensado en ello, y lo único que se me ocurre es que tiene a Luca. Ya he dado órdenes de que lo traigan aquí en cuanto aparezca. También es posible que Sollozzo haya llegado a un acuerdo con las otras Familias de Nueva York. En ese caso, mañana mismo nos enteraremos de que nos han declarado la guerra. Si fuese cierto, nos veríamos obligados a someternos al Turco. ¿Estás de acuerdo conmigo, Tom?

– Completamente, Sonny. Y no podemos enfrentarnos con todos sin el permiso de tu padre. Él es el único que puede plantar cara a las otras Familias. Tiene las relaciones políticas necesarias, y sólo él las puede utilizar en su provecho.

Clemenza, en un tono quizá demasiado arrogante para un hombre cuyo primer subordinado le había traicionado recientemente, dijo:

– Sollozzo nunca podrá acercarse a esta casa, jefe. Lo prometo. No tienes por qué preocuparte.

Durante un instante, Sonny lo miró pensativamente. Luego dijo a Tessio:

– ¿Qué novedades hay en el hospital? ¿Están tus hombres donde deben estar?

Por vez primera durante la conferencia, Tessio pareció seguro del terreno que pisaba.

– Ya lo creo -asintió-. Están en el interior y en el exterior. Forman un círculo. También los policías lo están haciendo muy bien. Hay agentes de paisano en la puerta de la habitación, esperando interrogar al Don. Es de risa. El Don todavía está siendo alimentado por medio de tubos, por lo que de momento no tenemos por qué preocuparnos de la cocina. Lo digo porque esos turcos son muy aficionados a emplear venenos. Y en modo alguno debemos dejar que se acerquen al Don.

Sonny saltó de la silla.

– Yo no corro peligro, pues tienen que tratar conmigo: necesitan el engranaje de la Familia -y mirando a Michael, añadió, sonriente-: Tal vez vayan a por ti. A lo mejor Sollozzo piensa raptarte y así forzarnos a aceptar sus condiciones.

Tristemente, Michael pensó que su cita con Kay no se produciría. Sonny no le dejaría salir de la casa. Pero Hagen intervino en tono impaciente.

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