Литмир - Электронная Библиотека
A
A

Hubo un silencio. Por un momento pensé que Seküre no confiaba nada en mí, que estaba ocultando magistralmente su falta de confianza para tirarme de la lengua, que sentía lástima de sí misma. En cuanto comprendí que no me iba a dar una respuesta inmediata a las cartas, le dije lo que siempre le digo a mis hijas, hasta a las bizcas, agarré mi atado, salí al patio y me largué de allí:

– Si abres bien esos bonitos ojos tuyos no te pasará nada malo, querida. No te preocupes.

30
{"b":"93926","o":1}