¡Ojalá vivieran para descubrirlo!
Por último, Tokugawa Tsunayoshi habló:
– Sosakan Sano, tenéis que, ah, continuar con la investigación del asesinato. Pero vos y vuestros detectives debéis manteneros alejados del Interior Grande y de las mujeres. Valeos de vuestro ingenio para atrapar al asesino por otros medios. Y cuando lo hagáis, todos, ah, nos alegraremos. Después se derrumbó, entre sollozos, en el regazo de su madre.
Con la vista puesta en Sano, la dama Keisho-in sonrió.