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Sólo con que él lo quiera, aunque yo me vaya al Polo Sur, él encontraría la manera de comunicarse conmigo.

Las capacidades de Mark parecen un regalo de Zeus, Tiantian es totalmente opuesto a él, parecen personas de dos mundos diferentes. Ellos se entrecruzan como imágenes invertidas en mi cuerpo.

En la mesa encontré una navaja plateada para abrir cartas, regularmente no empleo esa manera sofisticada de abrir las cartas, pero en esta ocasión me hacía sentir menos nerviosa.

Tiantian había escrito sólo una hoja:

"Coco querida, escribirte en este lugar parece corno una fantasía, ni siquiera sé si esta carta te va a llegar… Ahora me siento lejos de ti, muy lejos, a años luz de ti. Vuelvo a pensar en todas nuestras cosas, mi mente se llena con pensamientos sobre ti, y no dejo de tener pesadillas.

"En una de ellas yo voy corriendo, por todos lados hay flores rosadas y frutas, las flores tienen espinas, yo corro y mientras corro sangro, después salto en un agujero muy profundo… No hay luz, oigo apenas tu voz, tú estás leyendo en voz alta tu novela, desesperado empiezo a gritar tu nombre, después mi mano se topa con una cosa redonda caliente, está húmeda y palpita.

'Yo creo que tiene que ser un corazón pero no sé quién pudo haber tirado su corazón en un agujero negro.

"Esta pesadilla la tengo una y otra vez, me pone histérico, estoy exhausto. El doctor dice que es una reacción normal de la desintoxicación, pero yo ya no quiero seguir aquí. Por todos lados hay caras tristes y sin esperanzas.

"Después del primer tratamiento volveré a casa, inmediatamente. Le ruego a Dios que me dé un par de alas. Un beso para ti, mil, diez mil besos, si existe alguna razón para vivir, esa sería amarte.

Tiantian el triste

30 de junio"

Al dorso de la carta, había dibujado una caricatura suya con las comisuras de los labios caídas como la luna en creciente y algunos pelos pegados a la cabeza. Estallé en llanto, lágrimas lacerantes corrían por mi rostro como lava.

Pensé, Dios, qué significa todo esto, qué nos depara el destino a este hombre y a mí, mi corazón siempre sufre por él, y mi alma siempre vuela por él. Yo no puedo dilucidar si lo que hay entre nosotros es amor, pero sí es una tragedia desolada, la expresión lírica más pura de la pasión, como un prisionero en una celda, como lilas danzando en el campo abierto, como peces nadando en un abismo.

Aun antes de que nuestras vidas empezaran no teníamos ninguna posibilidad. El tiempo es como un tren rápido silbando y rugiendo a través de los edificios a la distancia. Mis lágrimas no importan, las alegrías y las penas de una persona no importan, porque las ruedas de acero del tren nunca paran. Ese es el secreto que atemoriza a todos en las ciudades en esta jodida era industrial.

La droga, el sexo, el dinero, la angustia, la psique, la búsqueda del éxito, la desorientación y todo eso componen el cóctel de celebración del año 1999 con el que la ciudad espera darle la bienvenida al nuevo siglo. Para una joven como yo la poesía depende siempre del sentido último de la existencia, con mis ojos lacrimosos veré las hojas verdes, con voz cascada cantaré Dulce vida, con mis dedos frágiles retendré cada pedazo del tiempo ido, me detendré en cada uno de los recovecos de mis sueños, me agarraré de los cabellos de Dios para que me lleve, hacia arriba, muy arriba.

XXII Encuentro con los libreros

Juntémonos, los corazones solitarios desnudos bajo la luz. El tren va a toda marcha en la penumbra. Ésos son los únicos medios creados por Dios para alterar la estructura del tiempo.

Tori Amos

Deng, la editora, me llamó de nuevo, cariñosamente me preguntó si comía bien, si dormía bien, cómo iba la novela y luego si podía ir a una cafetería de la calle Shaoxing, llamada Zhongguo tong para reunirme con ella y sus amigos libreros.

Le dije que estaba bien.

El taxi llegó a Shaoxing, una pequeña calle con fuerte ambiente cultural, varias editoriales y librerías se ubicaban en ambas veredas. Esa cafetería, cuyo nombre en inglés era Old China Hand, se había hecho famosa por sus estantes llenos de libros en las cuatro paredes y la decoración con aires de los años treinta. El dueño era Er Dongqiang, un fotógrafo muy conocido, la mayoría de los clientes, todos ellos del medio cultural, periodistas, editores, escritores, directores de cine, cantantes de ópera, estudiosos extranjeros, brillaban como estrellas en el cielo en ese ambiente elegante y distinguido. Los libros, la música de jazz, el olor a café y los muebles antiguos correspondían fidedignamente a las viejas pasiones de esta ciudad así como a su orientación moderna al consumo.

Abrí la puerta del café y vi a Deng en una esquina, sentada con varios hombres en una mesita redonda. Me senté y me di cuenta que uno de los editores me era muy conocido. Él, sonriendo, sacó una tarjeta y me la dio, entonces supe quién era. Cuando yo estudiaba en Fudan él era jefe de la sección literaria y artística de la asociación de estudiantes. Ese hombre, que terminó la Universidad dos años antes que yo, era mi amor secreto de aquel entonces. Le decíamos el Padrino porque casi siempre usaba un sombrero como de mafioso italiano y unos anteojos oscuros.

Recuerdo que en esos tiempos en el primer festival de teatro universitario, Fudan presentó una obra llamada La trampa. El Padrino era el director de esa obra. Contra viento y marea, confrontando a todas las demás aspirantes, logré ser la protagonista. Con el pretexto de discutir el libreto, iba a la habitación del Padrino en el edificio número tres y me sentaba en la "mesa de las confesiones" (así se le llamaba debido a que frecuentemente había gente alrededor de esa mesa abriendo su corazón) mirando su par de ojos nublados debido a la miopía, observando aquella cara fina e inteligente, imaginando que de pronto dejaba de hablar, estiraba el cuello sobre la mesa y como un imán se pegaba a mis labios.

Esa escena era mucho más emocionante que la de cualquier otra obra de teatro, pero nunca ocurrió, yo era muy joven y le temía a las situaciones embarazosas y a él, luego me enteré, le gustaba la chica responsable de la escenografía de la obra. Ella siempre llevaba una cadena con llaves plateadas y cuando caminaba sus largas piernas parecían estar bailando un vals, cuando reía se le hacía un hoyito en cada mejilla. Autoritariamente mandaba a los muchachos a deambular por el escenario con el martillo y los clavos en la mano. Ella parecía una experta en el uso del papel para la fabricación de las cosas y se lo pasaba hablando por teléfono a la Compañía de Papel Huifeng, yo en secreto la llamaba Huifeng.

Huifeng tenía al Padrino completamente embobado, la noche antes de la presentación los vi de la mano paseando a la luz de la luna bajo los árboles de la vereda. Me sentía como la Canción de la luna triste.

Al siguiente día el maquillador por algún asunto personal no pudo llegar para la presentación formal de la obra, el Padrino le pidió a Huifeng que me maquillara. La vi acercarse a mí con su brocha de maquillaje como de pintar paredes y su sonrisa maliciosa, me maquilló los ojos y las mejillas, yo estaba mal y me sentí muy incómoda.

Cuando terminó, agarré un espejo y al verme casi no pude sostenerme de pie. Mi cara parecía la de un payaso de circo, mientras el Padrino decía "precioso".

Los viejos rencores y los nuevos odios se juntaron en mi corazón y llorando como loca declaré que me retiraba de la presentación, el Padrino no tuvo otra opción que contentarme durante media hora con palabras tiernas y suaves.

El olor a su agua de colonia era como una disculpa tierna que me consolaba y suavizaba mi humor, luego llegó un nuevo maquillador y me maquilló. La presentación tuvo mucho éxito, actué muy bien, corrieron lágrimas de emoción y hubo aplausos ensordecedores.

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