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Dos meses después, en el pasto detrás de la estatua del presidente Mao conocí a mi ex novio, ese que era falso cristiano, que además era admirador de Shakespeare y un maníaco sexual. Tal y como dije antes, finalmente sólo me lo pude quitar de encima después de una golpiza y la intervención de amigos de la Oficina de Seguridad Pública.

Al recordar las cosas del pasado no pude dejar de pensar que era algo ingenua pero también fueron momentos maravillosos. Me puse a pensar que si en aquel entonces en lugar de andar con ese loco cristiano me hubiera enredado con el Padrino, ¿mi historia posterior sería diferente? ¿me hubiera metido también en tantos líos? ¿estaría escribiendo mi novela con tanta intensidad? ¿andaría por esta ciudad entre dormida y despierta, siempre confundida? Quién sabe.

– Ey, Padrino. -Contenta estreché la mano que me extendía.

– Cada vez estás más bonita -me halagó. Aunque esa frase es algo anticuada, para una chica siempre es grata.

Deng me presentó a los otros hombres. Todos eran amigos entre sí, en el piso de abajo de la editorial de Deng formaron una editorial llamada La Rive Gauche. Creo que sólo ex estudiantes de Fudan son capaces de pensar en un nombre tan sofisticado salido del nuevo romanticismo francés.

Deng me había dicho que La Rive Gauche había publicado la serie Mil Grullas de Papel, que fue récord de ventas en la Feria Nacional del Libro, y según las estimaciones el precio de la marca Mil Grullas de Papel excedía los diez millones de yuanes. Daba gusto escuchar eso.

Me relajé y me puse muy contenta, siempre me alegra encontrarme de vez en cuando en esta u otra ciudad a ex condiscípulos de Fudan. Sobre la hilera de árboles fénix del jardín Yanyuan, en el auditorio Xianghui y en las ramas de los árboles de la calle Handan flota un aire de locura juvenil, de libertad, de decadencia aristocrática. Esa es la parte ingenua y romántica de la existencia de los hijos de Fudan antes de emprender el largo camino de la vida, también es la marca secreta para reconocer a los condiscípulos.

– Que bueno que se conocen, Cocó háblanos de tu nueva novela. -Deng inmediatamente se concentró en lo principal.

– Leí tu primera colección de cuentos, El grito de la mariposa, y me maravilló, como cuando entras en una habitación cuyo techo, paredes y pisos son de espejos. El reflejo de cada espejo se ve en otros constantemente, los rayos de los cuatro lados, como una serpiente atrapada, brincan y saltan por todos lados. En medio del núcleo del caos espiritual hay una inesperada y conmovedora sensación de verdad. Además ese lenguaje negro y erótico. A la hora de leer tu libro se experimenta un tipo de… -el Padrino de pronto bajó la voz- se experimenta un fantástico encuentro sexual. -Me miró de manera significativa.

– Es el tipo de escritos que fascinan, sobre todo a los lectores que tienen educación superior.

– El escrito refleja a su autor -interrumpió Deng.

– El mercado para su novela son estudiantes universitarios y funcionarios. Las mujeres pueden tener una respuesta muy sensible -dijo el amigo del Padrino.

– Pero yo no se qué va a pasar, aún no he terminado la novela…

– ¿Es cierto que has recibido muchas cartas de los lectores? -preguntó el Padrino.

– Y también fotos raras -añadió Deng con una sonrisa. Cuando una mujer de edad mediana de pronto se pone coqueta es como una flor que se abre después de la lluvia.

– Las pasiones son una fuente de inspiración -dijo otro.

– Gracias. -Sorbí el café recuperando mi mirada clavada en un teléfono antiguo. Algo me hizo reír, suavemente dije:

– Finalmente descubrí el significado de ser escritora, por lo menos es más interesante que ser un billete de cien yuanes.

Poco a poco oscurecía fuera de la ventana. Los luces naranja de las paredes se encendían. El Padrino sugirió ir a algún lado a cenar. Deng se disculpó, su hija en tercer año de secundaria la esperaba para la cena.

– Viene el examen de admisión para la preparatoria, falta poco tiempo, tengo que estar encima de ella -nos explicó.

En ese momento entró un grupo de personas. Entre ellos estaba una mujer que yo había visto en el programa de televisión Abre tu corazón, con sus pómulos salientes maquillados en rojo, bien vestida y con aire de mujer inteligente y melancólica al estilo de Zhang Ailin, salía en televisión trescientos sesenta y cuatro de los trescientos sesenta y cinco días del año. También me la había encontrado en muchas fiestas. Madonna me había dicho que esa mujer había tenido unas tres docenas de amantes extranjeros. Su apodo era "el pequeño qipao". El Padrino y los demás la conocían, se saludaron y luego en auto nos fuimos a cenar.

Después de la cena el Padrino me preguntó dónde vivía para llevarme a mi casa. No soy una tonta, me di cuenta de lo que pretendía, pero no, las cosas habían cambiado, y especialmente esa noche yo tenía ganas de estar sola, aunque él aún era muy atractivo.

Nos dimos un abrazo y nos despedimos. Nos pusimos de acuerdo para que cuando termine la novela le informara.

– Me encantó volver a verte y me arrepiento mucho de no haberte cortejado en Fudan -me susurró al oído medio en serio y medio en broma.

Caminé sola despacio en la noche por la calle Huai-hai. Hacía tiempo que no caminaba así sola, poco a poco empecé a sentir calor por todo el cuerpo, después de todo apenas tenía veinticinco años, muy joven, parecía una tarjeta de crédito con un crédito muy alto, todo se podía gastar de una sola vez y cuando llegase el resumen mensual, se salda la cuenta y listo. Los innumerables focos de neón de la calle no robaban más miradas que yo, ni siquiera el cajero automático poseía mi fortuna.

Caminé hasta la estación de subte de los grandes almacenes Parkson. Abajo había una gran librería independiente, Monzón, famosa por tener una gran selección de obras y jamás hacer descuentos. Di una vuelta sin meta ni propósito, me paré un rato frente al estante de libros de astrología y adivinación, en un libro decía que las nacidas el 3 de enero tenían un atractivo extraordinario, las llamaban "señoritas de piernas hermosas", tenían enorme capacidad de recuperación física y espiritual y además predecía que el año 2000 era su año de suerte y gran cosecha. No sonaba nada mal.

Me dirigí hacia la cabina fotográfica PhotoMe de la estación, es una cabina sin vigilancia. En el departamento de Mark hay una hilera de bonitas fotos vanguardistas que él se tomó solo en una PhotoMe, entre las fotos hay cuatro retratos diferentes donde está desnudo de la cintura para arriba en diversas poses, parado, en cuclillas, y de uno y otro perfil. En cada foto había alguna parte de su cuerpo, la cabeza, el pecho, el estómago, las piernas, al ver todas las fotos juntas se produce un efecto visual muy excitante, parece un robot o un cuerpo cortado a pedazos por una navaja. También hay una serie de fotos que Mark denominó "Orangután". Tomó muchas fotos de sus brazos y otras tantas de su torso, cuando se unen estas imágenes en la parte superior del cuerpo parece una imagen de Tarzán. Si Michael Jordan, la estrella de la NBA, viera estos brazos tan largos y tan sexys se pondría a suspirar. Recuerdo que cuando por primera vez hicimos el amor en el departamento de Mark, esas fotos me excitaron mucho.

Puse suficiente dinero en la pequeña hendidura, después de cuatro disparos y cinco minutos de espera recibí las cuatro fotos unidas en hilera. La cara en las fotos expresaba respectivamente tristeza, enojo, alegría, indiferencia, por un momento me costó trabajo distinguir quién era la chica ante mis ojos, ¿por qué expresaba sentimientos tan diversos como tristeza, alegría, enojo, desdén? ¿en qué esquina del mundo vive? ¿qué tipo de personas se relacionan con ella? ¿de qué vive?

Al cabo de cinco segundos regresé a mis cabales, como si hubiera liberado mi alma y de pronto hubiera regresado a mi cráneo. Miré las fotos instantáneas y con cuidado las puse en mi bolso.

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