Este Dios que el día sosiega
ha colocado en mi mano
algo maravilloso; y alabado sea
Dios. A Su mandato,
explorando Sus secretos designios,
agotando lágrimas y esfuerzos,
encuentro tu taimada semilla,
oh, muerte, de millones asesina.
Sir Ronald Ross
Premio Nobel de Medicina, 1902