Los camareros se colocaron a su alrededor y Murugan se interrumpió para hacerles frente.
-Está bien -dijo, sacando unos billetes de la cartera-. Lo pagaré todo.
Sin hacerle caso, le cogieron de los brazos y empezaron a apartarlo de la mesa.
-Eh, chicos -protestó-. ¿No he dicho que era un experimento? ¿Dónde está vuestro espíritu de investigación?
Alzándolo en volandas, los camareros lo llevaron rápidamente hacia la puerta.
-¿Comprendes por qué tengo que ir a Calcuta, Ant? -gritó Murugan mientras lo sacaban inexorablemente a la calle-. Si existe el cromosoma Calcuta, tengo que encontrarlo. Me parece que lo necesito más que tú.